Shakey. Jimmy McDonough
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Читать онлайн книгу Shakey - Jimmy McDonough страница 58

Название: Shakey

Автор: Jimmy McDonough

Издательство: Bookwire

Жанр: Изобразительное искусство, фотография

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isbn: 9788418282195

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СКАЧАТЬ «Doc» Siegal, el ingeniero de Gold Star que grabó nuestro primer álbum, se quedó sin cobrar, así que se las llevó para fastidiar a Charlie y Brian. Total, que nos jodieron bien. Guardaba todos aquellos trastos en el garaje, y cuando murió no sabían qué hacer con ellos. Vendieron los discos de acetato a no sé qué tienda de discos, y por lo visto esa tienda se los vendió a un coleccionista de acetatos japonés y nunca hemos conseguido dar con ellos. Lo más probable es que estén cogiendo polvo en la estantería de algún japonés que se siente superorgulloso de su colección de acetatos y no tiene ni la más remota idea de lo que hay allí. Ahora no consigo encontrar a ese tipo. No sé dónde están las cintas. Qué putada.

      La reunión para escuchar el acetato del primer álbum tuvo consecuencias nefastas. Al día siguiente, según Brian Stone: «los Spring-field nos llamaron y nos dijeron: “Tenemos muy malas noticias. Hay que destruir este disco. Hay que quemarlo. ¡Es una auténtica mierda!”».

      A Greene y Stone les seguía tocando la fibra, casi treinta años después, que los acusaran de haberse cargado la producción del disco. «Mira, para entonces ya debíamos de haber grabado por lo menos mil discos, y estos tíos no tenían ni idea de cómo iba aquello», comentaba Stone. «Estos tíos estaban acostumbrados a tocar en directo, y pretendían reproducir ese sonido en el disco. Intentamos mejorar el sonido; nos pasamos tropecientas mil horas para mezclarlo, y los seis miembros del grupo estaban allí presentes. Creo que el disco habla por sí solo.»

      Vaya si habla por sí solo; y cualquiera que se moleste en escuchar Buffalo Springfield, aunque sea someramente, podrá entender el descontento de la banda. En temas como «Pay the Price», la sección rítmica y las guitarras parecen estar a kilómetros de distancia. La grabación es tan inconsistente como chapucera, y nunca consigue sonar como un grupo de gente tocando en la misma sala. La versión mono del LP, que se dice que Stills y Young tardaron diez días en mezclar, era bastante mejor, pero pocos llegarían a escucharla.

      El grupo exigió volver a grabar el disco. La respuesta de Charlie Greene fue: «Iros a tomar por culo».

      Stills, que ya desde el principio había dudado de las dotes de la pareja como productores, se puso hecho una fiera. «Stephen no se cortó a la hora de enfrentarse a Greene y Stone cuando aún seguían al mando», comentaba Richard Davis. «Stills se dedicaba a insultar a Charlie y Brian, que acabaron convirtiéndose en sus enemigos; al final consiguió abrir, y puede que con razón, una brecha entre ellos y el grupo.»

      »Yo me esforzaba por arreglar las cosas y le decía a Stephen: “Si te quieres pelear con estos tíos, asegúrate antes de que puedes ganar, porque tienen tu contrato”. Pero era imposible razonar con Stephen; no atendía a razones.»

      Epilepsia, problemas con el grupo, líos con los mánager, arrestos… Quien quiera saber cómo se sentía Neil Young a mediados de 1966, que desempolve ese vinilo maltrecho de Buffalo Springfield y ponga «Out of My Mind».

      «Tired of hangin’ on / If you missed me I’ve just gone58», canta Young acongojado, como evidencia su voz. Esta canción circular sin estribillo —con el ritmo fúnebre de la batería y la trémula Gretsch a través de un Leslie—, es un claro relato del martirio que vivía su autor. Su primer álbum ya había bastado para quitarle a Young la ilusión por ese mundillo. Como dijo Ken Viola: «Tuvo la osadía de escribir una canción sobre cómo se siente una estrella, incluso antes de convertirse en una».

      El pop beatleliano de Stephen Stills dominaba la cara A de Buffalo Springfield, publicado finalmente en noviembre de 1966, pero el material más original del disco pertenecía a Neil Young. «Burned» supuso su primera incursión vocal en el grupo. Según escribió Young en las notas de su antología Decade: «Estos tíos me dieron anfetas para que cantara con más brío. Puede que lo notéis». Furay interpretaba tres de los temas de Young, Neil solo dos, pero la calidad y el alcance de sus canciones prometían: «Out of My Mind», «Nowadays Clancy Can’t Even Sing», «Do I Have to Come Right Out and Say It?» y la magnífica «Flying on the Ground Is Wrong», que posiblemente sea el tema de mayor sofisticación compositiva del disco.59

      A pesar de los recelos del grupo en cuanto a la producción, Buffalo Springfield contribuyó a ampliar su séquito de fans más allá de Los Ángeles y en la prensa musical emergente, donde Paul Williams, de Crawdaddy!, y Judith Sims, de TeenSet, se encargaron de correr la voz. Ken Viola estaba obsesionado con TeenSet. «Me plantaba en el quiosco a las seis de la mañana a esperar a que desataran aquellos fajos de revistas para poder agenciarme el último número y leer las novedades de los Springfield.»

      Ken Viola recuerda el primer atisbo del que sería su nuevo consejero espiritual. Con tan solo quince años, estando un buen día en casa, en Nueva Jersey, encendió el televisor y «aparece un tío vestido con el uniforme del Ejército Confederado, que para mí fue toda una declaración de principios, en plan: “Fuera lo viejo, viva lo nuevo”. Fue muy heavy». El tío era Neil Young; el grupo, Buffalo Springfield, y Viola salió pitando a comprarse su primer álbum.

      «Es algo muy extraño, porque, si hago memoria, puedo recordar exactamente aquel día y lo que sentí cuando se produjo aquella conexión. Tenía la rara costumbre de poner los discos por la cara B, así que lo primero que oí fue un tema de Neil Young, “Flying on the Ground Is Wrong”. Nada más empezar a oírlo supe que este tío estaba al tanto de todo; era alguien que me hablaba a mí directamente. Todo lo que decía estaba bien, cuando en mi vida hasta ese momento todo había estado mal. Vamos, que él me entendía.»

      Refugiado en el santuario de su habitación, Ken se tumbaba en la cama a escuchar un tema tras otro con los auriculares puestos para evitar llamar la atención de su padre, un comerciante de frutas y verduras que vendía su mercancía en un camión que conducía por las calles de Hackensack.

      Sus padres pensaban que el rock and roll sería «mi perdición. Yo sabía que algo se cocía, y ellos intentaban hacer lo posible para que no siguiera por esos derroteros». Cuando Neil Young se convirtió en el centro de atención de Ken, también se convirtió en el Enemigo Público Número Uno. El día que Ken cumplía veinte años, de buena mañana, su madre entró con paso firme en su habitación para despertarlo a las seis de la mañana cantando a alaridos una canción de Neil Young: «You can’t be twenty on SUGAR MOUNTAIN! 60».

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