Название: Shakey
Автор: Jimmy McDonough
Издательство: Bookwire
Жанр: Изобразительное искусство, фотография
isbn: 9788418282195
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«Shakin’ All Over» ya había sido un éxito en Inglaterra en 1960 interpretado por Johnny Kidd and the Pirates. Al principio de su carrera musical, un amigo de Chad Allan le había aficionado a su colección de música importada de Inglaterra y así consiguió que el grupo de Allan pasara a ser, según Bachman: «una copia del copón de los grupos ingleses». Allan empezó, sin proponérselo, una moda: muchos canadienses tenían raíces británicas, y sus familiares pasaron a ser la línea de abastecimiento de discos del otro lado del charco. «Nos enviaban sus viejos discos de 45 rpm», comentaba Bachman. «Para nosotros aquel material era toda una novedad y hacía de Winnipeg un lugar único, por esa conexión tan especial que teníamos con Inglaterra. Teníamos a todos los grandes, mucho antes de la llegada de los Beatles o Cliff Richard.»
Algunos de los discos ingleses más influyentes de principios de los sesenta eran de los Shadows, el grupo de acompañamiento del ídolo pop británico Cliff Richard, que tenía su propia cosecha de hits instrumentales. «Los Shadows eran en realidad una formación de cuatro miembros, pero sonaban como una sinfonía», afirmaba Bachman. Su guitarrista Hank B. Marvin utilizaba una Fender Stratocaster con dos elementos clave que también se convertirían en parte integral del sonido de la guitarra de Neil Young: una palanca de vibrato —una palanca de metal unida al puente para hacer bendings y conseguir mayor impacto emocional— y un Echoplex, que genera un eco de duración y repetición modulables. Marvin tocaba con cacharros de este tipo, pero manteniendo el sonido limpio y simple, justo lo contrario de lo que hacían los roqueros de garaje instrumental como Link Wray. «Hank Marvin era el mejor guitarra melódico», sostenía Bachman.
Randy Bachman, un muchacho grandote de cara aniñada dos años mayor que Young, era, desde muy niño, capaz de sacarle chispas a la guitarra. Llevaba una gran Gretsch Chet Atkins naranja de caja —la guitarra de su mentor, el genio del jazz Lenny Breau— que conectaba a una pieza de equipo letal: una grabadora alemana que le ayudaba a reproducir uno de los elementos clave del sonido de Hank B. Marvin. Randy Bachman «era el único tío en toda la ciudad que sonaba con eco», recuerda con admiración quien pronto se convertiría en compañero de grupo de Young, Ken Koblun.
Bachman dio con aquel invento por accidente. «Estaba desesperado; me refiero a que en Winnipeg ni siquiera podías comprar un ampli, por no hablar ya de una unidad de eco.» La madre de Bob Ashley era maestra y tenía una grabadora Korting que utilizaba en las clases de francés hasta que se descubrió que, al cambiar ligeramente la posición de los cabezales, se podía crear un espacio que producía eco. «Sin proponérmelo, pude conseguir el tipo de eco de estudio que Elvis tenía en “Blue Moon of Kentucky”», comentaba Bachman. «Me dejó alucinado, porque era el sonido de Hank Marvin y los Shadows, ¿sabes?»
Bachman era otro maniático del sonido. Se dedicaba a estudiar los solos que escuchaba en la radio y en los discos, y se fijaba muchísimo en los guitarristas de cualquier grupo que pasara por la ciudad. «Iba a los conciertos de Brenda Lee and the Casuals —“Flipa, el tío hacía el solo en el traste quince”— y tomaba notas de los solos.» Bachman afirmaba que aquella era la única manera de aprender en Winnipeg. «No nos sabíamos las notas en el mástil. Todos tocábamos imitando a los demás, por intuición y de oído.»
Todo lo que Bachman aprendía se lo enseñaba luego a su propio protegido. «Neil se plantaba al borde del escenario, él y Koblun, y no paraban de sonreír y de tomar notas», recuerda Bachman. «Yo no le enseñaba nada, pero él veía dónde tocaba las notas en el mástil. Básicamente, los dos queríamos tocar el mismo rollo: James Burton acompañando a Ricky Nelson, Scotty Moore acompañando a Elvis o Hank Marvin acompañando a Cliff Richard.»
