Mujeres intensamente habitadas. María Alfonsina Angelino
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СКАЧАТЬ un grupo de personas que escribe o dibuja una composición en secuencia, cada uno de los cuales solo puede ver el final de lo que escribió el jugador anterior.

      15. Ver “Detrás de Escena 2. Guiones antecedentes”.

      16. Ver “Detrás de Escena 2. Guiones antecedentes”.

      17. Tomo como referencia aquí la perspectiva trabajada por Menéndez que, a lo largo de sus producciones, fue caracterizando el Modelo Médico Hegemónico (MMH). “Las principales características son las siguientes: biologismo, a-sociabilidad, a-historicidad, a-culturalismo, individualismo, eficacia pragmática, orientación curativa, relación médico/paciente asimétrica y subordinada, exclusión del saber del paciente, profesionalización formalizada, identificación ideológica con la racionalidad científica, la salud/enfermedad como mercancía, tendencia a la medicalización de los problemas, tendencia a la escisión entre teoría y práctica. [….] Si bien el saber biomédico, especialmente en algunas de sus especialidades y orientaciones, toma en cuenta los niveles psicológicos y sociales de los padecimientos, la biomedicina en cuanto institución tiende a subordinarlos o excluirlos respecto de la dimensión biológica (Menéndez, 1978; 1981; 1983; 1990a, en Menéndez, E., 2002).

      Hablar de narrativas implica tomar algunas definiciones y precisiones. Es posible distinguir dos posicionamientos en la forma de análisis de la investigación narrativa (Bolívar Botía, 2010). El primero, que el autor denomina paradigmático, reconoce a la narración como un recurso metodológico para obtener datos, es decir, es un contenido técnico que se utiliza para categorizar y/o para formular teorías. El segundo posicionamiento entiende a la narración como una perspectiva de investigación propia que incluye diferentes estrategias metodológicas en la recolección de datos y en sus formas de análisis. La narrativa expresa importantes dimensiones de la experiencia vivida, porque media la propia experiencia y configura la construcción social de la realidad, en la que la subjetividad es una condición necesaria para su conocimiento (Bolívar Botía, 2002). Es una reconstrucción singular de la experiencia mediante un proceso reflexivo que da significado a lo vivido. Narración y relato se articulan, dado que este resulta un modo de comprensión y expresión de la vida en el que está presente la voz de quien narra (Ricoeur, 2006). Sin embargo, es preciso señalar que ese relato es el resultado de una coproducción entre quien (se) narra y el destinatario de esa narración –en este caso, yo en tanto investigadora.

      Muchas de las reflexiones que se plantean en este apartado intentan dar cuenta de este proceso de coproducción o autoría compartida. Lo compartido aquí se da en varias aristas. Por un lado, me identifico como mujer y como madre en relación tensional con el cuidado. Por otro, vengo construyendo un camino como activista, extensionista e investigadora en el campo de la discapacidad. Este escenario, la extensión e investigación en discapacidad, ha posibilitado la emergencia de los interrogantes centrales que provocaron la indagación que aquí se presenta. En ese sentido es que recupero la perspectiva de las feministas en tanto este posicionamiento será estratégicamente situado (Hardind, 1996; Haraway, 1995, en Biglia, B. y Bonet Martí, J., 2009) ‘desde dentro’.

      Al respecto, Rossana Reguillo afirma que “en el plano del análisis social, los sujetos empíricos son importantes en cuanto actualizaciones de matrices culturales; importa cómo hablan, desde un cuerpo que ha sido socialmente construido. […] Solo así, la subjetividad adquiere espesor analítico y pertinencia, en tanto destraba uno de los mayores problemas teórico-metodológicos que enfrenta la llamada corriente constructivista, la validez del orden del discurso como mediación analítica para la comprensión de la vida social” (1999:3).

      Para ello, combiné diferentes estrategias: conversaciones personales, conversaciones colectivas, espacios de conversación grupal, instancias de escritura cooperativa y comunicación virtual.

      Recuperando la perspectiva de Norman Denzin, entiendo la entrevista como un modo de escribir o hacer el mundo interpretándolo. Según el autor, esta “evoca interpretaciones del mundo, […] se coloca en una relación interpretativa del mundo que crea” (2001:8).

      Si la entrevista es una forma de traer el mundo a escena (Denzin, 2001:4), las conversaciones que se entraman aquí han narrado y dibujado mundos singulares pero, también, mundos compartidos en sus siluetas y movimientos, en sus vaivenes y ondulaciones, en sus caladuras y sus marcas. La singularidad se presenta como “diferencia mínima […] que se despliega en los cuerpos y está a la vista de todas, pero no pueden señalarse con el dedo, y es por ello que para captarlas en su movimiento hay que adiestrar la percepción, que aun adiestrada dura solo un instante, pero deja huellas” (Gorlier, 2008a:16).

      El desafío más intenso de todo el trabajo analítico quizás haya sido captar las mujeres singularmente sin individualizarlas y dejarlas allí ‘abandonadas’ en sus visibilidades e invisibilidades. Al fin y al cabo, estas marcas singulares como mujeres madres de discapacitadxs las inscriben, en algún sentido, en una trama que no les es propia pero que las contiene y las encarna singularmente.