Название: Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá
Автор: Darell L. Bock
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9781629462271
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Apocalipsis 20
Preferiría dejar Apocalipsis 20 fuera de mi presentación.82 Juega un papel demasiado prominente en el debate escatológico, echando su sombra sobre pasajes más claros, y trayendo confusión en el debate. James L. Blevins se queja que «el milenio llega a ser como una cola que mueve al perro».83 Después de presentar su exposición de Apocalipsis 20 en la defensa del premilenialismo, George E. Ladd confiesa: «Hay que admitir que hay problemas serios y teológicos con la doctrina del milenio»84. B. B. Warfield seguramente tiene razón cuando lamenta: «No hay nada que parezca más común en toda época de la Iglesia que el formular un esquema escatológico a partir de este pasaje, entendido imperfectamente, y luego imponer este esquema sobre el resto de las Escrituras vi et armis».85
El posmilenialista Loraine Boettner recibió críticas, sin embargo, por omitir Apocalipsis 20 en un debate escatológico anterior.86 Entonces, como Berkhof, yo considero este pasaje polémico con reservas: «Si bien esta idea no es una parte integral de la teología reformada, merece sin embargo consideración aquí porque ha llegado a ser bastante popular entre muchos grupos».87
Pero antes de hacerlo, tenemos que tener en cuenta dos consideraciones importantes. (1) El único lugar en todas las Escrituras que asocia un período de mil años con el reino de Cristo es la primera mitad de este capítulo. Si un milenio literal terrenal es una época tan importante y gloriosa en la historia de la redención (como alegan los premilenialistas), entonces es extraño que esa referencia a los mil años aparezca solamente en un pasaje en todas las Escrituras. (Es también notable que no aparezca en 1 Corintios 15 y 1 Tesalonicences 4, donde los premilenialistas esperarían ver dicha referencia.)
(2) Esto llega a ser aun más significativo cuando ocurre en el libro más figurativo de todas las Escrituras. Apocalipsis profetiza por medio de figuras simbólicas.88 ¿Si los mil años sirven como un marco literal de tiempo, porque solamente merece mención en un libro profundamente simbólico?
¿Cómo, pues, interpreta el premilenialista este pasaje? Los mil años en Apocalipsis 20 parecen funcionar como un valor simbólico, no limitado estrictamente a un período literal de mil años. Después de todo, (1) esta es claramente una visión porque comienza con las palabras, «Yo vi» (Apocalipsis 20:1); (2) el valor perfectamente exacto parece más compatible con una interpretación figurativa; (3) el primer evento en la visión es atar a Satanás con una cadena, que seguramente no es literal (ver abajo).
Pero, ¿de qué es símbolo el número mil? Mil es 10 x 10 x 10; diez es el número de perfección cuantitativa (aparentemente porque es el número de dedos de las manos o de los pies de una persona). Los mil años, entonces, sirven a Juan como un retrato simbólico de la gloria perdurable del Reino de Cristo establecido en su primera venida. El valor numérico no es literal, como tampoco lo es cuando se afirma que Dios es dueño del ganado sobre mil collados (Salmo 50:10), o en las promesas que Israel será multiplicada mil veces (Deuteronomio 1:11), o cuando se dice que el amor de Dios es por mil generaciones (Salmo 84:10), o compara mil años de nuestro tiempo a un día para Dios (Salmo 90:4; 1 Pedro 3:8).
En Apocalipsis 20:1-3 Juan narra las implicaciones negativas del triunfo de Cristo sobre Satanás, cuando «el dragón, la serpiente antigua, quien es el Diablo o Satanás» (versículo 2) está atado espiritualmente (griego deo). Estas ataduras restringen a Satanás de lograr sus designios malévolos en la historia. El ángel del cielo quien le ata evidentemente es Cristo mismo. (1) Cristo aparece en la imagen de un ángel en otras partes del Apocalipsis (cf. Apocalipsis 10:1 con 1:13-15). (2) La lucha de las épocas es en última instancia entre Cristo y Satanás. (Gen. 3:15; Mat. 4:1–11; Jn 12:31–32; Hechos 26:15–18), lo cual hace que sea ideal que sea Cristo quien ate a Satanas. (3) Mateo 12:28-29 nos enseña que Satanás fue atado durante el ministerio de Cristo y nos dice, en relación a la lucha entre los reinos de Cristo y de Satanás: «Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa» (Mateo 12:28-29; ver los versículos anteriores para notar la referencia al reino de Satanás).
Cristo logra atar a Satanás legalmente durante el primer siglo; la atadura restringe a Satanás más y más durante la era cristiana (es decir los «mil años»), con la excepción de un período corto inmediatamente antes de la segunda venida (Apocalipsis 20:2-3, 7-9). La atadura no resulta en la inactividad absoluta de Satanás; sino en la restricción de su poder por parte de Cristo. El contexto explícitamente cualifica el propósito de la atadura: para que (en griego hina) Satanás no pueda engañar a las naciones. Antes de la venida de Cristo, todas las naciones con la excepción de Israel estuvieron bajo el dominio de Satanás.89 De todos los pueblos de la tierra solo Israel fue un oasis en un mundo privado de Dios; solo ellos conocieron al Dios verdadero y la salvación.90 Pero con la venida de Cristo y la extensión del Evangelio del reino (Mateo 24:14; cf. 4:17, 23; Marcos 10:25, 29; Lucas 9:2, 6) más allá de las fronteras de Israel (Mateo 28:19; Hechos 1:8; 13:47; 26:20), Satanás comenzó a perder su dominio sobre los gentiles.
En Apocalipsis 20:4-6 vemos las implicaciones positivas del reino de Cristo. Mientras Satanás está atado, Cristo reina y su pueblo redimido participa con Él en ese reino (Apocalipsis 20:4). En estos participantes se incluye tanto a los vivos como a los muertos: los santos muertos en el cielo («los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios») y los santos que están perseverando sobre la tierra («los que (griego hoitines) no habían adorado a la bestia»).91 El Reino de Cristo involucra todos los que sufren por Él y entran al cielo arriba, y además los que viven por Él durante su peregrinaje terrenal —después de todo, Él tiene toda autoridad en el cielo y sobre la tierra (Mateo 28:18).
Según Juan, la «primera resurrección» asegura la participación de los santos (vivos y muertos) en el reino de Cristo (Apocalipsis 20:4-6). Esto se refiere a la resurrección espiritual de los que han nacido de nuevo por la gracia de Dios: «Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte» (1 Juan 3:14). «Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él» (Romanos 6:8). «Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús» (Efesios 2:4-6). «Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados» (Colosenses 2:13).
En verdad, en su evangelio, el autor de Apocalipsis compara la resurrección de la soteriología con la resurrección física de la escatología, en la misma forma que lo hace en Apocalipsis 20 (ver la discusión completa abajo):
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. (Juan 5:24-29, letra cursiva añadida por el autor)
Habiendo sido resucitados espiritualmente, los santos (ya sea en el cielo o en la tierra) están entronados espiritualmente. Apocalipsis 20:4-6 habla de los santos viviendo y reinando con Cristo, cosa que en otros lugares se refiere a una realidad СКАЧАТЬ