Mujeres intensamente habitadas. María Alfonsina Angelino
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СКАЧАТЬ una crítica de las ideas y opiniones cuestionando representaciones acerca de la subjetividad femenina y su natural orientación al cuidado, su natural disposición a satisfacer las necesidades ajenas (Izquierdo, 2003). Se ha puesto en tela de juicio otra idea muy naturalizada acerca de esta disposición natural como fuente de realización y la confirmación personal. (7)

      En la teoría feminista se sostiene que la condición femenina como condición de explotación, como principio no solo explicativo sino justificatorio de la división sexual del trabajo, resulta un modo de producción y reproducción pero también –y fundamentalmente– un modo de socialización, de subjetivación de mujeres y de hombres. No es la biología lo que las ha puesto allí, en ese lugar y en esa subjetividad de lo cotidiano. Es la densidad de lo socio-históricamente generizado como exclusivo de lo femenino, materno, privado del cuidado, concomitantemente relacionado a lo no reconocido, no valorado e invisibilizado. Es decir, la tarea fundante de lo humano esencial a cualquier sociedad –como es el cuidado– sigue siendo aún naturalizada como femenina y desvalorizada por ello. Ocuparse de lo privado y lo doméstico, de lo no público, de lo no visible ha puesto a las mujeres en la invisibilidad. La crítica feminista y los estudios de la mujer han logrado abrir y volver visibles los múltiples invisibles de la actuación femenina. Estas luchas teóricas en el feminismo (acompañadas siempre de la movilización) han posibilitado abrir preguntas y debates para desarmar argumentos y muros teóricos, políticos, ideológicos, culturales, que aún necesitan seguir siendo discutidos.

      Decidí dar lugar a este interrogante, explotar el principio explicativo, fisurarlo y transformarlo en una pregunta de investigación. Sin embargo, mis inquietudes iniciales no buscaban situarse en un debate feminista por el cuidado, sino más bien en el anclaje y las tensiones que se generan al acoplarse al cuidado, la discapacidad.

      La segunda cuestión que surgió fue cómo encontrar ese punto de anclaje que hiciera productivo preguntarse: ¿por qué siempre son mujeres y qué singularidades configuran el cuidado femenino cuando este está atravesado por la discapacidad?

      Se configura así un entramado de invisibles singularidades entre quienes cuidan y quienes son cuidados y cuidadas. Ambos términos de la relación resultan, por tanto, invisibilizados en su existencia y subjetividad: las mujeres y lxs discapacitadxs.

      Lo que intento revelar es la compleja trama que configura a estas mujeres y sus relatos, que entrecruza indefectiblemente sus distintas formas de habitar y significar sus vidas y la de sus hijxs en una clave distinta a la que impone la noción hegemónica de discapacidad. En ese sentido, la estrecha y poderosa vinculación de las mujeres con la vida cotidiana –y la responsabilidad en sus problemas y dilemas– no resulta de la asunción de lo naturalmente prefigurado sino de lo ideológicamente construido como tal y, sin embargo, esta ligazón poderosa vuelve cada vez a instalarse en miradas, discursos y prácticas.

      En función de lo hasta aquí planteado, me interesa hacer una nueva entrada. Las mujeres que llegan al espacio de consulta no podrían ser caracterizadas como mujeres pasivas, quietas, inmovilizadas por la situación. Son mujeres activas y activadas en las querellas cotidianas por el reconocimiento de ciertos derechos, grandes conocedoras de las normas, leyes y decretos, y de sus oscuros laberintos de imposibilidad. Podría decir que son mujeres cansadas –por momentos, agobiadas–, pero siempre alertas, atentas, y diré (haciéndome cargo de la metáfora belicista) que son guerreras, luchadoras implacables. De hecho, lo que las lleva hasta el espacio de consulta es el incansable recorrido para conseguir lo que consideran les pertenece o lo que a su hijx le corresponde. Es decir, metamorfosean sus vidas y las determinaciones excluyentes en las que se ven involucradas junto a sus hijxs. Han vuelto ese escenario cotidiano de invisibilidad su trinchera y desde ella, como dice De Certeau, “metaforizan el orden dominante y lo hacen funcionar en otro registro” (2000:38). Es en ese registro del hacer cotidiano que procuro encontrar algunas nuevas pistas para entender el complejo campo de la discapacidad y sus abordajes, porque sabemos, siguiendo a Giddens (1986), que la vida cotidiana es simultáneamente habilitante y constrictiva, y por ello un importante escenario de conocimiento y reconocimiento. Nuevos discursos habilitan nuevas representaciones de las cuales emergen nuevas manifestaciones que generaran nuevas cotidianeidades.

      Por estas razones, decidí poner el mojón en esas, en sus historias, en sus testimonios; en esas mujeres que cuidan a otrxs –en este caso, a otrxs con discapacidad, sean estos parientes cercanxs, muy cercanxs, parientes políticos o simplemente vecinxs.

      Allí es donde me interesa poner el foco, en ellas –en lo que tengan para decir sobre ellas y sobre sus experiencias–, hablando quizás a través de sus hijos e hijas maridos, hermanos y hermanas, sobrinas y sobrinos, nietos y nietas discapacitados pero finalmente hablando de y desde ellas. Y como lo hago reescribiendo y reinterpretando los sentidos, también lo hago por y con ellas y por mí misma.

      Recuperar sus voces, sus latidos, sus vidas; sus experiencias propias y ajenas de preocupaciones, maltrato y desazón, pero también de deseos, esperanzas, búsquedas y logros reconstruidos en sus relatos. Surgen entonces interrogantes que orientan las búsquedas teóricas y posibilitan su problematización.