Название: Shakey
Автор: Jimmy McDonough
Издательство: Bookwire
Жанр: Изобразительное искусство, фотография
isbn: 9788418282195
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Young ya había empezado su carrera, y otra de sus aficiones se quedó aparcada por el camino. «Estuve a punto de hacerme golfista profesional», le contó Young al disc-jockey Tony Pig. «Llevaba suéteres de alpaca, estaba en una onda completamente distinta… Al cumplir los dieciocho, me empecé a dar cuenta de muchas cosas, y vendí los palos de golf y me compré otra guitarra que fuera lo suficientemente buena como para tocar ante más gente.»
Aquella guitarra era una Gretsch naranja parecida a la de Randy Bachman. Tras recibir no pocos calambrazos, Young acabó haciendo añicos su Les Paul Jr. y comprándole la Gretsch a Johnny Glowa, no sin antes regatear. Ahora tenía un grupo, canciones y un hacha digna.
Eran tiempos inocentes. Koblun recuerda con ternura los paseos que daban por la ciudad en el Standard Ensign azul de Rassy. «Neil iba al volante y yo, de copiloto, sacando el pie por la ventanilla. Era un día de primavera precioso, y estábamos haciendo novillos. En la radio sonaba “Duke of Earl”.» Los Squires ya eran una realidad.
Harper. Bates. Todo un personaje. Lo pasábamos bien. Tiene sentido del humor, Bates. Cuando paso por Canadá, me encanta ir a tomarme una birra con Jack y Bates.
Recuerdo los uniformes que llevábamos en los Squires: camisas de un amarillo desvaído, chalecos con corbatas ascot. Éramos unos tíos muy molones.
Bluegrass Bob and the Bobcats era el nombre de una de las bandas que tocaba en Paterson’s Ranch House, donde tocábamos los sábados y los domingos por la tarde en un baile que organizaban. Una vez se juntaron allí cien personas, nuestro público más numeroso. Íbamos allí a tocar y nos anunciaban por la radio, y el tío le cobraba a la peña por entrar. A nosotros nos pagaba un porcentaje de la taquilla, pero luego te tocaba ir a hablar con el tío, y te daba la impresión de que te iban a matar o qué sé yo, solo por estar ahí; vaya mierda de negocio nos buscamos.
Ni siquiera me acuerdo de cómo quedó todo lo del porcentaje ni nada, lo único que sé es que siempre pensaba: «¡Qué fuerte! Me parece que los números no cuadran, pero no le digo nada a ese tío ni de coña». Un tío enorme, con un barrigón… Creo que tenía una pistola o algo por el estilo en un cajón. Yo tenía quince o dieciséis años, joder.
«Cuando salías con Neil ya sabías que tenías que llevar dinero», le contó Fran Gebhard a John Einarson. «Y también que tenías que cargar con su equipo.»
Neil tenía muchas amigas al inicio de su carrera —Susan Kelso, Jacolyne y Marilyne Nentwig, Fran Gebhard—, pero en asuntos de ligues de adolescencia, no es que tuviera mucha suerte. Edna Stabler, una amiga de Scott Young, recuerda que Neil fue de visita un fin de semana y sacó a dar un paseo a la chica de la casa de al lado. «Era una rubita muy mona, y él se pasó un poco de fresco —tampoco tanto, solo quería besarla— y le dio un bofetón.» Neil se puso tan nervioso —comentaba Stabler— «que se dejó olvidados sus pantalones grises de franela».
Una muchachita de Winnipeg se convertiría en su chica: Pam Smith. Pam, una rubia vivaracha —«A Neil le encantaba que llevara el pelo muy cortito, así que me pasaba la cuchilla todos los días»—, y su hermana gemela, Pat, estaban pasando el verano en el chalé familiar en Falcon Lake, un lugar de veraneo al este de Winnipeg. Neil y sus colegas Jack Harper y Jim Atkin también acabaron allí a finales del verano de 1963, y un buen día Neil se dejó caer por el supermercado donde trabajaba Pam.
