Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá. Darell L. Bock
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Название: Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá

Автор: Darell L. Bock

Издательство: Bookwire

Жанр: Религия: прочее

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isbn: 9781629462271

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СКАЧАТЬ a Cristo» (2 Corintios 10:5). El rico galardón de su obra redentora es el senorio sobre todo (Efesios 1:19-23; Filipenses 2:9-10; Colosenses 1:18; 1 Pedro 3:21-22; Apocalipsis 1:5; 17:14; 19:16).

      Después de asegurar el triunfante señorío universal, Cristo pone en marcha la maquinaria que empleará para lograr la meta de ejercer su dominio. Él encarga la extensión de la influencia de su Reino a su pueblo bendecido por el Espíritu, dentro del cual habita y a quien guía: «Por tanto id y haced discípulos de todas las naciones» (Mateo 28:19). Esto concuerda bien con todo lo que mencioné arriba: la gran comisión comprende todo el mundo. El Cristo ascendido manda que la Iglesia se expanda. ¿Ejecutaría su señorío soberano tan vigorosamente y mandaría a sus discípulos tan majestuosamente si no tuviera la intención de cumplir con su obligación?

      Con estas palabras, Cristo no solamente envía a sus discípulos a todas las naciones (Adams) para ser testigos (Feinberg), proveyendo un testimonio que demanda una decisión (Hoekema). Tampoco los comisiona sencillamente a proclamar un mensaje hasta los fines de la tierra (Pentecost), para predicar el Evangelio a todas las naciones (Hartog), universalmente el Evangelio (Hoyt) para hacerse de un pueblo de entre los pueblos o las naciones del mundo (Ice).72 Según las palabras claras de la gran comisión, Cristo manda a sus discípulos realmente a hacer discípulos de todas las naciones.

      La precondición esencial de la esperanza posmilenial evangélica73 es un evangelismo que lleva al nuevo nacimiento. Después de todo, «nadie puede ver el reino de Dios si no ha nacido de nuevo» (Juan 3:3b). De modo que Cristo nos manda bautizar a la gente para indicar que pertenecen a Él. La expansión del reino no ocurre por fuerzas evolucionarias, sabiduría humana, o estrategia política; viene por medio del servicio obediente a Cristo a medida se proclama el Evangelio, que es «el poder de Dios» para salvación (Romanos 1:16b; cf. 1 Corintios 1:18, 24).

      Aunque antes limitó su ministerio a Israel (Mateo 10:5-6; 15:24), Cristo ahora comisiona sus seguidores a discipular a «todas las naciones». El libro de Hechos, que continúa la historia de la fe cristiana donde los Evangelios la habían dejado, traza el progreso naciente del Evangelio entre las naciones.

      Abre con el mandamiento de Cristo a los mismos pocos discípulos a promover su mensaje «en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta los fines de la tierra» (Hechos 1:8); termina con Pablo en Roma, predicando denodadamente el Evangelio (Hechos 28:16, 31). Este progreso desde Jerusalén hasta Roma manifiesta miles de conversiones que testifican del dramático poder presente en el cristianismo.74

      Un número grande de eruditos reconocen que la gran comisión es «una referencia clara a la profecía en Daniel 7:14, no solamente con respecto al hecho sino con respecto a las palabras mismas».75 El pasaje en Daniel demuestra que después de que Cristo asciende al Anciano de Días (no después de volver a la tierra, v. 13), «le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvan; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido» (Daniel 7:14). Esto es precisamente lo que la gran comisión espera, que todas las naciones serán discipuladas bajo su autoridad universal, resultando en su bautismo en el nombre glorioso del Dios Trino.

      Es más, después de mandar con autoridad a los apóstoles a discipular a las naciones, Cristo promete estar con ellos (y con todo su pueblo) «siempre», en griego “pasas tas hẽ meras”, Mateo 28:20). Esto es, Él estará con ellos durante muchos días hasta el fin para supervisar que la tarea se termine exitosamente.76

      1 Corintios 15:20-28

      Juntamente con las parábolas del reino, y la gran comisión, el discurso de Pablo sobre la resurrección en 1 Corintios 15 nos provee una evidencia fuerte en el Nuevo Testamento para la esperanza posmilenial. Aquí, Pablo habla francamente del hecho de que Cristo está sentado en el trono e insiste con confianza que está reinando con el fin de dominar a sus enemigos en la historia.

