Sesenta semanas en el trópico. Antonio Escohotado
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Название: Sesenta semanas en el trópico

Автор: Antonio Escohotado

Издательство: Bookwire

Жанр: Путеводители

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isbn: 9788494862250

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СКАЧАТЬ esperanzas, porque Udom significa próspero, aunque me falte mucho para serlo. Y veamos. Puedo ofrecerles sopa de gallina con leche de coco, verduras y especias; arroz frito con gambas, pollo o cerdo; cerdo agridulce, guisado, como quizás saben, con piña y curry. Pero lo que vale de verdad la pena en esta época del año es el cangrejo negro, que ahora no tengo y debería ir a comprar, aunque puedo estar de vuelta con él en diez o quince minutos. ¿Por qué no me esperan tomando otra cerveza?

      El modo de tratar su alopecia le prestaba un aspecto no infrecuente, parecido al del diputado Anasagasti, y como la brisa marina aliviaba los rigores del calor aceptamos su oferta. Al poco vino un prodigioso cangrejo, a medio camino entre la nécora y el buey de mar, del que no pudimos dar cuenta entre cuatro. Quizá por la calidez del agua, aquí no se necesitan tenazas para romper el caparazón ni las patas —bastan los dientes, e incluso apretar con los dedos—, y a diferencia de nuestras arañas marinas, éstas rebosan carne. Era una hembra llena de huevas rojas, que se mezclaban con la salsa de verduras y yema de huevo duro como un ingrediente más. De postre nos ofreció plátano, acompañado por unos vasos de whisky thai con sabor a coñac, que en realidad es un ron de caña algo rebajado en graduación (35 grados en vez de los habituales 40). El sol se velaba y desvelaba, potenciando la humedad como en un baño turco. Medio adormecidos estábamos cuando Udom volvió a hablar:

      —Aquí tenemos el Samui Magazine, una revista mensual dedicada a mejorar los servicios de la isla y atender las quejas del turista. ¿Por qué no escriben algo, y yo me encargo de hacerlo publicar? Es vergonzoso que la gasolina o el taxi se cobren a un precio para los locales y a otro para el visitante. Es vergonzoso que algunas excursiones a islas próximas, como Tao o Phangan, obliguen a pasar dos noches allí, en vez de permitir que quien quiera regrese el mismo día, o al día siguiente. Es absurdo que en Chaweng haya sólo un cajero automático, y que en Nathon, con muchos menos habitantes, haya cuatro. Es no menos vergonzoso que la policía moleste con meticulosos registros a quienes celebran fiestas de luna llena en las playas, cuando nunca se meten en reyertas ni invaden propiedades. Nos harían un favor, desde luego, a los empresarios honrados exponiendo cualquier abuso.

      La modorra se borró como por ensalmo. Udom vio que le seguíamos atentamente, y añadió un último comentario:

      —Los thai no son ni mucho menos tan industriosos como los vietnamitas, pero sí el pueblo de la zona menos acuciado por la necesidad. En ninguna parte del mundo hay tantas palmeras por kilómetro cuadrado, y un coco vale un baht. Con 3.000 bahts mensuales puede vivir una familia, señores, lo cual nos ha hecho amantes de la iniciativa personal. Yo quiero muchísimo más para mi familia, ciertamente, pero siempre puedo ponerme a recoger cocos con mis padres, mi mujer y mis hijos.

      El bochorno pasó del exterior al interior. Era cómodo despreciar al prójimo con generalizaciones y meterse en la camisa de Don Quintín el Amargao, confundiendo por sistema lo que a una cosa le falta con aquello que es. Allí tenía a un hombre sensato, partidario de la reciprocidad y consciente, por eso mismo, de que se vive mejor prestando servicios útiles al prójimo que insistiendo en estafarle o intimidarle. Tras Johnnie, el empleado de sastrería en Bangkok, era el primer nativo que me hablaba sin rodeos de asuntos pertinentes, poniéndose en el lugar de su interlocutor. Así se lo hice saber, elogiando de paso su hospitalaria acogida. Esperaba volver muy pronto a Thongson Bay, escribiría para el Samui Magazine y le deseaba mucho éxito en su negocio.

      —Muchas gracias, muchas gracias. No imaginan cuán expeditivos pueden ser algunos compatriotas cuando se ven expuestos a competencia, como propietarios de tiendas, fondas o chiringuitos playeros. Después de ensayar magia negra con el vecino no es infrecuente recurrir a tiros, para espantarle o matarle. Los thai somos muy aficionados a las armas de fuego. Uno de los negocios más rentables es el salón de tiro (en Samui hay varios), donde los clientes pueden disparar con armas cortas de distinto calibre, escopetas e incluso rifles de asalto.

