El Cristo preexistente. Gastón Soublette
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Название: El Cristo preexistente

Автор: Gastón Soublette

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9789561425378

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СКАЧАТЬ esperaban convencer a los judíos de que entonces su suerte no tenía otra explicación que la que ellos podían hallar en sus propias escrituras sagradas, con lo que los nazis procuraban generar en ellos una pasividad suicida (lo que motivó muchos años después la excelente película Juicio a Dios).

      Da la impresión de que la espiritualidad que la Ley generó en el sector santo de Israel determinaba una sensibilidad muy despierta acerca de lo que era la santidad, como una calidad humana que diferenciaba en extremo a los justos de ese pueblo, de los modelos humanos seguidos por otros pueblos. Esa sensibilidad es la que demuestra tener en su más alto grado Jesús y los apóstoles y todos los escritores sagrados que se refieren a las aberraciones y monstruosidades que los hombres de otros pueblos eran capaces de cometer. Es una sensibilidad muy fina que solo se daba al parecer entre los justos de la fe monoteísta hebrea, lo que parece transparentarse en figuras tan nobles como José hijo de Jacob, y el profeta Daniel, caracteres donde resplandece la caridad, la mansedumbre y la sabiduría, anticipando el tipo humano que caracterizará a Jesús. En ese sentido resulta reveladora la experiencia del profeta Daniel con el rey Nabucodonosor de Babilonia, quien lo tenía en alta estima y lo había puesto a la cabeza de los sabios (magos) consejeros del monarca. Como en el caso de José hijo de Jacob, este Daniel fue consultado por el rey acerca de un sueño inquietante que tuvo (Dan. 4,7-13). Él vio en su sueño un árbol gigantesco cuya copa tocaba el firmamento y cuyo ramaje se extendía hasta los confines del mundo, de cuyos frutos se alimentaban todos los hombres, a cuya sombra se refugiaban todos los animales y en cuyo ramaje tenían su morada todas las aves. Enseguida vio él venir un enviado del cielo que ordenó cortar el árbol y dejar solo la base del tronco y las raíces. Hecho lo cual, el emisario celeste dio la orden de que dejaran ese resto de árbol expuesto al aire y el rocío del cielo, y que se cambiara su espíritu humano por un espíritu animal, y tuviera su parte de alimento en la hierba del campo durante siete años; eso hasta que entendiera que el Altísimo domina sobre la realeza de los hombres y la entrega a quien le place, y que es capaz también de elevar al más insignificante de los mortales.

      La interpretación del profeta de esa rara narración onírica está referida obviamente a la persona del monarca. Él es el árbol gigantesco en la medida que su poder se ha elevado hasta el dominio de los dioses y se ha extendido a los territorios de todas las latitudes, ganándose la fama de ser el benefactor de todo el mundo.

      El árbol es abatido quedando a la vista solo la base del tronco y las raíces, por cuanto él es un rey que se ha exaltado a sí mismo por su propia vanidad, negándose a reconocer que hay un Dios que está por encima de todos los reyes. Su castigo consistirá en la pérdida de la razón quedando reducido a la condición de un animal que no puede seguir viviendo entre los hombres y debe buscar la compañía de las bestias del campo cuyo territorio y alimento compartirá con ellas. La base del árbol que queda representa al mismo rey, y su posibilidad de recuperar su reino solo si después reconoce la trascendencia del Dios de los hebreos, lo cual debe ocurrir en el término de un período de siete años. Se cita este pasaje del libro del profeta Daniel por el simbolismo que contiene en referencia al célebre emperador Nabucodonosor, independientemente de lo que la exégesis moderna haya descubierto en relación con las motivaciones de su inclusión en el texto y la época de su redacción.

      Esta curiosa historia, narrada con detalles en el libro del profeta Daniel, es muy rica en enseñanzas sobre el tema que estamos desarrollando sobre los tipos humanos que representan a los dos linajes fundamentales denominados como descendencia de la mujer y descendencia de la serpiente.

      La interpretación que se hace del sueño del rey deja en suspenso las verdades más pesadas que están implícitas en él. El hecho de que un emisario del cielo mande cortar el árbol significa que el imperio que ha construido Nabucodonosor es una construcción hecha por las fuerzas de las armas y el orgullo y la temeridad de un hombre que falsamente pretende pasar como un benefactor de la humanidad. La prueba de eso se halla en el versículo 24 del capítulo 4 del libro de Daniel, texto que dice: “Quieras tú señor seguir mi consejo: Expía tu pecado por la justicia, y tus iniquidades por la piedad hacia los desgraciados, esto podría ser la condición para que tu prosperidad continúe”.

