Название: Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá
Автор: Darell L. Bock
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9781629462271
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En contraste con la ardorosa futilidad de las naciones, la soberanía de Dios declara, «Pero yo [pronombre enfático en el hebreo] he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte» (versículo 6). Dios no habla de esta persona a quien ha puesto como «un rey», o como «el rey», sino como «mi Rey». El versículo 7 aumenta nuestro entendimiento de este nombramiento, mostrando al Mesías hablando por sí mismo: «Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy». El “decreto” es una afirmación de adopción por Dios, una coronación santa que establece el derecho de este Rey (2 Samuel 7:13; Salmo 89:26-27).
La palabra «hoy» sugiere un momento formal en el cual se le da el título al nuevo soberano. En lugar de ocurrir en la segunda venida de Cristo, como muchos creen, el Nuevo Testamento lo relaciona al primer siglo —en el momento de la exaltación de Cristo, comenzando con la resurrección. «Dios ha cumplido esto para los hijos de ellos, es decir nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el Salmo dos: “Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy» (Hechos 13:33; cf. Romanos 1:4). Desde la resurrección y ascensión Cristo ha estado instalado como Rey (Romanos 1:4), reinando a la diestra de Dios (Romanos 14:9-11; Efesios 1:20-22; Colosenses 1:18; 1 Pedro 3:22; Apocalipsis 17:14; 19:16). La gran comisión nos dice que a Cristo le fue dada toda autoridad —aparentemente cuando resucitó (Mateo 18:18; cf. el tiempo aoristo en Filipenses 2:9).
Pero, ¿qué pues, de esta instalación sobre el Monte Sion? Sion fue un sitio histórico, por supuesto —una fortaleza de los Jebuseos que David capturó y nombró «Ciudad de David» (2 Samuel 5:6-9). Cuando David trajo el Arca nuevamente a Sion, el monte fue consagrado (2 Samuel 6:10-12). Debido a su significado sagrado, el nombre «Sion» fue aplicado gradualmente más allá del sitio histórico hasta incluir también el Monte Moriah donde Salomón construyó el Templo (Isaías 8:18; Joel 3:17; Miqueas 4:7) y eventualmente, toda Jerusalén (2 Reyes 19:21; Salmo 48:2, 11-13; 69:35; Isaías 1:8).
«Sion llegó a simbolizar en la tradición hebrea el señorío de Dios, el Reino de Dios, un reino de justicia, rectitud, y paz.»52
Así también, Sion representa la nación entera de los Judíos (Isaías 40:9; Zacarías 9:13). En el nuevo Testamento, Sion y Jerusalén trascienden las realidades del Antiguo Testamento, alcanzando al mismo cielo (Gálatas 4:25-26; Hebreos 12:22; Apocalipsis 14:1). De tal manera que el centro del señorío teocrático ha sido trasladado al cielo, donde Cristo ahora preside sobre su Reino (Juan 18:36; Apocalipsis 1:5).
Ahora todo lo que el Mesías entronado necesita es pedir: «Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra» (Salmo 2:8). Notablemente, esta tarea de tomar las naciones la asigna a sus seguidores en la gran comisión:
«Id y haced discípulos de todas las naciones» (Mateo 28:19 a; ver abajo). Él reinará sobre ellos con su vara y desmenuzará a los que rehúsan someterse a Él (Salmo 2:9). Esto lo hace por medio de su Palabra poderosa y bajo su providencia soberana (Hebreos 1:3, 8-13; cf. Mateo 21:43-44). Por esta grandiosa esperanza, las naciones llenas de ira reciben una advertencia (Salmo 2:10-12):
Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.
Este Salmo continúa desarrollando el tema histórico y redentor de lucha y victoria que comenzó con el proto-evangelio. Palpita con optimismo histórico y sirve como un tratado posmilenial. Permíteme ahora considerar un ejemplo de los profetas.
