Páginas sevillanas. Manuel Chaves Rey
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Название: Páginas sevillanas

Автор: Manuel Chaves Rey

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 4057664159243

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СКАЧАТЬ la Alameda, construyéndose entonces un acueducto, del que sólo quedan hoy escasos restos.

      Cerca de la Fuente existen algunos paredones y cimientos que se creen de construcción romana, pues en aquel lugar, escribe González de León, hubo un templo dedicado al dios Panteo, y edificado por Lucio Luicinio Adamas. Dicho templo debió ser obra soberbia, así como una fortaleza que también tuvieron los romanos no lejos de aquel sitio.

      El agua de la fuente del Arzobispo era la mejor que se bebía en Sevilla, y hasta los médicos la recomendaban á ciertos enfermos; por lo cual diariamente, á pesar de la distancia que hay de la ciudad, acudían allí gentes de todas las clases sociales, que, á más de tomar el líquido salutífero, paseaban por los alrededores de la Fuente, que son muy higiénicos, y desde los cuales la población presenta una bellísima perspectiva.

      El punible abandono de muchos, y lo poco que se ha cuidado la antiquísima Fuente, han tenido por resultado que aquellas aguas, tan agradables en otros tiempos, apenas puedan beberse hoy por su desagradable gusto: y si ya no van á probarlas los vecinos de Sevilla, aún se ven los domingos y días festivos muchas gentes que acuden allí á merendar al sol y á pasar un rato agradable.

       LA PUERTA REAL

       Índice

      «Es una puerta hermosa, de una altura colosal, presidiendo una de las calles más dignas de la ciudad, y de una arquitectura sólida...»

      F. González de León.

      Quince puertas contaba antiguamente la capital de Andalucía, y una de las más notables, sin duda, era la Real, llamada así desde mediados del siglo décimosexto.

      Según los más puntuales cronistas, el primitivo nombre de esta Puerta fué el de Goles, y en ella se ostentaba sobre un arco de maciza piedra una estatua de Hércules, que se conservó hasta algunos años antes de la reconquista.

      El día 22 de Noviembre de 1248 penetraron por esta Puerta los ejércitos cristianos, al frente de los cuales iba el rey D. Fernando III, quien puso cerco á Sevilla en 20 de Agosto de 1247, y venció al fin el poder de los mahometanos con los poderosos auxilios que le prestaron, su hijo D. Alfonso, que de Murcia vino á tomar parte en la empresa, el famoso Almirante Bonifaz, y otros caballeros.

      Ante la puerta Real fueron entregadas al Monarca conquistador las llaves de Sevilla, y las tropas cristianas pasaron por bajo su arco henchidas del mayor júbilo y alegría.

      Muchos años después, en tiempos del asistente D. Francisco Chacón, se llevaron á cabo importantísimas mejoras en esta Puerta, reconstruyéndose casi por completo, y dándose fin á los trabajos en 1565.

      Entonces perdió el carácter que tuvo cuando la reconquista, desapareciendo sus puentes, sus rastrillos y todas sus obras de defensa.

      Cuando el rey Felipe II celebró su casamiento con D.ª Ana de Austria, y vino á Andalucía, entró en la capital por la Puerta de que nos ocupamos, la tarde del 10 de Mayo de 1570, obteniendo un recibimiento digno de aquel poderoso Monarca.

      La puerta Real se adornó entonces con inusitado lujo, cubriéndose de multitud de flores y banderas; las casas del lugar se vieron engalanadas con ricos tapices y colgaduras, el suelo se alfombró de oliente juncia, y cerca se construyeron dos arcos triunfales, en los que el Concejo gastó enormes sumas.

      Felipe II recibió allí las muestras más espontáneas del amor y respeto que le tenía el pueblo de Sevilla, según escribe Malara.

      Frente á la puerta Real se estableció durante la terrible epidemia llamada Peste levantina, en 1649, un cementerio, en el que fueron sepultados los vecinos que fallecieron en el barrio de San Vicente.

      En el siglo XVIII se intentó hacer algunas reformas grandes en la Puerta; pero no sabemos por qué causa quedaron en proyecto, y sólo se ejecutaron ligeras modificaciones.

      Las princesas del Brasil que visitaron á Sevilla en 1816 entraron por la puerta Real, y al llegar el carruaje que las conducía á la calle Armas, un numeroso grupo de individuos de la plebe desenganchó los caballos y se dispuso á tirar como bestias del coche, lo cual con muy buen acuerdo no consintieron las princesas, que se apearon más que de prisa, frustrando los deseos de aquellos insensatos entusiastas.

      El triste día de S. Antonio del año 1823, cuando desbandados los absolutistas cometieron tantas infamias, hubo en la puerta Real algunos destrozos, y ante ella formaron un enorme montón de objetos diversos, robados de casas de liberales, á los que prendieron fuego con furor salvaje.

      Tapióse la puerta Real en 1836, cuando los carlistas amenazaban á Sevilla, y el año 1862 comenzó el derribo, desapareciendo al poco tiempo con el trozo de muralla y las casuchas de feísimo aspecto que estaban adosadas á los muros.

      «La puerta Real—escribe un historiador—era de regular arquitectura, majestuosa y elegante, y en cuanto á su solidez nada dejaba que desear.»

      Constaba de dos cuerpos: el primero tenía un gran arco romano adornado de gruesas pilastras, y el segundo terminaba en un frontispicio, sobre el que se alzaban varias graciosas pirámides.

      Sobre el arco se encontraba una inscripción latina, que traducida al castellano decía lo siguiente:

      «Fernando quebrantó las puertas de hierro de Sevilla y el nombre de Fernando brilla como los astros del cielo.»

       EL MESÓN DEL MORO

       Índice

      «Era este judío rencoroso y vengativo, como todos los de su raza; pero más que ninguno engañador é hipócrita.»

      BÉCQUER.

      Todavía, á pesar de las muchas alteraciones y cambio que han sufrido las calles de nuestra ciudad, hay una que conserva el nombre que le dió el vulgo hace algunos siglos, y que se ha trasmitido de una á otra generación sin que se perdiera. Nos referimos á la calle Mesón del Moro, que está situada, como todos saben, entre las de Borceguinería y Ximénez Enciso, y que pertenece á la collación del Sagrario.

      Hace tiempo que nos movió la curiosidad por saber el origen del nombre de esta calle, y aunque no ignorábamos que debía el llamarse así á una posada que en ella hubo, cuyo primitivo dueño fué un creyente del Profeta, no sabíamos quién fué aquél y qué celebridad tuvo para que llegase á ser tan conocido de todos.

      Hoy, revolviendo papeles viejos, hemos dado con una tradición que, satisfaciendo en parte nuestra curiosidad, ha venido también á ponernos en conocimiento de un suceso que quizá desconozcan algunos de nuestros lectores.

      Según las noticias que tenemos, después de reconquistada Sevilla por el rey D. Fernando III en 1248, hecha la distribución de la ciudad y expulsados sus antiguos habitantes, quedaron aún no pocos moros y judíos, tolerados por los cristianos, que vivían confiados en su suerte, que á la verdad no era muy próspera.

      En aquel tejido de encrucijadas y callejuelas que rodeaban á la mezquita mayor, СКАЧАТЬ