Randy Bachman era mi héroe a la guitarra y ejerció en mí una enorme influencia. El mejor guitarrista de toda la ciudad. Tocaba con muchísimo estilo; era muy funky; llevaba una especie de grabadora que había trucado para conseguir el efecto de eco. Me tenía alucinado.
Yo sabía que él había estado escuchando el mismo tipo de música que yo: Jimmy Reed, los Shadows; Randy también era muy fan de Hank B. Marvin, que conseguía sacar un tono muy rico en matices, como el de una gran campana, un tono rompedor. Jet Harris, el bajista, también, y juntos eran la hostia; llevaban un ritmo muy molón y los pasos de baile que se marcaban eran la hostia, alucinantes; el twist and shake y todo; tenían que ser buenos para hacer todas esas cosas mientras tocaban. Para mí, solo tocar aquello ya habría sido la hostia de difícil.
Pero Randy tocaba muy bien; yo no, pero él sí, algo que sigue siendo así hasta cierto punto. Yo he conseguido mejorar un poco, y él sigue siendo increíble. Es muy grande, un guitarra de rock and roll de pura cepa. Y cuando estábamos empezando, él era lo más; íbamos y nos plantábamos en el público a observarlo. Allan Kowbel era buenísimo. Bob Ashley, el pianista, era muy guay, con aquellas gafotas y aquella pinta como de empollón. Era un pianista tremendo; ¡qué tempo! Gary Petersen era el batería y Jim Kale, el bajista, que era muy bueno; Koblun se fijaba en Kale, y yo en Randy, pero la verdad es que toda la puta banda me tenía alucinado, me parecían todos buenísimos. Aquella banda no tenía ningún defecto, al menos en aquella época. Cuando vivíamos en Winnipeg, escuchaba algunos discos viejos que tenía mamá, que no es que fueran blues del Delta, pero algo de blues tenían. Pero fue al escuchar a Jimmy Reed cuando me enganché a saco; debía de ser la época en que estaba aprendiendo a tocar la guitarra y Sonny Terry y Brownie McGhee pasaron de gira por Winnipeg. Fui a verlos y me moló su rollo.
Un día escuché por la radio «Baby What You Want Me to Do» y, joder, me entraron ganas de pillarme todo lo que hubiera sacado. Su primer disco fue Just Jimmy Reed, con «Goin’ to New York»; luego me pillé Rockin’ with Reed. Qué músico tan extraordinario, y esa armónica; yo soy incapaz de hacer todas esas virguerías, ni siquiera ahora. Esas notas altas y chirriantes, que aun así suenan muy dulces; ese sonido tan sentido y chillón parece un gato callejero, tío. Es la hostia de original, joder; enorme sin ni siquiera proponérselo.
Creo que usa armónicas viejísimas. Ojo al dato —que eso también es aplicable a las cuerdas de guitarra—, la guitarra, cuanto más jodida, suena mejor, con las cuerdas roñosas y a punto de romperse. Las cuerdas viejas suenan bien, como más dulces.
Cuando toco «Baby What You Want Me to Do» con los Horse… A ver, he oído versiones anteriores de otra gente, pero no he oído a nadie que la toque así; a parte de Jimmy Reed. Y todo es por ese ritmo perezoso y constante, que yo me copio de él, porque me divierte, y a la peña le mola el rollo… Creo que es la manera ideal de interpretar una canción como esa. No es que me plantee llegar nunca a dar con la versión definitiva, porque nunca habrá una versión definitiva de ninguna de sus canciones; a parte de las suyas.22
Jimmy Reed es la prueba de que lo que tocas es lo de menos y que lo que importa es el sentimiento, porque tocaba igual en casi cada puta canción; los cambios variaban un poco, pero ese riff siempre estaba ahí, el turnaround. «Tangtangtangtangtatata…» ¿De dónde cojones salió? ¿Se lo inventó él o se lo copió de alguien? Y ¿cómo lo hace para meterlo en cada canción y aun así conseguir que quede bien? Parece sonar siempre algo diferente… Jimmy Reed era el amo. No había bajo en aquellos discos, ya ves; usaban una guitarra afinada grave. Escucha cualquier otro disco, fíjate en el bajo y luego ponte sus discos; ya verás como solo se escuchan guitarras bajas. Es impresionante, yo sigo sin saber cómo se lo monta esa gente. Es como ver tocar a John Lee Hooker; es imposible saber qué coño hace. [El bajista СКАЧАТЬ