Miserias del poder. Óscar Rodríguez Barreira
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СКАЧАТЬ a Europa un ultimátum. Piratas alemanes bombardean Almería» decía El Socialista, mientras que Mundo Obrero titulaba «El salvajismo fascista nos ha declarado abiertamente la guerra». Entre tanto, el otro órgano de propaganda del PCE, El Sol, defendía la unidad: «La infame agresión de la escuadra de Hitler afirma la unidad del pueblo».38 Las representaciones de la espantá de Málaga y el plato de hierro, cenizas y lágrimas con el que Pablo Neruda convidó al obispo son ejemplos más que evidentes del símbolo internacional al que nos venimos refiriendo.

      Un plato para el obispo, un plato triturado y amargo,

      un plato con restos de hierro, con cenizas, con lágrimas,

      un plato sumergido, con sollozos y paredes caídas,

      un plato para el obispo, un plato de sangre de Almería.39

      No todo serían llamamientos en pro de la unidad. El secretario de la CNT abderitana, Antonio Vargas, nos relató su frustración ante la política contraria a los anarcosindicalistas tras la llegada de los malagueños. En su relato mostraba las debilidades y contradicciones de un discurso ácrata que, finalmente, acaba convirtiéndose al antifascismo.

      La colectividad la, la, la... la rompió el gobernador. Precisamente yo lo digo en mi libro. Hace poco, bueno hace unos años que hubo una mesa redonda y me llamaron a mí también. [...] Y yo cogí el micrófono [...] y dije: A nosotros nos destruyó, dio por desaparecido el sindicato de la industria pesquera, dio por desaparecido el comité de la industria pesquera. Y entonces me llamaron a mí y me entregaron, los los... los Guardias de Asalto me entregaron una carta del gobernador pero ¡claro! ha desaparecido porque lo dice él pero funcionaba [el sindicato de industria pesquera] pero al ser una orden de las autoridades tuvieron que cumplirla. Y nosotros [los anarquistas] tuvimos que andar con cuidado porque nos perseguía también.40

      Articular a la vez el discurso ácrata y el antifascista puede llegar a convertirse en una tarea hercúlea dada la inherente contradicción. Sin embargo, a ras de suelo, en el ámbito de las identidades, de los sentimientos y de una memoria que no entiende ni de fechas ni de evoluciones, todo resulta más sencillo. La experiencia cotidiana articulada en el testimonio de Petra Álvarez Rodríguez, una joven vinculada a Mujeres Libres primero y a la oposición antifranquista después, nos mostró cómo no existe problema alguno:

      A mí los alcaldes me gustan muy poco (Óscar) Risas ¿Ni si quiera los republicanos? (Respuesta) Ni los republicanos, a mi los alcaldes no me gustan (Óscar) ¿Y los presidentes del gobierno? (Respuesta) Yo sé que el gobierno... el gobierno somos nosotros... no nos vayamos a quitar puntos. Que haya alguno que nos dirija pero que nos dirija sin batuta (Fernando). (Risas) [...]

      (Óscar). O sea que a ti los que mandan no te gustan ... (Respuesta) A mí no me gusta que manden a mí me gusta que sean leales (Sofía). A ti es que te sale la vena anarquista (Risas) (Respuesta) No, no, no, no... No, déjate tú, Yo soy antifascista ¡¡ANTI!!fascista.41

      En último lugar, encierra más ironía el hecho cierto de que la Liberación de los derechistas malagueños supusiera un enclaustramiento, o sufrimiento, aún mayor para sus compañeros almerienses. Aún más, la entrada de los malagueños supone un antes y un después en la memoria, e historia, de la Guerra Civil almeriense.

      Antes de llegar a Motril, las carreteras estaban llenas de gente de refugiados que se venían para Almería, temiéndole a los moros, que fue cuando Franco hizo el convenio ese con los moros. [...] Tomaron Málaga y tomaron Melilla, y luego ordenaron, en aquellos entonces [...] que salieran los cazas a bombardear las carreteras, a ametrallar las carreteras. De Torre del Mar para acá, las carreteras, eso era, la sangre corría como el agua por las cunetas, de caballos, de seres humanos, de niños, ametrallándoles para que no se vinieran para acá, pero ya de antes, la gente, la que tenía tiempo, cerraba las casas y se venía, pero a los que no les dio tiempo, le pilló.42

      Este recuerdo catastrofista tiene, en la memoria izquierdista, otra fatal consecuencia: una carencia total de alimentos.

