Miserias del poder. Óscar Rodríguez Barreira
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      Según la declaración de Manuel Mendizábal, tras la detención de Carmen Góngora, las redes de asistencia a derechistas quedaron dispersas y descabezadas, de modo que Manuel Fernández Aramburu se ocupó de la reorganización. El trabajo de Aramburu fue más allá, pues no se contentó con reorganizar la clandestina, sino que la puso en contacto con el SIPM, le dio una nueva estructura tripartita y vinculó la organización a un funcionariado en un principio indiferente y, tras dos años de conflicto, filofranquista. La nueva organización, conocida como Red Hataca, contaba con un coordinador jefe: el funcionario de Hacienda Manuel Fernández Aramburu, y tres jefes de rama: el también funcionario de Hacienda Manuel Rodríguez Jerez (Socorro Blanco), el maestro nacional Manuel Trujillo Galera (Milicias) y el ingeniero agrónomo Manuel Mendizábal Villalba (Información de guerra).98 Manuel Rodríguez Jerez, que en la posguerra sería secretario provincial de la CNS, tenía una íntima amistad, seguramente por cuestiones laborales, con Fernández Aramburu, de manera que el Socorro Blanco en realidad era dirigido por este último.

      Sobre las funciones de cada una de las ramas, Manuel Mendizábal explicaba lo siguiente:

      El socorro blanco tenía la conocida misión de ayudar a las personas perseguidas por los rojos, para lo cual se recogían fondos no solamente de los miembros de la organización sino también de personas simpatizantes de la causa nacional.

      La rama de milicias tenía por finalidad controlar y encuadrar a elementos jóvenes dispersos por los distintos pueblos y en la capital y los cuales podían constituir una reserva utilizable en un momento oportuno. Los miembros de las milicias de la capital pertenecían en su mayoría a la caja de reclutas y batallón de ametralladoras de guarnición en Almería.

      Y, finalmente, la rama del servicio de información, dirigida por el que declara, tenía por misión recoger las máximas informaciones de carácter militar y suministrarlas, por los medios posibles, al bando nacional a fin de que este las utilizara en la forma más eficaz en beneficio de las operaciones de guerra.99

      Esta nueva estructura, con sus diferentes funciones, suponía un salto cualitativo con respecto a la organización de Carmen Góngora. Ya no se trataba de auxiliar material y espiritualmente a los derechistas. Ahora se trataba, además, de impedir la movilización antifascista y de crear una milicia antirrepublicana. Existían tres fines:

      Primero, suministrar datos de importancia militar para la zona nacional; este servicio era propiamente de espionaje. Segundo, practicar el socorro blanco y tercero organización militar interna de la organización.100

      Como se puede observar, se trataba de un esquema mixto que mezclaba las funciones de las cuatro secciones del SIPM y las de las milicias y los servicios de información de FET-JONS. Cosa lógica, dada la mezcolanza que hemos defendido más arriba. La última sección mencionada por Mendizábal se ocupaba no solo de los frentes en la provincia de Almería, sino que también abarcaba los sectores de Murcia y Cartagena. Para poder ocuparse de tan vasto territorio, la sección de información tenía agentes enlaces en Almería (Santiago García), Murcia (Antonio Martín) y Cartagena (José Montoya). Además, Luis Ciarán, infiltrado en el Ejército republicano, ejercía el mismo puesto indistintamente en Murcia y Cartagena.

      Una vez Mendizábal reunía y clasificaba los datos recogidos, se los transmitía a Fernández Aramburu, quien se encargaba de cursarlos a la zona nacional «utilizando para ello los guías que suministraban el Servicio de Policía e Investigación Militar de la zona nacional, sector S7».101 El contacto con el SIPM del bando nacional se estableció gracias al pase desde Almería a Melilla de Juan Eugenio Iglesias, quien una vez allí informó a la inteligencia del Ejército de la existencia de una organización clandestina en Almería. Además, según Emilio Salvador Guijosa, también tuvieron importancia las redes familiares, ya que «un familiar del Sr. Fernández Aramburu residente en zona nacional se puso en contacto con él por medio de un enlace [seguramente Juan Eugenio Iglesias]».102

