Shakey. Jimmy McDonough
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Читать онлайн книгу Shakey - Jimmy McDonough страница 33

Название: Shakey

Автор: Jimmy McDonough

Издательство: Bookwire

Жанр: Изобразительное искусство, фотография

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isbn: 9788418282195

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СКАЧАТЬ la suficiente frecuencia para saber cómo vives el día a día, pero si aspiras a llegar a alguna parte, sea lo que sea que quieras hacer, tienes que ser capaz de distinguir entre lo que tú ESPERAS que ocurra y lo que realmente es cierto. Creo que, si te esfuerzas, puedes sacar buenas notas; pero eso pasa por ESFORZARSE en serio, y no limitarse a decir que las cosas van mejor, cuando tienes cuatro suspensos de siete asignaturas en todas las narices…

      Me complace enormemente tu interés por la música y tu aparente destreza, pero eso ahora no es tan importante como que acabes tus estudios lo antes posible. Tu madre recibe cien dólares todos los meses para que puedas estudiar, sin tener que preocuparte por conseguir el dinero por otros medios…

      No quiero extenderme en una larga perorata sobre este tema: No tienes tiempo. Los exámenes deben de estar al caer, y cada hora delante del libro cuenta, así que ahora es el momento de demostrar lo mucho que vales. Lo sé, porque lo hacías cuando eras niño; siempre fuiste optimista, pero también mostrabas determinación y un par de huevos cuando era necesario, y creo que ahora es el caso. Me harías el padre más feliz de todo Canadá si dentro de unos meses vinieras a enseñarme las notas diciendo: «Venga, Papá, ya estoy preparado para el amplificador».

      Te quiere, Papá.

      Pete «El Dragón Mágico» Barber, un amigo de Neil, estaba con Young el día que recibió la carta. «Volvíamos a casa del colegio y Neil llevaba la carta. Se sentía defraudado, dolido; incluso te diría que enfadado. Fue algo muy duro.»

      La carta de Scott no suscitó otra de su hijo a modo de respuesta; en vez de ello, escribe: «provocó que mi exmujer me contestara con una carta larguísima, en la que me preguntaba que qué problema tenía, me decía que siempre medía las cosas —incluida ella, nuestros hijos, todo— en función del dinero. Como diatriba, no tiene parangón; es una lección magistral». Para poder escribir en su columna del Globe and Mail acerca de este incidente —y de los sucesivos en referencia a su exmujer y a su hijo—, Scott se inventó un alias: James Reilly Dunn. «Escribir a través de otra persona te permite ser totalmente franco con el prójimo acerca de tus sentimientos», afirmaba Scott, sonando muy parecido a como lo haría su hijo años después, al explicar cómo escribía canciones desde el punto de vista de otro personaje.

      «James Reilly Dunn era mi álter ego», explicaba Scott. «Era todo un personajillo: llevaba los calcetines agujereados y se pasaba un pelín con la bebida. En aquel momento, tenía en Winnipeg a mi hijo, al que quería muchísimo, y había gente que estaba del lado de Rassy y en mi contra sin parar de ponerme a caldo, que no es que me importara, pero muchas veces pasaban cosas que me era imposible explicar. Era difícil ya para mí, así que ya ni te cuento si se lo tenía que explicar a algún amigo, total que si James Reilly Dunn era capaz de resolverlo en setecientas palabras… De hecho, en algunas columnas medio justificaba mi manera de actuar, que pensaba que mucha gente podía compartir o no; por eso interesaba a unos y enojaba a otros por igual.»

      Una de las personas a las que enojó fue a Rassy, que se tomó aquellas columnas —que eran bastante inofensivas— como un ataque directo. «No sé en qué estaría pensando Scott, pero está claro que escribía unas columnas deleznables, poniéndome a parir por dejar que Neil se saliera con la suya. Mi abogado me dijo que lo demandara y le sacara hasta el último penique, pero Neil no quería, porque habría montado un berenjenal impresionante.»

      No cabe duda de que para Rassy ayudar a su hijo a hacer realidad sus sueños era una manera de desautorizar a su exmarido. «A Scott le parecía fatal que yo le permitiera a Neil hacer todo aquello, pero no podía hacer nada para impedírmelo.» Esas Navidades, Rassy consiguió reunir el dinero necesario para comprarle a Neil el amplificador. Scott pasaría a la posteridad como el malo de la película; sin embargo, en Neil and Me sostiene: «Volvería a actuar del mismo modo. Es mi manera de obrar; hay que aprender a valorar las cosas». (Años después, cuando Astrid, la hija de Scott, empezó a mostrar interés por la música, no tardó en recibir un regalo de su hermanastro Neil: un ampli.)