      6/9

      Hacia las cuatro de la tarde de ayer, cuando ya me conformaba con la grisura goteante, el ventanal puso de relieve un estallido de esplendor que el día de hoy confirma. Cielo, tierra y mar han recobrado su respectivo sitio, al amparo de una lluvia por fin torrencial, catártica. Quizá me tocó simplemente un lugar seco durante la turbulencia de agosto, cuando el agua no acaba de poder lavarse a sí misma. Esto promete dejar de ser el parainfierno previo. El mar de fondo puede acabar dando paso a una perfecta transparencia, el aire hacerse nítido hasta exhibir detalles lejanos, y la vegetación llegar al cenit de su abundancia. Cielo, mar y tierra, las potencias elementales, se dirían dispuestos a reanudar su vida separada, coexistiendo en vez de confundirse pegajosamente.

      Y Udom me ha recordado la conveniencia de no generalizar.

      12/9

      Los amigos trajeron periódicos y revistas, abundantísimo papel de liar (aquí sólo venden de tamaño mini o maxi), prisa por ir cada día a alguna playa y ganas de hacer al menos un viaje sin desplazamiento. A la semana me agobian algo las prisas por salir hacia Chaweng en cuanto abro los ojos, a pesar de que tenga la mejor arena y el agua más clara de toda la isla. Por lo demás, el día empieza bien limpiando el estómago con una piña entera y escrupulosamente pelada, como las que ofrecen las vendedoras ambulantes. Nosotros presentamos ese fruto en rodajas cuyos bordes conservan algunas de las pilosidades, pues parecería que quitarlas exige reducir mucho lo comestible o meter la punta del cuchillo para sacar cada pelo, cuando son ciertamente numerosos. Aquí saben que están distribuidos en espiral, y haciendo un surco con forma de tornillo extirpan prácticamente todos, lo cual aprovecha al máximo el fruto y permite que uno se lo coma en forma de largas lonchas longitudinales. Grandes, fríos y jugosos, esos trozos ofrecen tonos orgásmicos al paladar.

      Las vendedoras ofrecen también satay de pollo con una sabrosa salsa de cacahuete, mazorcas a la brasa y ensaladas de papaya y mango (ferozmente cargadas de chile). Muy menudas de cuerpo y protegidas del sol por grandes sombreros de paja, estas mujeres recorren la arena de aquí para allá portando una veintena de kilos —distribuidos en los extremos de una vara flexible—, ya que suman al peso de las frutas y demás viandas una pequeña cocina de carbón vegetal. Los vendedores varones, más escasos, ofrecen pareos, otras prendas de vestir, tatuajes de vida breve e incluso drogas ilícitas, si bien el agente provocador es una institución habitual, y se combina con legiones de simples timadores.

      13/9

      Por las noches no hay urgencia turística que valga, y muchas veces hablamos de política. Guillermo y Cristina, antiguos ultraizquierdistas (como yo a su edad), miran sin vacilaciones la crisis de aquella actitud. Comentamos la mezcla de agresividad práctica y pacifismo teórico que caracteriza sus manifestaciones por el mundo, añadiendo yo que su modelo quizás fue troquelado hace unos ochenta años por el Komintern, la oficina estaliniana de acción internacional. Aunque mediasen tres décadas entre mi militancia y la suya, los tres recibimos consignas idénticas: si la policía carga, los valientes responderán a violencia con violencia; y si no carga gritaremos «asesinos, asesinos» hasta inducir alguna «provocación». Para darse ánimos, los manifestantes corearán que «el pueblo unido jamás será vencido», siendo «fascistas» quienes no secunden el estribillo. Igual da que se trate de la OTAN, una reforma en el plan de estudios, rechazar cierta guerra, promover una huelga, boicotear alguna reunión de la OMC o explotar políticamente un descarrilamiento de trenes. Siendo la provocación provocada el hallazgo básico del caso, cualquier reunión pacífica envereda por distintos alborotos, pues, aun comprometido con Gandhi para ese acto concreto, el camarada auténtico no logrará mantener su santa paciencia hasta el final.

      Certezas absolutas, mucha ira y poco trabajo de documentación fundamentan semejantes autos de fe. La caída del muro berlinés tranquilizó a los partidarios de la democracia y su paz prosaica, pero pone a un número indeterminado de personas en la tesitura de apostatar, renunciando a un credo sostenido durante generaciones. Lo que pareció sesuda filosofía —materialismo dialéctico concretamente— СКАЧАТЬ