      Desgraciadamente la pérdida de Málaga lo echó a perder [la colectivización de la industria pesquera]. Hombre es que, es que... es que si había algunos alimentos aquí en el pueblo cuando llegar... lo terminaron todo, lo terminaron todo. Y eso lo echó todo a perder.43

      El recuerdo derechista es más crítico y desproporcionado. Estos no pueden olvidar la impresión causada por los anarquistas granadinos y malagueños:

      Y luego si nos faltaba poco vinieron todos los, los... los malagueños, los que venían huyendo de cuando tomaron Málaga... (Pregunta) ¿Qué pasó? (Margarita) Eso era ya... (Pregunta) ¿Qué pasó? Porque fue un camino dramático, con bombardeos... (Margarita) Eso fue horroroso se metieron en todas las casas, se llevaban yo qué sé el qué... a mi ama pobrecita le llevaron una cesta, unas cosas... un caos. [...]

      Ellos huyeron de las tropas de Franco. (Pregunta) Eso es. Y durante ese camino... (Margarita) Pero mire usted: no se crea usted, porque es que eran mala gente, porque lo llevaban en la sangre, porque la gente de los barrios les temían la gente de su igual les decía: ¡Que vienen los malagueños! Era un horror decir vienen los malagueños era lo más malo de este horror.44

      Lo más malo del horror también le quedó grabado a Mercedes Dobón, quien, mientras entrevistábamos a Juan José Pérez Gómez, nos explicó cómo los malagueños pintaban calaveras piratas en los automóviles. Una versión similar obtuvo Sofía Rodríguez en la entrevista que mantuvo con Brígida Gisbert:

      A comienzos del año 37 el ejército nacional llega hasta Málaga y los malagueños, temiendo algún tipo de represalia con ellos, emprendieron la fuga a pie para Almería [...] Asaltaban casas y hasta establecimientos. Aquello constituyó una verdadera invasión de refugiados; llegaban hambrientos, sucios y resentidos. Era gente sencilla, sin cultura y simpatizantes con ideas comunistoides. En nuestro portal, que era grande, con las paredes recubiertas de azulejos, se instaló una familia [...] También teníamos el peligro de que nos denunciaran al Comité como fascistas.45

      La llegada de los malagueños transformó radicalmente la vida cotidiana de los almerienses, mas estos testimonios no deben confundirnos. Siendo cierto que se produjo un repunte de la violencia política y de las carencias materiales, los verdaderos momentos sangrientos se produjeron durante el verano de 1936. Será durante este momento caliente cuando se muestre la cara más intransigente en ambos bandos y cuando aparezcan las redes de solidaridad derechista, pues durante 1936 más que de estructuras consolidadas solo cabe hablar de redes. Será a partir de 1937 cuando aparezca una maquinaria bien engrasada de boicot al gobierno republicano y de asistencia a derechistas.46

      La quema de iglesias, la violencia republicana, la persecución religiosa, la entrada de los malagueños y los bombardeos sufridos por la ciudad facilitaron la reacción de los derechistas, ya que los hechos de febrero a mayo de 1937 tornaron el conflicto entre ciudadanos, y de estos con el Estado, más profundo y radical. La construcción del discurso y Estado antifascista y la vertiente represiva, consustancial a esta política, acabaron con la disidencia ácrata, pero, al tiempo, convirtieron a muchos indiferentes o, simplemente, disidentes en opositores y/o quintacolumnistas. Al final de la guerra volvería a quebrarse la comunidad imaginada antifascista pero el primer giro de tuerca acaeció en 1937.

      La fuerza de esta construcción radicaba primero en la unidad en el seno del gobierno, y luego en la unidad real a diferentes niveles en todo el territorio. La meta era la movilización de una «España antifascista» que debía pasar del discurso a la realidad, СКАЧАТЬ