Miserias del poder. Óscar Rodríguez Barreira
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СКАЧАТЬ un efecto dominó:

      La declarante sabe que al mismo tiempo que ella o en días sucesivos fueron detenidos y llevados al S.I.M. por pertenecer a la citada organización, las siguientes personas: D.a Ana Román González y su hijo Manuel Román González con domicilio en la calle de Mariana, nro. 7; Encarnación Alcaraz, digo, Alcalá Templado, con domicilio en la calle Trajano; D. Cecilio Martín González, ya fallecido y su esposa, de la que sólo recuerda se llama D.a Amalia [...] D.a Rafaela González y el marido de ésta, cuyo nombre y apellidos no recuerda [...] D. Serafín Aguilera Alférez, que reside en esta capital, aunque ignora cual sea su domicilio; D. Miguel Juárez López y su hermano D. Carlos y un cuñado de éstos cuyo nombre no recuerda [...] D. Manuel Martínez González, Policía Armada, con residencia en Madrid; [D. Manuel] Luis Ramón Barranco, oficial de la Guardia Civil, con residencia en la provincia de Sevilla; unos hermanos de los que solo sabe que se apellidan Montes y que son hijos de un Notario de Guadix; don Antonio Fornieles Ulibarri, Médico oculista y su esposa D.a Pilar Urton, con residencia en Gijón; José Andrés Moreno Vargas, residente en Albuñol, Ángeles y Carmen García González, hermanas, con domicilio en esta capital en la calle del General Saliquet, nro. 33; D.a Mercedes Campos Juárez, con residencia en esta Capital, calle de la Encantada; D. José Sánchez Mayordomo, Oficial de Infantería con residencia en Alicante y algunos más que de momento no recuerda.83

      En definitiva, el entorno más cercano a Carmen Góngora y aquellos que escondía dentro de las redes creadas por el Sindicato Católico de la Aguja, el vicario general de la diócesis, Rafael Ortega Barrios, y otros religiosos, preferentemente jesuitas, como el padre José Rodríguez Ponce de León o Servando López Sancho. Esta relación con el Palacio Episcopal explica la estrecha vinculación entre la Quinta Columna y los talleres del periódico ultracatólico La Independencia84 El hecho de que fueran, precisamente, los propios tradicionalistas los que recibieron más inclementemente la primera represión republicana, añadido a la movilización política de Carmen Góngora y su Sindicato, produjo una conexión que sería muy importante durante la posguerra: la del Servicio de Inteligencia y Policía Militar (SIPM) y el entorno de La Independencia. Esta conexión facilitó que, durante la posguerra, el núcleo duro de la clandestina conformara la elite de la delegación provincial de Información e Investigación –la policía política de FET-JONS–.85 Rafael Salazar, primo de Alejandro Salazar Salvador y cuñado de Fructuoso Pérez Barceló (hijo de Fructuoso Pérez Márquez –director de La Independencia–), el camisa vieja Antonio Rodríguez García, el tradicionalista José López Valero...; un círculo muy cerrado y compacto que persistió en puestos clave, Información e Investigación y CNS, durante toda una década. Una delegación –la de Información e Investigación–, no lo olvidemos, estrechamente ligada al SIPM.86 La organización de Carmen Góngora en el sindicato, al margen de los Román, estaba compuesta por mujeres como Encarnación Alcalá Templado, Ana María Plaza, Remedios González Amezcua, Ángeles García González, Antonia Rodríguez Tuset o María Guzmán Benavente. Como puede verse, los ángeles de la guerra sí tuvieron sexo.87

      Como ya comentamos, las primeras acciones del sindicato tenían más que ver con salvar la vida a personas en peligro que con cualquier otro tipo de actividad. El testimonio de Ana Plaza Cuervo, rvda. M. Sor Corazón de María, camina en este sentido.88 Para poder esquivar la persecución debió ponerse en contacto con Carmen Góngora y su grupo, ya que esta, desde el primer momento de la sublevación,

      ... se consagró en la medida de sus fuerzas a defender tal causa, poniéndose en contacto con los elementos de derechas de esta Plaza, especialmente con las personas más destacadas y de posición más desahogada, ya que la exponente tenía montado en su domicilio el sindicato católico de la aguja por cuya circunstancia al advenir la dominación roja ha sufrido encarcelamientos y persecuciones constantes.89

      Y es que las fuerzas de Carmen Góngora, aunque fingiera padecer enfermedades, daban para mucho. Según Encarnación Alcalá, desde muy pronto comenzaron a realizar servicios tales como socorrer a los perseguidos, eludir los encarcelamientos de derechistas, conseguir certificados médicos para boicotear al Ejército Popular e, incluso, pasar a gente a la zona nacional.

