Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá. Darell L. Bock
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Название: Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá

Автор: Darell L. Bock

Издательство: Bookwire

Жанр: Религия: прочее

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isbn: 9781629462271

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СКАЧАТЬ ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios» (1 Corintios 3:21-22).

      «Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Colosenses 3:1-2).

      Esto es un reino redentor en el sentido de que ellos (y nosotros hoy día) somos sacerdotes y reyes: «Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años» (Apocalipsis 20:6). Juan informa a sus lectores originales en la primera parte de Apocalipsis que Cristo «nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre» (Apocalipsis 1:6). Pedro dice a los cristianos del primer siglo (y a nosotros), «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9).

      Así el reino de los santos con Cristo sobre tronos mientras Satanás está atado ilustra hermosamente el reino redentor ya establecido: Cristo trae su reino al mundo para batallar con Satanas durante su ministerio terrenal (Mateo 4:1-11; 12:28-29); Dios imparte formalmente sobre Él la autoridad para reinar en su resurrección y ascensión (Mateo 28:18; Romanos 1:4); y Cristo promete crecimiento continuo en la historia hasta el fin (Mateo 13:31-33; 1 Corintios 15:25). El Rey de reyes, quien posee toda autoridad, comisiona a sus siervos a traer otros a su reino, prometiendo estar con ellos todo el tiempo y bendecirles en su labor (Mateo 28:18-20; Filipenses 4:13). Los cristianos son vencedores (cf. 1 Juan 2:13-14: 4:4; 5:4-5) y están sentados con Cristo quien actualmente reina: «Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono» (Apocalipsis 3:21). La época milenial ya ha durado casi dos mil años; puede continuar por otros mil años o diez mil años o más, no lo sabemos.

      El «resto de los muertos espirituales» no participan en esta resurrección espiritual. En verdad, ellos «no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años» (Apocalipsis 20:5). En ese momento se implica que estarán físicamente resucitados para estar sujetos a la «segunda muerte» (tormento eterno), la cual comienza en el Día del Juicio (Apocalipsis 20:11-15). En ese momento, por supuesto, Dios resucitará a toda la humanidad físicamente (Job 19:23-27; Isaías 26:19; Juan 5:28-29; Hechos 24:15; Romanos 8:11, 23; Filipenses 3:20; 1 Tesalonicenses 4:16).

      El reino de Cristo explicado simbólicamente por Juan muestra la gloria trascendente del cristianismo en el mundo. Mientras su reino se extiende por medio de la predicación del Evangelio; la justicia, la tranquilidad y la prosperidad llegarán a dominar el mundo maravillosamente. No sabemos cuándo su reino alcanzará esta altura o cuánto tiempo prevalecerá, pero la gran visión de Juan nos anima a entender que nosotros participaremos por mucho tiempo en su crecimiento mientras adoramos y servimos al Rey Jesús.

      CONCLUSIÓN

      El argumento acerca del posmilenialismo comienza con la creación, se desarrolla por medio de la redención, y está asegurado por la revelación. Desde Génesis a Apocalipsis la historia de la tierra es el enfoque del universo en el desarrollo del plan maravilloso de Dios para su propia gloria y el bien de su mayor criatura, el ser humano. La providencia obra despacio. La historia es larga. Nosotros somos impacientes. Pero la voluntad de Dios se hará sobre la tierra como se hace en el cielo, por medio del Evangelio que Él ordena con «el poder de Dios para la salvación de todos los que creen» (Romanos 1:16).

      La naturaleza lenta y deliberada del avance providencial del reino nos hace recordar al niño pequeño que juega a los pies de su abuela mientras ella cose un tapete decorativo. Desde abajo, el niño solamente puede ver un caos de colores e hilos cortados y mezclados. Pero desde su punto de vista superior, ella puede ver el desarrollo de una obra de arte que sigue un modelo seguro. Una vez completado el proyecto, el niño ve su belleza y su perplejidad desaparece en deleite.

      Ahora vemos solamente una pequeña fuente de esperanza, pero esta fuente, que está fluyendo continuamente en la historia, se volverá un río de vida que un día inundará sus laderas.

      Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar. Y me sacó por el camino de la puerta del norte, y me hizo dar la vuelta por el camino exterior, fuera de la puerta, al camino de la que mira al oriente; y vi que las aguas salían del lado derecho.

      Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos. Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado. Y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre?

      Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río. Y volviendo yo, vi que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado. Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas. Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río. Y junto a él estarán los pescadores, y desde Engadi hasta Eneglaim será su tendedero de redes; y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del Mar Grande. Sus pantanos y sus lagunas no se sanearán; quedarán para salinas. Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina. (Ezequiel 47:1-12)

      Robert B. Strimple

      Quisiera expresar mi agradecimiento por el intento del pastor Gentry de establecer su escatología posmilenial sobre una base bíblica. Seguramente él ha enterrado la acusación (que se oía frecuentemente en el pasado) de que el tipo de posmilenialismo evangélico que él promueve depende de presuposiciones liberales, humanistas, y evolucionistas; como él mismo afirma en la nota 73, cuando se usa correctamente el término «no puede existir el posmilenialismo liberal… por definición, el posmilenialismo cree que Cristo volverá después del milenio. ¿Qué teologo liberal cree que Cristo volverá para poner fin a la historia?» Aunque todavía permanece sin contestar la pregunta de si su intento de presentar un argumento bíblico para el posmilenialismo tuvo éxito.

      El señor Gentry promueve un tipo específico de posmilenialismo llamado «posmilenialismo teonómico». La teología contemporánea conocida como teonomía (también se le llama reconstruccionismo cristiano o teología del dominio) levanta sus propias dificultades con referencia a la exégesis bíblica, teología, y ética.92 Pero puesto que los distintivos del posmilenialismo teonómico no están enfatizados en el ensayo de Gentry, no serán tratados en esta respuesta. Sin embargo, se debe desafiar una afirmación —que «los Cánones de Westminster apoyan el punto de vista teonómico» (nota 24). La teonomía insiste que todas las leyes judiciales de Moisés, juntamente con las penas específicas para cada transgresión (incluyendo la muerte por crímenes como el asesinato pero también adulterio, homosexualidad, blasfemia, y rebeldía incorregible y física en los hijos) continuan siendo obligatorias hoy en día y que el gobierno civil debería aplicarlas. ¿Es esa la enseñanza de la Confesión de Fe de Westminster?

      El capítulo XIX de la Confesión de Westminster СКАЧАТЬ