Mujeres intensamente habitadas. María Alfonsina Angelino
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СКАЧАТЬ (10) configuran las narrativas de estas mujeres?

      Si bien tanto los interrogantes teóricos como los empíricos fueron transitados, diseccionados y sistematizados, en una primera aproximación no buscaron ser respondidos –explicados–, sino que posibilitaron abrir aún más la problemática y la direccionalidad política de estas preguntas. En ese sentido, se formularon preguntas-ejes en perspectiva empírica. ¿Cómo narran las mujeres estos compromisos? ¿Cómo es vivida, sentida, ordenada, transitada la discapacidad por estas mujeres? ¿Qué concepciones e imágenes sobre la discapacidad aparecen en sus relatos y con qué términos se la nombra? ¿Qué lugar ocupa el diagnóstico/pronóstico en esa configuración del cuidado? ¿Qué papel juegan y qué posiciones ocupan los profesionales en la consolidación de imágenes de la discapacidad?¿Cómo se construye/configura la vida cotidiana y la organización de la vida familiar? ¿Quiénes participan del cuidado? ¿Cómo se definen los lugares y responsabilidades, las temporalidades y espacialidades del cuidado?¿Qué desafíos se plantearon y quiénes son sus congéneres de cuidado y conversación? ¿Cómo significan el papel y el vínculo de participación en espacios colectivos y/u organizaciones de la sociedad civil?

      En lo que sigue, doy cuenta de los distintos momentos y estrategias metodológicas que puse en marcha para dar espesura a estas búsquedas. Para ello, articulo o acoplo teorías provenientes de dos recortes teóricos: la discapacidad y la teoría feminista.

      En primer lugar, con referencia al concepto de discapacidad: así como es posible encontrar una definición de este habitualmente utilizada, más cercana al sentido común, las políticas públicas han tenido que definirlo también; denostado, desusado, culpado de los males de lo que nombra, ha sido muchas veces abandonado por mejores eufemismos del mismo contenido.

      Para problematizar hay que ser valientes. El temor es enemigo de la pregunta. No deberíamos temer a la fuerza que las palabras poseen sino reconocer las tensiones y ambigüedades que tienen las prácticas y los discursos. Esa es una de las claves que, sacándonos de la incomodidad, nos permiten crear nuevos modos y nuevas palabras. Si somos capaces de advertir aquí una oportunidad de reconstrucción de esta idea, quizá seamos capaces de transformar algo más que las palabras. Transformar vidas. Dos oportunidades juntas. No siempre es posible.

      En segundo lugar, como afirmaba anteriormente, abordo la relación entre cuidado y discapacidad en la clave de las teorías feministas. Un territorio teórico nuevo para mí y, por tanto, doblemente desafiante. No es una investigación feminista sobre el cuidado, no podría serlo cuando mi conocimiento de este territorio es aún exploratorio. Sin embargo, haré uso de algunas herramientas de los debates del feminismo porque creo en la potencia de ciertos conceptos para (des)colocar referencias cristalizadas. Como afirma Dora Barrancos (2013), el concepto de género puede servir como categoría de alta negociación y, por lo tanto, también se trata de una oportunidad.

      El hecho de que las entrevistadas sean mujeres no hace feminista el planteo o el enfoque de esta investigación. Elegí mujeres como punto de vista situado. Tal como sostiene Sandra Harding (1998), mucho del corpus de producción desde cierto feminismo se ha sostenido en su postulado “empieza por la vida de las mujeres”, como si con esto alcanzara para hablar de un método y un objeto de estudio feminista. La teoría del punto de vista en el feminismo es básicamente epistemológica y no necesariamente metodológica en sentido restringido. Así, Martha Castañeda Salgado afirma que “poner a las mujeres en el centro de la investigación feminista significa más que enunciarlas: requiere pensarlas a ellas y organizar la investigación en relación con ellas” (2008:86).

      En este desplazamiento del “sobre” las mujeres a “con” las mujeres interviene, de manera importante, el reconocimiento de la propia condición de género de quien investiga en tanto mujer; implica lo que Harding denomina situarse “en el mismo plano crítico que las mujeres con quienes realizamos la investigación” (en Castañeda Salgado, 2008:86).

      A lo largo de la presentación de este apartado, doy cuenta de mi implicación subjetiva con estas mujeres y de ellas conmigo. Entiendo que lo narrado puede ser entendido como diálogo intersubjetivo, que emprendí con estas mujeres que cuidan. Esto supone entender que lo producido como relato es fruto de una relación mutua, de una interpelación en la cual es posible clarificar las posiciones relativas de cada quien en la investigación y establecer una diálogo intragenérico, que es ético en tanto apuesta al respeto de cada una de las implicadas, sus decires y los usos que de ello se haga (Castañeda Salgado, 2008).

      Inicialmente, manifesté cierta intranquilidad y cierto disgusto con mi papel de investigadora, sobre todo en los momentos de conversación (clásicamente denominados entrevistas abiertas). Quizás ese malestar se relacionaba con la presión de ciertos requerimientos de cientificidad pulida y desprovista de sensaciones, con la pretensión y presión por la objetividad neutral a la hora de establecer las interacciones entre entrevistadora y entrevistada. Pierre Bourdieu plantea que “no importa qué se haga con ella, toda [entrevista] es una relación social que genera efectos (variables según los diferentes parámetros que pueden afectarla) sobre los resultados obtenidos” (1999:528).

      Varios apartados de este libro dan lugar y le ponen palabras a la implicación no como materialización de una autorreferencialidad sino como producto de un invisible campo hermenéutico en el que, como mujeres que cuidamos, nos narramos a nosotras mismas en nuestra singularidad. A partir de las narrativas de estas mujeres acerca del cuidado he vuelto también sobre mis propias narrativas del mismo.

      En esta clave encaré este trabajo de conocer, describir, comprender y caracterizar las representaciones y prácticas de cuidado, las vivencias significativas, las situaciones particulares y las formas de entender el mundo vital que ellas me (nos) donaron en su narración. Con esos materiales, el desafío es ampliar el campo del debate teórico, político y ético de la discapacidad como relación y como práctica social sobredeterminada por un conjunto de intersecciones.

      No obstante, durante el desarrollo del trabajo, luego de escuchar lo que se narró y la aproximación a las teorías feministas y performativas, fui derivando los interrogantes hacia una dimensión imprevista por mí en los inicios. De otorgarle peso a las mujeres y la discapacidad como categorías centrales y mediadas por el cuidado, fui pasando a dar prioridad a esta última, confiriéndole СКАЧАТЬ