Название: Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá
Автор: Darell L. Bock
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9781629462271
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La rectificación del mal y del caos que Satanás trajo al mundo está por comenzar. Tasker escribe:
Por medio del conflicto con la maldad en la pasión de Cristo, la situación creada por la caída de Adán será cambiada. Fue por la desobediencia que el hombre fue sacado por Dios del huerto de Edén, por haberse sometido al príncipe de este mundo (31); ahora por la obediencia perfecta de Jesús sobre la cruz, el príncipe de este mundo será quitado de su posición.64
El Señor inmediatamente agrega el medio por el cual se logrará esta restauración: Cristo echará fuera el gran tentador de los seres humanos y atraerá a todo el mundo a sí mismo para la redención. La influencia masiva de la muerte reconciliadora de Cristo operará en la historia por medio de la atracción de personas durante toda la época (Isaías 2:2; Mateo 28:20), con el resultado que el mundo, entendido como un sistema de maldad, se volverá a Dios. No se logrará esto catastróficamente por imposición política, sino gradualmente por transformación personal e interna.65 Las personas que han sido transformadas por la redención, generarán un mundo transformado en justicia.
La atracción por la gracia de Dios finalmente resulta en una conversión masiva y sistemática de la gran mayoría de la humanidad. Esta atracción universal lleva a un mundo redimido, como indican otras Escrituras: Dios busca la redención del mundo como un sistema creado de personas y cosas —el mundo que Él ha creado (Génesis 1), del que Él es dueño (Salmo 24:1), y que Él ama (Juan 3:16). La palabra «mundo» en griego es kosmos, que habla de un arreglo ordenado, un sistema. Numerosos pasajes hablan del alcance mundial de la redención y son instructivos en las implicaciones escatológicas. Estos pasajes presentan claramente a Cristo en su obra redentora —de igual manera hablan explícitamente del efecto mundial de su redención, el cual ha sido asegurado por Dios.66
En 1 Juan 4:14 descubrimos la meta divina de Dios en enviar a su Hijo: Él es el Salvador del mundo. De modo que Juan 3:17 afirma explícitamente que «Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él». Juan 1:29 presenta a Cristo, estando verdaderamente en el proceso de salvación del mundo: «El cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Aún más fuerte es 1 Juan 2:2 donde Jesucristo es «la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo». Pablo aplica la obra reconciliadora de Cristo al mundo (Romanos 11:15; 2 Corintios 5:19).
En cada uno de estos pasajes, vemos la provisión segura de Dios para salvación completa y gratuita. Consecuentemente, cuando se habla de las acciones de Dios en Cristo, mostrándolo estar en el proceso de quitar los pecados del mundo (Juan 1:29), presentando a Cristo como el Salvador del mundo (1 Juan 4:14), con la intención de salvarlo en vez de condenarlo (Juan 3:17), como la propiciación por los pecados del mundo (1 Juan 2:2), reconciliandolo a sí mismo (2 Corintios 5:19; cf. Romanos 11:15) dicha idea debe ser protensiva, es decir, tiene que perdurar durante el tiempo. Esto significa que la obra de Cristo eventualmente efectuará la redención del sistema creado de personas y de cosas. Esa esperanza redentora está asegurada legalmente en el pasado, progresa gradualmente durante el tiempo, y resulta en un sistema mundial redimido en el futuro, un mundo que opera en base a la justicia como Dios originalmente lo quiso.
Estos pasajes no enseñan el universalismo en el que cada individuo se salva; al final, hay «cizaña» en el campo de trigo (Mateo 13:25). Al contrario, enseñan el propósito divino y seguro de un día venidero cuando el mundo, entendido como un sistema (un cosmos en vez de un caos) —el cual involucra la gran mayoría de la humanidad y las cosas, en todas sus relaciones culturales—será redimido. En ese día, el cristianismo será la regla, en lugar de la excepción; la justicia prevalecerá y la maldad se reducirá a proporciones mínimas. El sistema del mundo operará en base a la ética y la redención cristiana.