      Pero más interesante que eso e íntimamente ligado a la mención de su injusticia y su iniquidad es la reducción del rey a la condición de bestia. Debemos ver en ellos otro mensaje en el sentido de que los hijos del linaje de la serpiente han dejado de ser humanos. Solo la intervención del santo profeta con su sabiduría, su mansedumbre y su caridad es lo que puede despertar el espíritu embotado del rey de Babilonia. Aunque la conducta disoluta y sacrílega de su sucesor, Baltasar, deje en evidencia la indigencia espiritual que afectaba a todos los administradores de tan brillante civilización.

      La continuidad de la historia narrada por Daniel es el mejor ejemplo que tenemos en la Biblia de la alienación mental que los dioses del Medio Oriente de entonces provocaban en los que le rendían culto. En varios pasajes se dice que Daniel se burló de ellos en presencia de reyes y altos personajes sin temer a las consecuencias, por lo que fue enviado al foso de los leones sin ser herido por las fieras.

      Asimismo hay pasajes en los que los reyes aparecen como divinidades que deben ser adoradas y ellos se prestan para esos manejos cuyos beneficios políticos esperan cosechar. También en numerosos pasajes se mencionan los castigos que el rey inflige a personajes de nota como el foso de los leones y la trituración. El texto dice que esos leones eran alimentados diariamente con animales de ganado y por dos cuerpos humanos.

      Todo el relato ha sido concebido para destacar, en forma por demás impactante, el contraste que resalta entre el profeta sabio, sereno y piadoso con la bestialidad de los que detentan el poder entre los asirios. Por eso en sus visiones apocalípticas el profeta los ve convertidos en fieras como leones, osos, leopardos y monstruos cornudos, como una anticipación de lo que en el Apocalipsis de San Juan será la “bestia” que surge del mar, que representa al imperio romano y la brutalidad de los usos y costumbres de su sociedad durante el tiempo del auge imperial que comportaba la divinización del soberano y el culto a su persona.

      Una de las características de estas visiones es que las bestias de varias cabezas y cuernos profieren palabras arrogantes, con lo que se está caracterizando ese orden pagano como un fruto de la soberbia humana, no sin rozar sutilmente la vulgaridad y la grosería, como un rasgo inseparable del poder absoluto que se pretende divino legitimando así cualquiera monstruosidad. Tal es el caso, por ejemplo, de la orden que dictó Nabucodonosor de dar muerte a los sabios y videntes que asesoraban al trono, por trituración de sus cuerpos, y destruyendo además sus moradas y asesinando a sus familias, por no haber sido capaces de interpretar uno de sus famosos sueños.

      La tendencia del pueblo de Israel de seguir la vía del paganismo medioriental –adoptando los usos y costumbres, el culto y las instituciones de las naciones paganas de su vecindad– se advierte también en el hecho de que, llegado a un grado de evolución propia de un pueblo numeroso y ya instalado en el mundo, ambicione ser gobernado por un rey como las demás naciones. Hasta ese momento los gobernantes del pueblo de Israel eran los “jueces”, pues si las funciones de gobernar y juzgar estaban unidas en las monarquías paganas, para Israel el supremo señor era Iahvé mismo, y todo el que rigiera como gobernarte los destinos de este pueblo era solo un mandatario de él, pues la ley y las sentencias que resultaban de los juicios no eran más que un reflejo de su voluntad. Por eso es que había una diferencia entre lo que se entiende por un rey en las naciones paganas y un juez en Israel. Uno de los últimos jueces de este pueblo fue el profeta Samuel, quien en su ancianidad debió delegar su función en sus dos hijos. Pero estos sucesores no fueron capaces de seguir las huellas de su padre, por lo cual el profeta, ante la protesta de los ancianos, debió enfrentar el deseo del pueblo de ser gobernado por un rey. El texto bíblico correspondiente a este incidente se halla en el primer libro de Samuel, capítulo 8, versículo 5: “He aquí que tú eres ya muy viejo y tus hijos no siguen tus huellas, ahora establece sobre nosotros un rey que nos juzgue como los que tienen todas СКАЧАТЬ