Название: Páginas sevillanas
Автор: Manuel Chaves Rey
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 4057664159243
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En esta capilla se daba culto con el mayor esplendor á la Patrona de Zaragoza, y la Hermandad que lo sostenía fué aumentando hasta ser una de las más ricas que en la ciudad había.
Pasaron así algunos años, y hacia el 1317, los hermanos, que disponían de un capital bastante crecido, proyectaron fundar un hospital para recoger á los peregrinos pobres que viniesen á Sevilla.
El infante D. Pedro, que á la muerte de don Fernando IV en 1312 se había hecho cargo de la tutoría del heredero de la corona D. Alfonso XI, hallábase en nuestra ciudad cuando los aragoneses acordaron la fundación del hospital del Pilar, y á nombre del Rey, niño entonces de siete años, cedió un solar inmediato al Alcázar, para que en él se construyera el benéfico establecimiento.
Cuando estuvieron terminadas las obras en 1317, D. Pedro otorgó á la casa títulos y preeminencias, declarándose protector de ella y haciendo que todos los prelados y rico-homes se inscribiesen en aquella Hermandad.
En la iglesia que se edificó en el hospital trabajaron los más hábiles artistas de la época, y en el retablo mayor se puso la imagen de la Virgen del Pilar que se conservaba en la capilla de la Basílica, y cuya escultura fué sustituida más tarde por otra, que es la que hoy existe, obra de Juan Millán, que floreció en el siglo XV.
Tanta era la importancia que entonces llegó á adquirir el hospital fundado por los devotos aragoneses, y tantos los fondos de que la Hermandad disponía, que á más de lo mucho que diariamente invertíase en el culto y en la asistencia de los enfermos, aún quedaban sumas muy importantes, con las cuales se daban limosnas á las gentes de los barrios bajos y á los ancianos que venían de Zaragoza, se rescataban cautivos á los moros, y se mantenían tres galeras, dotadas del personal necesario, para defender las costas andaluzas.
D. Pedro I de Castilla y su bastardo hermano D. Enrique II hicieron no pocas mercedes al hospital del Pilar, introduciéndose en él grandes mejoras, que lo colocaron á la mayor altura de perfección que entonces se conocía. Pero todo pasa, y á la Hermandad pasó también su época de auge, comenzando á disminuir las limosnas, y con ellas disminuyeron también los hermanos, y los pobres que en el hospital se albergaban, siguiendo cada vez más rápida la decadencia, que, iniciándose á principios del siglo XV, se hizo completa en los últimos años del reinado de D. Fernando y D.ª Isabel.
El benéfico establecimiento quedó reducido á los más estrechos límites, y los pocos hermanos que aún sostenían el culto á la Virgen del Pilar trasladaron luego la imagen á la Catedral y á una modesta capilla situada cercana á la puerta que el vulgo llama del Lagarto.
Los individuos de la ilustre familia de los Pinelos se declararon patronos de la capilla, y en ella fueron enterrados D. Francisco Pinelo, primer Factor de la Casa de la Contratación de Indias, su esposa D.ª María de la Torre y su hijo D. Jerónimo, canónigo que fué de la Catedral.
La capilla de la Virgen del Pilar, según se encuentra hoy, ofrece poco de notable. El altar donde se conserva la estatua hecha por Juan Millán es de escaso mérito, así como otro situado á la derecha, donde existió hasta hace algún tiempo una imagen de la Virgen de las Angustias.
En esta capilla estaba el Ecce-Homo pintado por el gran Murillo, y que fué regalado á Luis XVIII en 1839 por el Cabildo de la Basílica.
El analista Ortiz de Zúñiga, en nuestros días González de León, y últimamente D. Francisco Collantes y D. José Gestoso, han publicado muchas y curiosas noticias respecto á la hermandad del Pilar y á la capilla de que hemos tratado en este breve apunte.
XIV
LA CÁRCEL REAL
«Veinticinco calabozos tiene la Cárcel Real; veinticuatro traigo andados sin cobrar mi libertad.»
Copla popular.
En los comienzos del siglo XV vivía en la capital andaluza una noble dama llamada D.ª Guiomar Manuel, señora adornada de las más estimables virtudes y que poseía una gran fortuna, cuya mayor parte empleó en obras de caridad y en hacer toda clase de bienes á los necesitados.
Además costeó de su peculio no pocas obras, y entre éstas merecen especial mención las que mandó hacer reedificando la Cárcel Real, por los años 1418, que se encontraba situada en la calle Sierpes hacia el lugar que hoy ocupa el Círculo de Labradores y Propietarios.
D.ª Guiomar Manuel dotó el edificio de aguas abundantes, construyó de cimientos la capilla é hizo que reinasen constantemente en la prisión la más completa higiene y el mayor orden, invirtiendo cuantiosas sumas en tan laudable obra.
Murió D.ª Guiomar en 1426, dejando en el pueblo de Sevilla gratísima memoria, siendo enterrado su cadáver en la Catedral y delante de la capilla de San Pedro, donde también yacían los padres de tan virtuosa mujer.
El Asistente D. Francisco Chacón amplió el edificio de la Cárcel en 1563, y desde esta fecha no volvieron á hacerse allí obras de importancia, hasta las que se llevaron á cabo en 1732 por el Asistente Caballero, y últimamente en 1784.
El aspecto exterior de la Cárcel Real era en extremo sombrío; pero mucho más lo eran sus lóbregos calabozos, privados de luz y ventilación, sus estrechos corredores y sus patios destartalados y de irregular arquitectura.
El año 1626 desbordóse el Guadalquivir, inundando casi toda la población, y sus aguas llegaron hasta la Cárcel, produciendo grandes destrozos, que tardaron mucho en repararse por la apatía y el poco interés que demostró el Concejo.
Cuando la peste levantina se introdujo en Sevilla en 1649, se dió el caso de que fallecieran todos los presos y dependientes de la Cárcel, quedando abandonada durante los meses que duró la cruel y asoladora epidemia.
El terremoto de 1765 derribó un gran trozo de la prisión, grieteando sus muros y quebrantando los cimientos de aquel vetusto caserón.
El año cuarto del siglo actual se hicieron algunas mejoras en la Cárcel; mas á pesar de ellas su estado era sumamente peligroso y amenazaba de continuo una catástrofe.
Desde la invasión francesa el edificio empeoró bastante, y por el 1830 la prisión se hallaba sin agua, los encierros sin ventilación, las rejas casi destrozadas, y las lluvias que con frecuencia se filtraban por los techos hacían más horrible y angustiosa la situación de los desgraciados que estaban allí enterrados en vida.
Durante cerca de cinco siglos que permaneció en pie la Cárcel Real ¡cuántos infelices no perderían allí la existencia! ¡cuántos delitos no se cometerían dentro de aquellos muros! ¡cuántos inocentes no pagarían allí culpas ajenas!...
Por la puerta del edificio que daba á la plaza de San Francisco salían las víctimas que eran inmoladas en los autos de fe, y por la de la calle Sierpes entraban confundidos, más de una vez, los criminales más feroces y los inocentes á quienes se condenaba por el menor motivo.
El Municipio adquirió en 1836 el exconvento del Pópulo, y allí se trasladaron los presos el día 3 de Julio del año siguiente, comenzando poco después СКАЧАТЬ