Название: Páginas sevillanas
Автор: Manuel Chaves Rey
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 4057664159243
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No es nuestro propósito hacer aquí la historia de este edificio, que en situación tan lastimosa se encuentra hoy, ni tampoco describir con todos sus detalles el local ni los cuadros, esculturas y sepulcros que en él se hallan relegados al más imperdonable olvido.
El que tiene algún cariño por las glorias de la patria, el que estima los recuerdos de aquellas generaciones pasadas que á las presentes dieron vida, no puede por menos de experimentar cierta tristeza al recorrer aquel claustro derruído, aquellos patios solitarios y aquellas galerías que amenazan desplomarse; lamentando que la indiferencia de unos y el instinto destructor de otros, unido á la acción de los tiempos, hayan conducido á estado tan deplorable el monasterio en cuyo lugar se guardaron los restos de San Isidoro hasta el año 1053, en que, con licencia del rey de Sevilla Al-Motadhid, fueron trasladados á la ciudad de León por el obispo Avito.
Siguiendo nuestro propósito, sólo nos ocuparemos en este apunte del Sepulcro del fundador de la casa, que aún se conserva y hemos tenido ocasión de ver hace poco tiempo.
Éste se encuentra en la parte más antigua de la iglesia, y fué construído en 1609 para sustituir el primitivo, sobre el cual son muy escasas é incompletas las noticias que tenemos.
El mausoleo que guarda los restos del bravo defensor de Tarifa es digno de tan esclarecido varón, cuyo heroísmo es admirado por cuantas generaciones le han sucedido. Está adornado de escudos de armas, de labores primorosas, que son muy estimadas por los inteligentes, y sobre la ancha losa está grabado el epitafio, que dice así:
«Aquí yace D. Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, que Dios perdone; fué bien aventurado é que previno siempre servir á Dios y á los Reyes; él fué con el muy noble rey D. Fernando en el cerco de Algeciras; é estando el Rey en esta cerca fué á ganar á Gibraltar, á después que la ganó entró en cabalgada en la tierra de Gaucin, é tuvo facienda con los moros é matáronle en ella, Viernes 19 de Setiembre, era 1347, que fué año de el Señor de 1309.—H. S. E.—19 era Septenbris anno domini 1609—300 a die sui abitibus.»
Sobre el sepulcro está la estatua de Guzmán, vestido de armadura, y arrodillado ante un reclinatorio como entregado á la más profunda oración.
El escultor Martínez Montañés hizo la estatua, que, como todas las obras que su prodigioso cincel labró, es de un mérito excelente, si bien han hecho notar algunos eruditos que las armas que lleva don Alonso presentan bastantes anacronismos.
La contemplación del mausoleo, tan olvidado hoy, inclina el espíritu á melancólicas reflexiones, y poco á poco acuden á la imaginación los recuerdos de aquel personaje heróico, cuya figura ha sido tantas veces ensalzada por el arte y la poesía y cuya hazaña inmortal está grabada con caracteres indelebles en las páginas de la historia.
El cuerpo del defensor de Tarifa se conservó largos años en perfecto estado, según escriben varios autores que lo vieron; pero en la actualidad sólo existen algunos huesos podridos y terrosos en aquella bóveda solitaria medio derruída. Cerca del mausoleo de Guzmán se encuentra también el de su esposa D.ª María Alonso Coronel, la muy casta dueña de manos crueles que dijo Juan de Mena, y que falleció en 1332, siendo sepultada con gran solemnidad y pompa cerca de su heróico marido. Entre otras personas cuyos hechos memorables consigna la historia, yacen enterradas en sendos sepulcros en aquel lugar D.ª Urraca Osorio y su fiel doncella Leonor Dávalos.
Las cortas dimensiones de estos apuntes no nos permiten extendernos en más detalles, y terminamos estas líneas recomendando al lector cuanto acerca del monasterio de San Isidro y su necrópolis han escrito el P. Torres, Maldonado, Saavedra, Zeballos, Matute, Gestoso, Gali y otros inteligentes y eruditos autores.
IX
LA PUERTA DEL PERDÓN
«En el muro antiguo que formó parte de la gran aljama, y en su centro, hállase la puerta que llaman del Perdón, que sirve de ingreso al patio de los Naranjos.»
J. Gestoso.
Llámase así una de las puertas de la hermosa Basílica sevillana, por la cual se entra al patio de los Naranjos, donde aún existen recuerdos de la gran mezquita de los musulmanes.
La puerta del Perdón tiene también su historia, y de ella vamos á hacer un ligero extracto.
Antes de la reconquista fué esta puerta la principal de la mezquita, y conforme la dejaron los árabes se conservó largos años, hasta que en 1340 don Alfonso XI, después de la célebre batalla del Salado, la mandó edificar nuevamente, gastando una suma bien considerable.
En el reinado del emperador Carlos V, y hacia el año de 1519, se hicieron algunas reparaciones en dicha puerta, aumentándole las complicadas labores que rodean su arco árabe, colocando sobre ella un ancho guarda-polvo con prolijos artesonados, y á derecha é izquierda las dos estatuas de S. Pedro y S. Pablo que aún existen, y que son obra del célebre escultor Miguel Florentín.
El arquitecto Bartolomé López fué encargado de reparar entonces la antigua puerta, tomando también parte en las labores famosos maestros, según dicen varios puntuales cronistas.
Poco tiempo después se levantó tras de la puerta un altar de mármol, rodeado de alta verja, en el cual existe de muy antiguo un busto de Jesús coronado de espinas y con la irrisoria caña, llamado del Perdón, tomando desde entonces este nombre la Puerta que nos ocupa.
Cuando pasaban por delante de este altar los reos que eran condenados á la horca ó á la hoguera les hacían detenerse algunos momentos para que rezasen á la efigie de Cristo un Padre nuestro, que repetían en voz alta los que formaban la comitiva de los infelices que iban á morir.
Á principios del pasado siglo construyóse sobre la cornisa de la puerta del Perdón un campanario de pobre aspecto y del peor gusto, con tres arcos y dos campanas, pertenecientes á la parroquia del Sagrario.
Hacia el año 1818 hiciéronse obras en la Puerta, desapareciendo entonces el guarda-polvo, artesonado y muchos de los complicados adornos y primorosas labores que tenía, cubriéndose entonces las hojas de la puerta con una espesa capa de pintura verde.
Estas hojas están forradas de cobre; tienen prolijos adornos de alto mérito, y, según afirman antiguos historiadores, son las mismas que tuvo la mezquita.
Un desgraciado accidente ocurrió en la puerta del Perdón cierta noche del mes de Agosto de 1839, y el cual lo hemos visto escrito en diferentes autores. Á las doce de aquella noche llegaron á la Puerta dos caballeros muy conocidos y apreciados en Sevilla en demanda de los auxilios espirituales para una señora que se encontraba enferma en una casa de la calle Vizcaínos, y al acercarse ambos al umbral desprendiéronse algunos trozos de la moldura que encierra el relieve representando á Jesús que arroja á los mercaderes del templo, yendo á caer sobre los indicados sujetos, uno de los cuales quedó muerto casi en el acto y el otro gravemente herido.
Hace poco tiempo se repararon algunos adornos y las estatuas de la puerta del Perdón, donde mientras duren las obras de nuestra hermosa Basílica se coloca todos los años un estrado para que el Cabildo Eclesiástico presencie desde allí el tránsito de las renombradas cofradías de Semana Santa.
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