Páginas sevillanas. Manuel Chaves Rey
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Название: Páginas sevillanas

Автор: Manuel Chaves Rey

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 4057664159243

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СКАЧАТЬ style="font-size:15px;">       LA IGLESIA DE SANTA ANA

       Índice

      «Éste es uno de los mejores templos de Sevilla, y encierra en su seno bastantes producciones de mérito.»

      J. Amador de Los Ríos.

      Si notable es este templo por las joyas artísticas que encierra, su historia no deja de ser curiosa, y vamos á referirla á los que la ignoren, haciendo mención también de las principales imágenes y pinturas que allí se guardan.

      Remóntase la fundación de la iglesia de Santa Ana á los tiempos de D. Alfonso el Sabio, el cual se encontraba en nuestra población en 1280 disponiendo sus tropas para empezar la campaña contra los moros de Granada.

      Cuando iba á marchar sintióse el Rey molestado por un fuerte dolor en el ojo derecho, que, lejos de disminuir con los medicamentos que le aplicaban los físicos, creció más cada día, causando grandes molestias al paciente.

      Entonces D. Alfonso, comprendiendo que no había remedio alguno para su mal, se encomendó á todos los santos, y muy particularmente á Santa Ana, por quien siempre tuvo no poca devoción, prometiéndole que si curaba levantaría en su honor un templo de hermosa fábrica y de constante y fervoroso culto.

      Oyó la Santa la súplica del Rey, cuyos dolores iban en aumento, y cuenta la tradición que á poco el ojo empezó á dar señales de mejoría, quedando tan bueno como el otro, sin necesidad de los brevajes y emplastos de los físicos.

      Patente y claro estaba el milagro; y no siendo D. Alfonso el Sabio hombre que dejase de cumplir promesas, sobre todo si habían sido hechas á los santos, apenas se vió restablecido manifestó sus deseos de erigir la iglesia conforme lo tenía pensado.

      Por entonces los vecinos de Triana, que no tenían más templos que una capilla dedicada á San Jorge, pidieron al Rey que construyera una iglesia, cosa que les hacía gran falta, y el Rey, que andaba sin saber dónde levantar el edificio prometido, satisfizo el deseo de los trianeros, y cumplió su promesa, mandando empezar las obras del templo dedicado á Santa Ana á fines del ya citado año de 1280.

      El monarca Sabio, los arzobispos D. Remondo y D. Sancho González y Fr. Alonso de Toledo invirtieron sumas muy considerables en la construcción de la iglesia de Santa Ana, y en el reinado de D. Pedro I de Castilla éste costeó varios retablos é hizo que se terminasen por completo las obras, ampliándolas y embelleciéndolas.

      En los comienzos del siglo XV se renovó el edificio, que había sufrido bastante con las inundaciones del Guadalquivir, colocándose por esta época los bellos azulejos esmaltados que aún se conservan.

      Entre otras reformas llevadas á cabo por los años de 1548 se construyó el altar mayor, cuyas pinturas son debidas á Pedro de Campaña, que también ejecutó otras obras en varias capillas, donde existen cuadros muy notables de maestros tan celebrados como Alejo Fernández, Varela, Frutet, Goltzus, Tomás Martínez, Roelas y Sánchez de Castro.

      Hacia el 1755 se renovó el templo de Santa Ana casi por completo, modificándose muchos de sus retablos, añadiéndole algunas imágenes y quitándole algunos nichos y trozos de labores que, según dicen, afeaban las paredes del interior.

      Entre las esculturas de mérito que han existido en Santa Ana merecen citarse: un Cristo llamado del Buen viaje, una Santa Cecilia, un San Miguel, y una Concepción que pertenecía á la antigua hermandad de este nombre.

      En la sacristía se guardan algunas alhajas para el culto de gran valor, que merecen ser vistas por lo acabado de sus dibujos y el mérito artístico que encierran.

      La iglesia de Santa Ana sufrió algunos desperfectos cuando la invasión francesa en 1811, y entonces desaparecieron varios objetos muy estimables, que fueron destruídos por los invasores.

      Las muchas lápidas que en las paredes y en el suelo del templo se encuentran todavía dan á entender que allí se enterraron personas ilustres, como González del Real y sus deudos, la familia de don Lope Sánchez y la esposa del Piloto mayor de los galeones, fundadora de la hermandad de la Concepción que ya hemos citado.

      Para concluir, diremos dos palabras del exterior de la Iglesia fundada por don Alonso X el Sabio. La fachada es de gran extensión; los muros son altos y rematan en azoteas con balaustradas adornadas de jarrones; tres son sus puertas, una de ellas muy curiosa; y la torre, que tiene dos cuerpos, es sencilla y elegante, divisándose desde ella un hermoso panorama, que renunciamos á describir.

       LA GIRALDA

       Índice

      «Torre excelsa, magnífica Giralda, que al cielo alzando la orgullosa frente, ostentas por diadema refulgente de aéreas nubes mágica guirnalda...»

      L. S. Huidobro.

      Fama universal goza este soberbio monumento, admiración de cuantos visitan á Sevilla; y aunque su historia no es á la verdad desconocida, ni sobre ella podemos añadir ningún dato ó noticia nueva, creemos que resultarían incompletos estos apuntes si no dedicásemos algunas líneas á tan magnífica y celebrada Torre.

      La Giralda es objeto de justo orgullo por parte del pueblo sevillano: apenas hay poeta español que no le haya dedicado una frase ó una alabanza; apenas hay artista que no haya trazado sus esbeltas líneas sobre el lienzo ó sobre el papel, y puede decirse que ninguno de los que á nuestra ciudad visitan deja de subir á ella para contemplar el soberbio panorama que ante los ojos se extiende.

      Sevilla tiene en la Giralda su nota más característica: los lienzos, acuarelas, grabados y fotografías que representan esta Torre circulan por toda Europa; y el que lejos de la patria los contempla, siente alegría en su alma y satisfacción imposible de contener.

      ¡Cuan magnífica y esbelta es nuestra Giralda!... la mole de ladrillos se alza majestuosa sobre todos los edificios de la ciudad: en las noches claras y serenas se destaca su silueta, presentando un aspecto fantástico; en los días hermosos, en que el sol la ilumina, su vista no puede ser más agradable y grandiosa, y en las fiestas solemnes, cuando sus veinticuatro campanas lanzan al aire sus repiques, la ciudad se alegra y el sonido de aquellos metales alegra también el espíritu de los sevillanos.

      Según algunos la Giralda fué mandada construir para observatorio astronómico, y según otros sólo servía para alminar de la mezquita. Decretóse su obra en tiempos del emperador de Marruecos Jussuf, que estuvo en nuestra ciudad hacia 1171; fué continuada bajo el mando de Yakub, y se terminó en 1196 bajo la dirección del arquitecto moro Hever, según es tradicional.

      La Giralda estuvo expuesta á ser derribada cuando se ajustaban las condiciones de la entrega de Sevilla; pero gracias al infante D. Alfonso, según dicen antiguos autores, esto no llegó á verificarse.

      Entonces la Torre sólo tenía 250 pies de altura, «un antepecho de almenas dentelladas—escribe Gestoso—coronaba la parte en que al presente están las campanas, en la cual se levantaba otro segundo cuerpo rectangular, cuyo remate lo componían cuatro enormes globos ó manzanas de metal ó bronce», las cuales se describen de este modo en la Crónica СКАЧАТЬ