Miserias del poder. Óscar Rodríguez Barreira
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СКАЧАТЬ si bien matiza esta afirmación mostrando que en las publicaciones ácratas el tinte anticlerical nunca desapareció completamente. Pero ni los deseos, ni las disposiciones legales del gobierno, ni los periódicos reflejan el clima vivido en las calles. Mientras Negrín defendía en la prensa y ante la opinión pública internacional la libertad de culto en la retaguardia republicana, en las representaciones teatrales de las organizaciones obreras se escuchaban versos de este tenor:

      Detrás de los traidores

      están Tomás nuestros explotadores

      el burgués despreciable

      el cacique, el banquero

      el cura, la beata, el usurero

      esas gentes malditas

      que hacen del Cristo grande un pobre eunuco

      y el báculo y la mitra

      trocan en un puñal y en un trabuco

      son dos Españas, dos, ¡valga la frase!

       una España que muere. Otra que nace.58

      Los primeros precedentes de quintacolumnismo en Almería debemos buscarlos en los primeros momentos de la sublevación. Como explica Sofía Rodríguez, «la detección de una “quinta columna” o de la existencia de espías derechistas infiltrados en las organizaciones proletarias fue casi paralela al inicio de la guerra».59 En cualquier caso, y a pesar de que ya en esos momentos las redes de sociabilidad derechistas y religiosas se pusieron en marcha, lo que realmente se vivió durante el tórrido verano del 36 fue persecución, terror y paranoia. Era, en palabras de Martín del Rey, el momento del delirio de las almas cobardes.60

      El contexto popular anticlerical y antifascista favoreció la proliferación de dos actitudes sociales: el pánico por parte de los sectores sociales afines a la Iglesia, el capital, el Ejército y, sobre todo, a los partidos políticos derechistas. Y, por otro lado, la persecución, delación y, por qué no decirlo, paranoia conspirativa entre los sectores obreristas y republicanos que convirtieron en delito de lesa traición cualquier indicio de religiosidad o acomodación.

      Dado el clima inhóspito, muy tempranamente se articularon redes de ayuda a los perseguidos.61 Las principales redes que se pusieron en marcha fueron las familiares, las de las asociaciones confesionales y las de los partidos políticos derechistas. Sería más adelante cuando se activaran otras redes más potentes, capacitadas y efectivas: las de los burócratas y funcionarios del Estado. De momento, en agosto de 1936, el peligro, a decir de la propaganda obrerista, provenía de dos religiones: la católica y la fascista:

      Es altamente loable la labor depuradora que está llevando a cabo la Policía popular de Almería. Diariamente detiene a individuos adscritos a Falange Española y Acción Popular; algunos de los cuales son el pasmo y sorpresa de obreros y republicanos, al ver que han convivido con reptiles del fascismo encuadrados en círculos republicanos y en organizaciones obreras, de las que eran espías y delatores.62

      En este contexto no puede desengañarnos que las primeras redes con ciertas connotaciones de oposición a la comitecracia fueran las de los aledaños al Palacio Episcopal y las de los consulados y embajadas.63 Si bien en esos momentos, más que de oposición antirrepublicana, cabría hablar de la creación de espacios protegidos para poder articular el discurso oculto, a fin de preservar la identidad, y de mera lucha por la supervivencia. Serán esas mismas personas y redes las que, meses más tarde, articularían la verdadera Quinta Columna. El terror a los paseos, las checas y al Servicio de Inteligencia Militar (SIM), así como la incapacidad para concebir la vida social sin la práctica religiosa fueron hechos objetivos que se convirtieron en los marcos de injusticia que facilitaron la acción colectiva antirrepublicana.64

      Empero, veamos testimonios que refrendan la construcción de una identidad de víctima y cómo percibían los derechistas y católicos los primeros momentos de la guerra. Al entonces adolescente Antonio Andrés Díaz, por ejemplo, no le hizo falta unirse a la sublevación para que, a pesar de su corta edad, le detuvieran:

      En mi casa, yo estuve en mi casa hasta que en el mes deeee... bueno no tan, no pasó tanto tiempo porque antes de que terminara julio ya me detuvieron. Fueron a mi casa a por mí, yo estaba estudiando. Recuerdo que estaba estudiando álgebra. Estaba estudiando álgebra cuando se presentaron en mi casa.