La aplicación de la redención de Cristo en la providencia de Dios gradualmente traerá un tiempo de adoración universal, paz, y prosperidad predicho por los profetas del Antiguo Testamento (Mateo 13:17; 1 Pedro 1:10-12). Tal como Juan explica a los cristianos del primer siglo que están soportando varias tribulaciones: Cristo es la propiciación no solamente por los pecados de ellos como un rebaño pequeño (Lucas 12:32), sino por los pecados del mundo (1 Juan 2:2). Esta es la expectiva del pacto para la historia; esta es la esperanza posmilenial.
Fue para llevar a cabo este maravilloso plan mundial que Cristo mandó a sus discípulos a cumplir con la Gran Comisión, de la cual ahora voy a hablar.
Mateo 28:18-20
Muchos conocen y aman la gran comisión, pero pocos la entienden. Cuando se la considera apropiadamente, esta es verdaderamente una comisión grande y un elemento fundamental de la esperanza posmilenial.67 Antes de la gran comisión, Cristo hace una afirmación denodada y necesaria: «Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra». Esta declaración preliminar revela un contraste dramático con la anterior humildad de Cristo. Él ya no habla más como lo hacía durante su estado de humillación: «El Hijo no puede hacer nada por sí» (Juan 5:19; cf. 5:30; 8:28). Pero ¿qué pasa en su ministerio? ¿Cuándo le fue dada esa autoridad?
Tanto la posición como el tiempo verbal de la palabra «dada» en la declaración de Cristo (Mateo 28:18) significan mucho. Este verbo aparece en la enfática posición inicial, y la forma temporal aoristo indicativo edothe indica una acción puntual en tiempo pasado. El momento cuando esto ocurre es obviamente cuando Jesús resucitó. Las circunstancias históricas de la gran comisión sugieren esto (Cristo lo dice poco después de la resurrección), y también lo hacen otros pasajes. Por ejemplo, Romanos 1:4 afirma de Cristo: «que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos».68 Filipenses 2:8-9 utiliza el mismo tiempo verbal69 para indicar la resurrección como el momento cuando Cristo recibe autoridad: «se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre». Como fue mencionado antes, esta autoridad cumple con lo dicho en el Salmo 2:6-7. La resurrección, pues, seguida por la ascensión, establece a Cristo como el Rey, quien tiene toda autoridad.
Hechos 2:30-31 está de acuerdo en que la resurrección de Cristo le concede la autoridad de un Rey: «Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción». Luego Pedro, haciendo referencia al Salmo 110 añade: «pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies» (Hechos 2:34b-35).
Mateo 28:18 indica que algo nuevo ocurre en la resurrección. En ese momento se le da toda autoridad. El botín de la victoria pertenece a Él — la victoria sobre el pecado, la muerte, y sobre el diablo le pertenecen a Él (Colosenses 2:14-15; Hebreos 2:13-14; 10:12-14).— Su nueva autoridad abarca un dominio universal, que comprende el cielo y tierra. Así, es idéntica con la de Dios el Padre (Génesis 14:19; Mateo 11:25), quien posee señorío sin límite. Como Kuiper observa: «La gran comisión usualmente se comprende como un mandato misionero. Es eso, y mucho más. Su tema es el Cristo soberano. Es una declaración gloriosa de su soberanía».70
Su autoridad está sobre toda otra autoridad, y también penetra todo lugar. No es solamente en el área espiritual (el área interior de las personas), sino en toda área de la vida. Sirve universalmente y comprensivamente como base para una cosmovisión cristiana verdadera. La palabra «toda» que está antes de «autoridad» se usa aquí en el sentido distributivo. A. B. Bruce nota que Cristo posee «cada forma de autoridad; tiene todo medio necesario para el avance del Reino de Dios».71 Cada área de pensamiento y actividad está bajo su autoridad: eclesiástica, familiar, y personal СКАЧАТЬ