Название: Lunes por la tarde... 5
Автор: José Kentenich
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
Серия: Lunes por la tarde…
isbn: 9789567598588
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A este escuchar sigue ahora el obedecer. Es decir que cuando he reconocido de este modo la voluntad del Padre, le digo siempre: «Sí, Padre, sí; que se haga siempre tu voluntad, ya sea que me traiga alegría, sufrimiento o dolor».3
Esto es lo más esencial para el tiempo actual. Al comienzo dije que nuestra piedad asume formas algo diferentes de, por ejemplo, las de los religiosos. Aun así, hay muchísimas semejanzas. Para empezar: también los religiosos tienen que luchar por esta disponibilidad. Pero ¿a través de qué se determina aquí el tipo original de disponibilidad? A través de la pobreza, la castidad y la obediencia. Ahora tienen que reflexionar lo siguiente: Dios exige de nosotros, los casados, lo mismo que de los religiosos —a nuestra manera—, y a menudo de forma mucho más difícil.
¿Qué implica la pobreza? La independencia interior de los bienes terrenos. Tienen que fijarse cómo Dios cuida de que permanezcamos independientes. ¡Cuántos de nosotros lo tienen difícil para poder subsistir! ¡Y a cuántas fluctuaciones está sometida la vida económica! ¿Cuida Dios de que lleguemos a ser interiormente independientes de un apego esclavizado? ¿Qué quiere con ello? No debemos ser esclavos de los bienes terrenos. Patris atque Matris sum, non pecuniae sum: no pertenezco al dinero. Por eso nos «sacude». Si consideran todo lo que tienen que trabajar y hacer ustedes para poder subsistir, y cómo Dios juega con su patrimonio, ¿comprenden lo que significa? ¿Qué quiere él? Todos mis bienes tienen que estar a disposición suya, sobre todo si alguna vez viene la revolución. El millonario será mañana más pobre que una rata. ¿Es esto santidad? Sí, realmente, esto es también santidad, semejante a la que tienen los religiosos.
Si piensan en la castidad, ¿qué quiere el voto de castidad? Que yo no me aferre a un ser humano, que Dios no quede así en desventaja. Por eso los religiosos renuncian al matrimonio, a fin de no atarse tanto a un ser humano. En virtud del matrimonio no sólo podemos, sino también tenemos que regalarnos especialmente el uno al otro. Hasta nos damos mutuamente un derecho al cuerpo. Pero ahora tienen que reflexionar cómo Dios cuida de que, aun así, el amor mutuo siempre lleve a elevarse hacia él. Por eso las muchas decepciones de uno con el otro, por eso los muchos malentendidos, por eso el enfriamiento, por períodos, de la mutua relación de amor. Es algo grande si decimos: ya son 25 años que estamos casados y hemos permanecido fieles en nuestro amor. Pueden estar completamente seguros de que, si han permanecido fieles el uno al otro, ese amor está también inmerso en el amor de Dios. El sentido de la castidad, del voto de castidad, lo tenemos que vivir también nosotros. Dios nos fuerza simplemente a hacerlo, y esto tenemos que tenerlo siempre presente. Entonces notamos cómo Dios, a pesar de todo, nos atrae más y más hacia sí.
Aunque puedo decir también a mi esposa: «Tuus sum»,4 eso no es impedimento alguno para el Patris atque Matris sum. Es como si Dios hubiese «bajado» a mi esposa para que yo me vinculara a ella y él me izara, después, junto con mi esposa hacia lo alto. Para que yo no permanezca abajo: para eso están las decepciones de uno con el otro. Para que yo realmente suba con mi esposa hacia lo alto, él llama la atención una y otra vez hacia sí. Me muestra que no hay amor humano que se sostenga si no está inmerso en el amor de Dios. Es un gran error pensar que el amor a Dios me es un impedimento para el amor conyugal, para la intimidad; ¡de ninguna manera!
Y si piensan ahora en el tercer voto, en el voto de obediencia, ¡santo Dios!, quisiera yo saber quién tiene que practicar más la obediencia, si los casados o los religiosos. Creo que si reúnen ustedes a todos los casados, en las ocasiones en que tienen que ser obedientes, dirán: ¡qué es esto frente a los religiosos! ¡Cuántas veces el esposo tiene que seguir a la esposa, a pesar de que él es el «señor de la creación»! ¡Cuántas veces tiene la esposa que seguir al esposo, y cuán a menudo tienen que seguir ambos a los hijos! Pienso que aquí tienen que observar, una vez más, cómo es la vida matrimonial. Matris sum nunc et in perpetuum, vivat sanctuarium. Ahora bien, ¿quién ha de darnos la fuerza para llevar una vida semejante? La Santísima Virgen desde el santuario. ¿Ven? Esto es lo que significa espíritu del poder en blanco. ¿Resuena ese espíritu en el lema? Y todo esto es, para empezar, solo poder en blanco. ¿Me permiten que les recite una oración de Hacia el Padre?5
«Por manos de mi Madre
recibe, Señor,
la donación total de mi libertad soberana».
Quiero llegar a ser un hombre soberanamente libre. ¿Y a quién le regalo mi libertad? Patris atque Matris sum nunc et in perpetuum, vivat sanctuarium.
Y ahora, más en detalle:
«Toma mi memoria, los sentidos, la inteligencia;
recíbelo todo como signo de amor».
Más aún:
«Toma el corazón entero y toda la voluntad…».
Patris atque Matris sum nunc et in perpetuum, vivat sanctuarium. Todo eso está con detalle aquí dentro. Por eso:
«Toma el corazón entero y toda la voluntad,
y de este modo se sacie en mí el auténtico amor; […]
cuanto Tú me has dado,
sin ninguna reserva te lo devuelvo…».
¿Qué me ha dado Dios? Memoria, sentidos, voluntad, corazón, entendimiento, bienes terrenos, mi esposa, mi esposo, mis hijos, miembros sanos. ¡Tómalo nuevamente todo, todo! Todo eso te pertenece nuevamente, y sin reserva alguna. Puedes hacer conmigo lo que quieras.
Ahora viene:
«Sobre todo esto dispón siempre a tu gusto;
sólo una cosa te pido:
¡que te ame, Señor!».
Sólo quiero amarte —y este es el sentido último de mi vida—.
«Haz que, cercano o lejano, me sepa amado por ti
como la cara pupila de tus propios ojos».
Saberme amado estando cerca o lejos, en todas las situaciones. Todo lo que me envías ¿qué es? Lo haces por amor a tu hijo.
Y ahora continúa. Es una meta tan alta que tengo que decirme: necesito muchas gracias para ello. Por eso nosotros decimos: vivat sanctuarium. Textualmente dice la oración:
«Concédeme las gracias que me impulsen con vigor
hacia aquello que sin ti
no me atrevo a emprender;
dame participar en la fecundidad
que tu amor otorga a tu Esposa.
Dame ser fecundo para el terruño de Schoenstatt:
mi vida sea un Sí creador
para cuanto, bondadosamente,
con la tierra de Schoenstatt tú has planeado
para la salvación de los hombres».
Querido Dios, te regalo todo lo que soy y lo que tengo a fin de que la Santísima Virgen pueda realizar desde el santuario su gran tarea para este tiempo. Y si tú me tratas así, puedo decir:
«Sólo СКАЧАТЬ