      1 Corintios 15:20-22 bosqueja el orden fundamental de la resurrección escatológica: «Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho» (versículo 20). En el primer siglo, Cristo experimenta la resurrección escatológica; por eso, Él es la garantía y primicia, de nuestra resurrección futura.

      En los versículos 23-24, tenemos más detalles respecto al orden y a los eventos asociados con la resurrección: «Pero cada uno en su debido orden:77 Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin». Como Pablo entonces en el primer siglo, así nosotros todavía estamos esperando la venida escatológica de Cristo y nuestra resurrección. Según Pablo, la venida de Cristo marca el fin (en griego telos). En su segunda venida, la historia acaba ya que la resurrección ocurre en el momento del “fin”; no habrá después una etapa milenial sobre la tierra actual.78 La resurrección es una resurrección general de los justos y de los injustos (Daniel 12:2; Juan 5:28-29; Hechos 24:15), la cual ocurrirá en el día final (Juan 6:39-40, 44, 54; 11:24; 12:48).79

      Hay más, «Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia» (versículo 24). Es decir, el fin de la historia de la tierra ocurre «cuando» (griego hotan) Cristo «entregue» el Reino al Padre. En la construcción sintáctica aquí la entrega del Reino tiene que ocurrir en conjunto con el fin.80 El griego de la palabra «entregue» es paradidõ, que es un presente subjuntivo. Cuando el presente subjuntivo sigue después de la palabra hotan, esto indica una circunstancia presente relativa a la cláusula principal, aquí es «el fin vendrá». Entonces la circunstancia se refiere a la fecha del fin, cuando entregue el reino.

      Asociado con el fin predestinado aquí está la promesa que Cristo no entregará el reino al Padre hasta después de destruir todo dominio, autoridad, y poder. En el texto griego, el aoristo subjuntivo del verbo katargẽ sẽ (ha destruido) sigue después de la palabra hotan. Tal construcción indica que la acción de la cláusula subordinada (ha destruido) precede a la de la cláusula principal (el fin vendrá).81 No solamente eso, sino el mismo contexto demanda esto: ¿Cómo podría Cristo entregar un reino que no ha dominado todavía?

      Reuniendo estos datos exegéticos, vemos que el fin es contingente; vendrá en un tiempo no revelado, y no conocido cuando Cristo entregue el reino al Padre. Pero esto no ocurrirá hasta después de destruir todo dominio, autoridad, y poder. De modo que el fin no ocurrirá, Cristo no entregará el reino al Padre, hasta después de abolir su oposición antes de su venida. Esto armoniza perfectamente con las expectaciones proféticas y relacionadas con el pacto en el Antiguo Testamento —y con la esperanza posmilenial.

      Además aprendemos que «Preciso es que él [Cristo] reine [griego dei basileuein] hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies» (versículo 25). Aquí el infinitivo presente traducido «reine» indica que está reinando actualmente. Cristo ahora está activo como «el soberano de los reyes de la tierra» y «y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén» (Apocalipsis 1:5, 6). Aquí en 1 Corintios 15:25 aprendemos que Él tiene que continuar reinando, tiene que continuar poniendo sus enemigos debajo de sus pies. En el versículo 24 el fin está aguardando a que Él acabe con «todo domino, autoridad, y poder»; aquí, este demora hasta «que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies». Obviamente, Pablo espera que Cristo vencerá toda oposición antes del fin de la historia. El último enemigo que vencerá es la misma muerte —en la resurrección escatológica. Pero la derrota de los otros enemigos ocurrirá antes de esto, antes de la resurrección y durante el trascurso de la historia bajo su reino.

      En el versículo 27 Cristo claramente tiene el título para reinar, porque el Padre ha «puesto todo debajo de sus pies». Esta es la expresión de Pablo (citado del Salmo 8:6) equivalente a la declaración de Cristo que «me es dada toda autoridad en el cielo y en la tierra». Cristo tiene tanto СКАЧАТЬ