      El miedo sentido debió de ser enorme y mayor aún lo sería cuando trataron de enviarlos al campamento Álvarez de Sotomayor, lugar en el que se llegó a fusilar a algún detenido. Gracias a la intervención del gobernador civil, el joven falangista salvó la vida, pero el proceso de reeducación que le esperó no le convirtió, precisamente, ni al marxismo ni a la República:

      Aquel hombre se enteró de que nos iban a llevar a Viator que éramos unos menores de edad y se presentó en la cárcel y nos vio y dijo esto noooo esto no puede ser y lo echó para abajo. No, no es que los hemos... No aquí el gobernador soy yo y el que manda soy yo y estos jóvenes no salen... (Óscar) Eso fue Morón... (Respuesta) Que vengan, que vengan gente de los distintos partidos que hablen con ellos, que tal... que los instruyan que esto y que lo otro y que se hagan afiliados de los partidos cuando salgan...65

      Tras la reeducación fue puesto en libertad, siempre con la condición de que se afiliara a algún partido o sindicato obrero: «no cumplí el compromiso». Y es que, como manifestó un indignado Juan José Pérez Gómez, «en aquella época eran los comunistas los que mandaban». Lo único que podían esperar los caballeros españoles era muerte y dolor.

      Yo después salí huyendo porque los amigos míos, los habían, los habían fusilado. Estaban los Spottorno que eran los hijos del catedrático de dibujo, eran tres hermanos y a los tres los fusilaron los comunistas en los primeros días [...].

      (Óscar) Y entonces lo que hizo fue esconderse. (Juan José) En los primeros días esconderme. [...] En casa de mi novia entonces yo y mis hermanos todos nos fuimos. (Mercedes) Eran nueve. Seis, tres mujeres y yo. (Juan José) Y nos fuimos a casa de mi novia hoy mi mujer. Y luego yo ya me fui huyendo por ahí por los cortijos.66

      También se podía sufrir cautiverio por resistirse a modificar las clásicas normas de cortesía católico-burguesas. Carmela Gisbert pudo ver cómo su madre era detenida en Comisaría por ello. «No se podía decir “adiós", salud se decía. Entonces va una amiga de mi madre y dice: “Salud Carmen” y dice “Vaya usted con Dios, que yo no estoy tan saludable como usted". Entonces las dos van a comisaría». Una sensación de incomprensión y temor similar debió de vivir Adela Pérez, viuda del fusilado Manuel Cassinello y madre de la posterior edil tardofranquista María Cassinello, cuando vio cómo su madre se despedía del Tribunal Popular de una guisa similar a la madre de Carmela Gisbert.

      Mi abuela fue juzgada, estuvo presa en «Gachas Colorás» por fanática religiosa y beata cien por cien y repartir propaganda fascista que eran los bonos de la tienda asilo para que fueran a comer la gente de las cuevas bueno pues... Y el día del juicio pues estaban ahí delante y cuando terminó les dijo: queden ustedes con Dios y mi madre dijo: la fusilan.67

      En este clima el personaje más odiado era, evidentemente, el obispo. Dada la tensa situación, las autoridades republicanas y muchos prebostes de la ciudad tenían interés en que Diego Ventaja abandonara la ciudad. Tal y como ha explicad o Juan López Martín, Ventaja gozó de varias oportunidades para huir a la zona rebelde. A pesar de los evidentes riesgos que corría, el obispo Ventaja las rechazó, ya que entendía que su deber era quedarse con sus fieles. Esa actitud le valdría la admiración, aunque póstuma, de la mayor parte de los almerienses. Fue su perdición. СКАЧАТЬ