      La vinculación de Manuel Trujillo con Aramburu y su Red Hataca fue aún más rocambolesca. Al parecer, Trujillo pertenecía a FE-JONS y se infligió una herida para esquivar la represión republicana. Al ser trasladado a un hospital en Lúcar, comenzó a formar un grupo de derechistas utilizando el sistema triangular de la primitiva FE-JONS a fin de sabotear al Gobierno Rojo. Fue entonces cuando conoció la existencia de «una organización que presidida o dirigida por el Sr. Fernández Aramburu estaba controlada por el SIPM nacional, apresurándose a ofrecer a dicho Sr. su colaboración y la del grupo que el dicente había organizado».103

      En principio el grupo de Trujillo gozaba de cierta autonomía, pero conforme fue pasando el tiempo, Fernández Aramburu imprimió a toda la organización una férrea disciplina. Las milicias tenían un cuadro de mando compuesto por Manuel Trujillo como jefe principal y Juan Ruiz Alarcón y Fructuoso Pérez Barceló como sus ayudantes principales. Además, las milicias tenían sus ramificaciones en el campamento Álvarez de Sotomayor y en la capital. Los encargados de ambos grupos eran el alférez Emilio Salvador Guijosa y el comandante de ingenieros Miguel Márquez Soler. También tenían un infiltrado en censura militar, José Antonio Franco Franco, quien se ocupaba de dar «notas de todo aquello que se escribía con relación a la organización y que se confiaba al correo».104

      También se ocupaba de filtrar la correspondencia de la organización sin pasar por la correspondiente revisión. Más potente era la organización en el Centro de Reclutamiento e Instrucción Militar (CRIM), donde Juan Ruiz Alarcón tenía encuadrados a más del noventa por ciento de los empleados. «Esto era sumamente importante para sabotear las llamadas de quintas por el gobierno rojo, dar inútiles totales o parciales a los quintos que convenía». En la comandancia militar tuvo una especial actuación Rodríguez Mendo, quien no solo se dedicó a la captación de personal, sino que también realizaba octavillas clandestinas que se repartían por la ciudad para socavar la moral de la retaguardia. Por último, cabría mencionar la célula que funcionaba en el Hospital Militar dirigida por el enlace Antonio Moral Guillén. En esa institución Moral tenía organizadas varias escuadras que procuraban retener el mayor tiempo posible al personal de derechas a fin de que no fueran enviados al frente. Para conseguir estos fines procuraban dotarlos de preparados químicos que les provocaran falsas enfermedades de estómago y de los ojos. Todo un complejo entramado que perseguía el sabotaje y la dislocación de la retaguardia republicana. Para ello se sirvieron de diferentes estrategias:

      Todo lo que fuera sabotaje se practicaba a gran escala. Así, se acaparaba la moneda fraccionaria para dificultar la compraventa corriente y diaria en mercados, cafés, etc. Y, sobre todo, se hizo intensa campaña entre los campesinos para que no sembraran sino aquello que sirviera para el consumo suyo y de su familia, ya que el gobierno rojo les iba a robar el resto o pagárselo en moneda que luego iba a ser inservible. Esta propaganda causó sus deseados efectos.105

      Estos sabotajes también tuvieron lugar en el Campamento Álvarez de Sotomayor con tal eficacia que, según José Pérez-Hita Jover, se produjo una rebelión entre los soldados acuartelados por la falta de comida. En cualquier caso, Pérez-Hita Jover destacaba sobre todas sus actuaciones la que tenía que ver con la recluta de derechistas.

      Quizá la labor más interesante llevada a cabo por los oficiales de derechas fuera la de librar de la muerte a muchos soldados que venían de sus pueblos al llamamiento de sus quintas tildados de derechistas. Así sucedía que llegada una expedición de un pueblo en la que todos eran rojos menos uno o dos. Los rojos informaban acto seguido mal de sus compañeros, estos quedaban fichados y era un peligro que fuesen destinados todos juntos al mismo frente.106

      He aquí una de las claves del problema. El intento de movilización total del Estado republicano topó con la oposición de su propio funcionariado que, ante los rumores de que a los simpatizantes de las derechas se les utilizaba como carne de cañón en el frente, se dedicaron СКАЧАТЬ