«Neil tenía una sonrisa muy bonita», comentaba Smith. «Me pareció una persona muy sincera. Desde fuera, mostraba una actitud muy desenfadada, se reía mucho de todo; parecía el líder del grupo de amigos con el que estaba, pero creo que debajo de esa capa había un lado mucho más serio. Tenía la impresión de que no paraba de darle a la cabeza. Era una persona retraída.»
«Cuando más me gustaba Neil, era cuando estábamos solos. Neil te contaba ciertas cosas que hacían que te sintieras privilegiada, porque sabías que no se lo contaba a todo el mundo. Había ciertas cosas de su vida de las que no hablaba así como así.»
Young le confesó a Smith su angustia por no estar dotado para el deporte. «Era algo para lo que Neil no servía; poco menos que se disculpaba por ello. Neil era una persona insegura, y creo que por eso la música le hizo tanto bien. Cuando se metía en ese papel, tenía toda la confianza del mundo; mientras que a nivel personal tenía muchos recelos… Quería ser un tío normal, uno más, porque le daba la impresión de que no lo era, y aunque le dijeras que sí, no te creía. Neil sabía que era distinto.»
A Young le preocupaba particularmente el cuerpo tan enclenque que se le había quedado a causa de la polio. «Neil nunca nadaba; en parte, porque no quería que nadie lo viera sin ropa. No se sentía nada a gusto estando tan flaco.»
Neil también le contó a Pam la ruptura de sus padres, y le explicó que cuando ocurrió: «Tuvo que ir al juicio a declarar. Le preguntaron con cuál de sus padres quería vivir; para él fue una situación muy desagradable». En más de una ocasión, deleitó a Pam con sus recuerdos de los desayunos a base de tortitas que le preparaba su padre. «Se ponía nostálgico al hablar de ello. Neil se recreaba en aquellos recuerdos… Le hacía falta un padre en su vida.»
Smith disfrutaba a lo grande al subirse al coche desvencijado de Rassy para acompañar a Young cuando actuaba en los cafés bohemios como el Fourth Dimension. «Me lo pasaba bomba; era el tipo de sitio al que mis padres no me dejaban ir», comentaba. Pam sabía que Neil estaba completamente absorto en su música, porque entonces meneaba la pierna hacia dentro y hacia afuera. «Casi parecía que tenía un defecto, como si llevara la rodilla atornillada y de repente le aflojaran el tornillo y se le fuera de varas; me resultaba muy entrañable. Neil estaba enfrascadísimo en su música, y yo me sentía tan orgullosa que casi no podía soportarlo… Siempre tuve fe en él y siempre le animé a seguir adelante.»
Neil era todo un caballero. Una noche en que la pareja salió y se les hizo muy tarde, Young la acompañó hasta la puerta en vez de dejarla en la acera. «Fue genial… Mamá salió de inmediato y él se excusó por haberse demorado en llevarme a casa y le explicó el motivo. No me pusieron ninguna pega. Neil siempre fue una persona responsable.»
Pero al cabo de cinco meses, Young acabó con la relación de golpe y porrazo. «Vino una noche y me pidió que le devolviera el anillo», comentaba Pam. «Me quedé bastante consternada.» Young intentó reactivar la relación algunos meses más tarde. El músico, siempre sin un duro, llevó a Pam a la heladería Dairy Queen. «Aquello era algo inaudito: Neil comprando cucuruchos. Me acarició la mano, me miró y me dijo que me quería, así, sin más. Yo no supe cómo encajarlo, no sabía qué decir… Y le solté: “¡Tú me quieres a mí y yo quiero un helado!” ¿No te parece patético?»
No volvieron a ser pareja, pero Young seguiría mucho tiempo con Pam Smith en la cabeza. A parte de esa relación, su habilidad para conectar con los miembros del sexo opuesto СКАЧАТЬ