      Tanto movimiento hizo que al SIM se hiciese sospechosa aquella casa y bien pronto comenzaron los registros policíacos. Apenas se sabía que estaba la policía, Carmen Góngora se apresuraba a acostarse fingiendo una grave enfermedad y de este modo consiguió que en infinidad de registros no se la llevaran.90

      Otra actividad desarrollada por el Socorro Blanco, que le valió ganarse la admiración de todos los sectores derechistas de la capital, fue la asistencia económica a derechistas.

      Eso era el Socorro Blanco, que eso sí era de tapadillo y eso nos socorrió a nosotros. (Pregunta) Ese Socorro Blanco eran, supongo, personas de derechas que sabían que personas lo estaban pasando mal... (Mercedes) Exacto [...] mientras tanto nos dejaban las cestas que me acuerdo yo del chocolate, mi hermano y yo nos peleábamos por el chocolate.91

      En cualquier caso, esa actuación convirtió a estas personas en fantasmas y su actuación en novelas policíacas. Precisamente ese carácter oculto e intrigante era rechazado por algunas de las personas que tuvieron protagonismo en Falange durante los cuarenta. El carácter fascista casaba poco con el misterio:

      Yo no he estado en eso del Socorro Blanco. Esas eran organizaciones con mucho misterio. Yo tenía una amiga maestra, que tenía mucha gracia, que era del Socorro Blanco (Rojo), pero ¡era de derechas!, lo que pasa es que era una hipócrita. Yo, para eso, no he valido en la vida [...] Estaba el Socorro Blanco, pero que yo sepa... Habría cuarenta cosas ocultas. El Sindicato de la Aguja lo he conocido yo después de guerra, a Carmen Góngora, que tampoco le tenía yo mucha simpatía, esa es la verdad. Fue un poco egoísta, abusaba de la gente que tenía...92

      Esta perspectiva, seguramente, se encuentra condicionada por dos elementos: nuestra informante no obtuvo ayuda alguna durante la Guerra Civil (más aún, su padre estuvo preso por ayudar a otros) y durante los años cuarenta las nuevas camadas falangistas tuvieron conflictos con los sectores vinculados al tradicionalismo y al catolicismo.93 Muy distinta era la perspectiva de aquellas «familias de los presos nacionales que se encontraban necesitadas».

      Como explicó Antonia Rodríguez Tuset, el Socorro Blanco se ocupaba preferentemente de ellas pidiendo ayuda en metálico y en especie a las familias pudientes de la capital para que Carmen Góngora la distribuyese. Una vez detenida la líder, la organización continuó con otro carácter. Su nuevo jefe sería Manuel Fernández Aramburu.

      Este señor además entregaba a la declarante dinero para que a su vez lo entregase al Sacerdote José Garín, que era el que se encargaba de entregarlo a una religiosa que había sido obligada a abandonar su Convento por los rojos [...] y a una mujer llamada Remedios González Amezcua que eran las que personalmente distribuían el dinero entre las personas necesitadas.94

      En el reparto de víveres estaba implicado Antonio Rodríguez García, que, años más tarde, llegaría a ser delegado provincial de Información e Investigación. Al parecer, el jefe directo de Antonio Rodríguez era Miguel Juárez, jefe de la Guardia Municipal de Almería y enlace directo con Carmen Góngora. Tanto Miguel como su hermano, Carlos Juárez, confiaban en Miguel Artero, que acabó denunciándolos al SIM.95 En definitiva, toda una red asistencial que no solo actuaba en la capital, sino en toda la provincia, y que contaba con conexiones tanto en el Levante peninsular como en Málaga, Cádiz y Granada.96

      A pesar de lo dicho, el Socorro Blanco era una organización limitada a la asistencia. No sería hasta que se convirtiera en Falange clandestina y se conectara con el SIPM cuando su actividad cambiara de carácter. En esa conversión desempeñaron un papel fundamental dos personajes: Manuel Fernández Aramburu y Manuel Mendizábal Villalba. Tampoco debemos desdeñar СКАЧАТЬ