Название: Miserias del poder
Автор: Óscar Rodríguez Barreira
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Història i Memòria del Franquisme
isbn: 9788437093345
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El proceso no iba a estar exento de complicaciones. Muchos ciudadanos de a pie se quejaron de este control y de la apropiación de sus aparatos, ya que, en ocasiones, se realizó sin guardar las mínimas normas que garantizaran la propiedad. Por otro lado, la Quinta Columna estaba tan introducida en las entrañas mismas del Estado que iba a ser el propio Gobierno Civil quien dotara a esta de transmisores. A pesar de lo dicho, el Gobierno Civil comenzó a recibir las respuestas que esperaba. El 8 de mayo de 1938 el Consejo Municipal de Albox dirigía la siguiente nota al Gobierno Civil:
Conforme interesaba en su telegrama de fecha 30 del pasado mes de Abril y en cumplimiento del mismo, envío a VS relación detallada de los aparatos de Radio-Receptores que en la actualidad se encuentran depositados en este Centro de Telégrafos y otros, debidamente precintados sus locales, que pertenecen al Representante y Técnico de la Casa Phillips en esta población.117
TABLA 1.1 Relación de radios incautadas en la provincia de Almería (mayo, 1938)
Fuente: AHPAL. Gobierno Civil. Secretaría General. Orden Público/Derechos ciudadanos. GC-1923. Elaboración propia. * Se refiere a los aparatos intervenidos en la casa Phillips de la localidad.
Las quejas tampoco se hicieron esperar. En Cantoria fue José Padilla Sáez quien envío una carta al Gobierno Civil en la que se quejaba de los modos utilizados para apropiarse de su receptor de radio. Según Padilla,
... con fecha dos del corriente certifiqué un sobre a ese Gobierno Civil el que contenía una reclamación sobre aparato de radio como lo acredita el recibo que poseo de esta Administración de Correos n.° 3 del que hasta la fecha no he tenido el más pequeño aviso por este Ayuntamiento de devolución de dicho aparato.118
El gobernador civil no tardó en realizar gestiones para interesarse acerca de los motivos de la querella. Al parecer, el aparato de radio había sido requisado por la CNT y en los momentos de la reclamación estaba siendo utilizado por su directiva. El gobernador civil ya había decidido, previamente, ordenar al alcalde de Cantoria que hiciera «devolver a su legítimo dueño la radio descrita precintándola previamente en la forma ordenada»119 y, sin embargo, la reclamación del dueño continuaba vigente. Las razones para que la queja no hubiera sido satisfecha eran, en opinión de los anarcosindicalistas, más que claras. José Padilla era un derechista que no merecía ningún tipo de radio ni consideración. Según Manuel García, secretario del sindicato de oficios varios de Chercos, Padilla era un «individuo que no debía existir entre los vivos y tener inmuebles de este tamaño es la vergüenza de nuestra organización». De casta le venía al galgo, ya que no solo él, sino «toda su familia han sido toda su vida propagandista de derechas y usurpadores de la sangre del obrero».120
Esta opinión no era tan solo de la CNT; el resto de fuerzas obreristas de Cantoria tenían la misma opinión. En un escrito fechado el once de enero de 1938 y firmado y sellado por las JSU, la CNT, la UGT, el PSOE y el PCE, se emitían juicios completamente desfavorables a Padilla. Se trataba de un desafecto a la República y destacado derechista que no tenía por qué exigir ahora sus falsos derechos.121 Todas estas informaciones fueron remitidas al gobernador civil, que no dudó en cambiar su actitud ante el conflicto. El 21 de enero de 1938 enviaba un nuevo oficio al alcalde de Cantoria en el que le solicitaba que dejara las cosas como estaban.122
No todo serían protestas injustificadas e insatisfechas. En otras ocasiones nos hemos encontrado con protestas justificadas acerca de la manera en que se llevaron a cabo las incautaciones. En Cuevas del Almanzora, por ejemplo, el alcalde se había hecho con el transistor de Manuel Márquez Ocaña y lo había enviado al 884 Batallón de Guarnición de la localidad. Cuando el batallón abandonó Cuevas, el aparato desapareció, de modo que Manuel Márquez se quedó sin la posibilidad de que la radio volviera a sus manos. Presentada la queja correspondiente ante el Centro de Telégrafos, este organismo envió una misiva al gobernador civil en la que le instaba a que tomara cartas en el asunto, ya que era a Telégrafos a quien correspondían las requisas y el reparto de transistores.
El problema de Manuel Márquez era especialmente curioso y rocambolesco, ya que todavía se encontraba pagando los plazos de un aparato que no podía disfrutar.123 La represión por parte del Gobierno Civil estaba cantada, ya que la competencia en materia de radiodifusión correspondía a Telégrafos, de manera que instaba a la alcaldía a que anulara su determinación y devolviera a su dueño el aparato.124 Un caso similar le ocurrió al también vecino de esa localidad José Díaz Márquez, al que también le intervino la radio irregularmente el alcalde de Cuevas.125
Y es que el control de las ondas era una prioridad para el Estado antifascista. La radio, los periódicos, los carteles, las obras de teatro, las cartillas de lectura... Como ha mostrado Sandie Holguín, cualquier tipo de medio de comunicación era usado a fin de construir militantes:
... la propaganda generada por el Ministerio de Instrucción Pública y sus organizaciones subsidiarias presentaría en todo momento a los nacionales como una pandilla de fascistas decididos a mantener a toda costa a los obreros y a los campesinos en la ignorancia más absoluta con el fin de asegurarse su docilidad y decía de ellos que «son los paladines del negro pasado de incultura y analfabetismo que ha sido baldón de nuestra patria».126
En contraposición a esta imagen, los antifascistas eran los salvadores del pueblo, aquellos dispuestos a defender con las armas el derecho de las clases populares a la cultura y a la democracia. El discurso encontraba clara discordancia con la práctica real. El férreo control de las ondas de radio tenía su equivalente en las cartillas de lectura, claros ejemplos de adoctrinamiento político. Solo en este contexto se puede entender que únicamente se permitiera la posesión de receptores a los partidos y sindicatos o, a lo sumo, a determinadas instituciones del Estado.127 Es, cuando menos, sintomática la carta enviada por el comité provincial de la Liga Nacional de Mutilados de guerra.
Creyendo imprescindible, para la cultura y distracción de todos los Mutilados, de disponer de un Aparato de Radio, contando con pocas posibilidades para adquirirle por ningún medio, le solicitamos a VE ponga el interés que a su alcance pueda estar, para concedernos dicha petición, creyendo sepa interpretar como nosotros, que después de la transformación física por nuestros afiliados hemos de saber sustituirlo con el cerebro educándoles para dotarles de una cultura que les pueda permitir ponerse al lado de todo buen ciudadano, viviendo con su producción. Combatiremos también con esto, que al disponer de un salón recreativo las amarguras y sinsabores que adquiere un mutilado al disponer de un miembro menos podamos rechazarlas.128
Sin embargo, hay que observar todas estas peticiones con cautela. En muchas ocasiones detrás de estos escritos estaban sectores de la Quinta Columna que pretendían que el propio Estado republicano les facilitara su labor de captación de información y de propagación del derrotismo. El 3 de septiembre de 1938, el jefe del Centro de Telégrafos de la capital enviaba una nota al Gobierno Civil de Almería en la que el delegado de Guerra del Hospital Militar, el quintacolumnista СКАЧАТЬ