Isaías 2:2-4
En Isaías 2:2-4 (y Miqueas 4:1-3) aprendemos que en los «últimos días» se observará la influencia universal y atractiva de la adoración a Dios, que requiere la dispersión internacional de la influencia del cristianismo. Esto resultará en un estilo de vida justo a un nivel personal y social, y paz a un nivel cultural y político. Isaías indica que durante los «últimos días» se observarán estas cosas —no en alguna época después de los «últimos días»: «en lo postrero de los tiempos» (versículo 2) quiere decir «durante». Según el Nuevo Testamento los «últimos días» comienzan con la venida de Cristo en el siglo primero.53 Cubren los días que restan de historia temporal hasta la segunda venida de Cristo, que será «el fin» (1 Corintios 15:24; cf. Mateo 13:39-40, 49). Son por tanto, los últimos días, después no hay más.
«Judá y Jerusalén» (Isaías 2:1) representan a todo el pueblo de Dios, igual que «Israel y Judá» en Jeremías 31:31, donde el nuevo pacto específicamente se aplica a la iglesia internacional en el Nuevo Testamento (ver la discusión previa). Las referencias al «monte», a «la casa del Dios de Jacob», y «Sion» se refieren a la Iglesia. Según la revelación del Nuevo Testamento, la Iglesia es el punto principal (aunque no la totalidad) del Reino de Dios (Mateo 16:18-19); ella es el templo y la casa de Dios.54 Ella es la manifestación terrenal de la ciudad de Dios (Gálatas 4:25-26; Hebreos 12:22; 1 Pedro 2:6; Apocalipsis 21:2) y está sentada sobre un monte para influenciar al mundo (Mateo 5:14; Hebreos 12:22; Apocalipsis 14:1; 21-10). Cristo efectuó la redención (Hechos 10:39; Romanos 9:33; 1 Pedro 2:6) y el cristianismo comenzó (Lucas 24:47, 52; Hechos 1:8; 2:1ff.) en la Jerusalén histórica. La «ciudad de paz» histórica simboliza la ciudad de Dios, multinacional, y suprahistórica, desde donde, en ultima instancia, fluye la paz de Dios.55
Isaías dice que la Iglesia de Cristo será confirmada (hebreo kûn) como «cabeza de los montes», indicando que ella estará «puesta permanente y visiblemente».56 Después de la frase introductoria «últimos tiempos», Isaías ha puesto la palabra «confirmado» para darle énfasis. En las representaciones del Antiguo Testamento, esta casa es gigantesca (Ezequiel 40:2); Jerusalén aumenta sus límites (Isaías 54:1-5) y es enaltecida (Zacarías 14:10). De igual manera, la Iglesia está confirmada para ser enaltecida sobre todo el mundo. Ella es un ente permanente y vivificante en la tierra; las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (Mateo 16:18), ni será removida (Hebreos 12:28).57 Tanto en Isaías 2:2 y Miqueas 4:1, el participio hebreo nifal se refiere a una condición que perdura, y lo mismo se implica en la representación de los versículos 3, 4 de la función de Jehová de enseñar, de juzgar entre naciones, y del estado de paz y seguridad que prevalece, cada hombre sentado debajo de su vid y debajo de su higuera y ninguno que tenga temor (esto último se menciona solo en Miqueas).58
«Correrán a él todas las naciones» (Isaías 2:2) esto es, hacia la Iglesia para adorar al Señor, quien las salva. La fuerza política no les obliga; al contrario, la gracia de Dios les impulsa. Allí, ellos serán discipulados en sus caminos y en su Ley (versículo 3). El cristianismo se convertirá en un agente de influencia redentora y de gracia sobre el mundo. El río creciente de personas persuadiendo a otros «venid y subamos» a la casa de Dios (versículo 3) describe al evangelismo exitoso que conduce a una prosperidad evangélica.
Con muchos convirtiéndose a Cristo en cantidades abrumadoras y recibiendo un discipulado en la Ley de Dios, sucede naturalmente una gran transformación socio-política (Isaías 2:4).
Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra. (Isaías 2:4)59
La paz para con Dios (versículos 2-3) es ocasión de la paz entre los seres humanos (versículo 4), la adopción derrota a la alienación. Esta profecía debería ser la meta de nuestras oraciones, «Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra» (Mateo 6:10).
Mateo 13
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