      La madre de Neil sentía una devoción innegable por su hijo, de eso no cabe duda. Por mucho que a veces perdiera el control, no se entrometía y dejaba que su hijo fuera a la suya. Rassy, según escribió su hijo Bob en 1971 en un artículo de la revista Maclean’s, «era la primera fan de Neil, su principal fuente de apoyo, y él la necesitaba. Luchaba para defenderlo, y las luchas las tenía, al parecer con demasiada frecuencia, con mi padre».

       No recuerdo muy bien qué pasó. Quería un ampli. Le pedí a papá si nos podía prestar algo de dinero para comprarme un ampli y me dijo que mis notas no eran lo suficientemente buenas; que si sacaba buenas notas, podría comprarme el ampli. Mamá puso el grito en el cielo, la típica discusión de siempre, ya sabes. Yo probablemente habría hecho lo que hizo papá, pero tampoco puedo poner la mano en el fuego.

       —Tu padre pensaba que no estabas solo cuando le escribiste aquella carta.

       —No me acuerdo, pero seguro que Rassy vio la carta. ¿Cómo pudo no haber visto la puta carta? Sí que vio la respuesta. Ella sabía que le había pedido el ampli. A un hombre no le hace ninguna gracia escuchar a su mujer por boca de su hijo en ese tipo de situación.

       Hay que reconocerle a papá el mérito de ser mi padre y ayudarme, pero no hizo todo lo que mamá pensaba que debía hacer, por eso ella se lo tomaba todo tan a pecho… En cualquier caso, era su problema.

      Aquel mes de agosto, en Falcon Lake, Young tuvo una revelación. «Neil vio a un grupo, los Crescendos, llegar al paseo marítimo y enchufar el equipo en un chiringuito, básicamente conectar un par de amplis a un enchufe y ponerse a tocar», comentaba Harper. «Creo que eso hizo que a Neil se le encendiera una bombilla en plan: “Uuummm… Podíamos ir de gira”». Young convenció a la dirección del hotel para que contratara a los Squires a cambio de alojamiento y dietas, y luego llamó a sus compañeros de grupo muy emocionado para decirles que movieran el culo y se reunieran allí con él cuanto antes. Lamentablemente, Smythe y Bates ya habían hecho planes para el fin de semana. «Neil se pilló un mosqueo considerable», recuerda Smythe, que aún se pone nervioso al recordarlo más de treinta años después. «Estaba cabreado, pero muy en serio.». Young echó a todo el grupo, a excepción de Koblun, que se había mostrado dispuesto a ir a Falcon Lake y también se mostraría dispuesto a abandonar los estudios un mes más tarde cuando lo hizo Neil.

      «Creo que Rassy tenía un… Bueno, llamémoslo sexto sentido», comentaba Nola Halter. «Creo que era consciente de que intentar hacer cambiar de opinión a Neil resultaría agotador. Tenía una fe absoluta en él.»

      Snooky, la hermana de Rassy, se hallaba en Winnipeg visitando a Pearl en el hospital cuando Neil se acercó para ponerle al corriente de sus planes. «Le dije: “Neil, ya casi has acabado; ¿por qué no te esperas a tener el título de bachiller?” Me contestó: “No puedo, tía Snooky; mi música necesita ver la luz”. Esa misteriosa música era la que le guiaba.»

      Huelga decir que había una persona a la que Rassy tenía que mantener al tanto de los progresos académicos de Neil. «Estimado Scott», escribió en una carta dirigida a su exmarido aquel mes de septiembre, «Neil ha decidido seguir tu consejo y dejar los estudios».

       El colegio ocupaba un lugar secundario en relación a la música. Recuerdo que el Sr. Hodgkinson —el subdirector del Kelvin— me cogió por banda y me dijo: «Neil, ¿qué piensas hacer con tu vida?» Yo le dije: «Pues mire, me gustaría tocar en un bar». Y él me respondió: «Eso es flor de un día, ya lo sabes. En el mundo de la música, hay un flujo continuo de gente; fíjate, oyes hablar de alguien un año, y al año siguiente ya ha desaparecido».

       Bueno, pues aquello me caló hondo. Ese no iba a ser yo; pero asimilé aquella información СКАЧАТЬ