Название: Lunes por la tarde... 5
Автор: José Kentenich
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
Серия: Lunes por la tarde…
isbn: 9789567598588
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Cristo vivió este lema de forma ejemplar para nosotros.
por su encarnación a la edad de doce años, en el templo en Nazaret al comienzo de su vida pública a través de su muerte en la cruz.
Decimos también: «Matris sum nunc et in perpetuum», pues Dios ha querido que sellemos una alianza con la Santísima Virgen.
Nos ponemos a disposición de Dios y de la Santísima Virgen y ellos se ponen a nuestra disposición.
Ellos nos ofrecen en el santuario su amor misericordioso.
Por sobre todas las cualidades de Dios se encuentra su amor misericordioso.
Esta es también la imagen que tienen el apóstol Pablo y la Santísima Virgen de la historia.
Pablo declara: Dios gobierna a una humanidad pecadora para poder apiadarse tanto más de ella.
En el Magníficat de la Santísima Virgen dice: «Su misericordia llega de generación en generación a los que le temen»
En el Antiguo Testamento leemos cómo Dios se apiada del pueblo de Israel.
El Padre Dios pone a nuestra disposición en la alianza de amor su amor misericordioso.
Su condición: tenemos que reconocer y confesar nuestras debilidades y miserias.
Nuestra miseria reconocida es el mayor título que nos da derecho al amor misericordioso de Dios.
También la Obra de Schoenstatt vive a partir de ese secreto.
Por eso hemos sostenido siempre: no ha sido nuestra virtud, sino nuestra miseria la que movió a la Santísima Virgen a sellar con nosotros la alianza de amor.
Nuestra alianza de amor es un desposorio entre la misericordia de Dios y nuestra miseria.
Alianza de amor en el sentido de la disponibilidad mutua significa, por tanto: El Padre y la Madre ponen a nuestra disposición su amor misericordioso.
Esto exige de nosotros entrega humilde, plenamente confiada.
Mi querida Familia de Schoenstatt1:
Tal como lo hemos hecho mes a mes en el año transcurrido, hoy podemos renovar una vez más nuestra alianza de amor. Queremos hacerlo hoy, y mes a mes, durante el año próximo en el sentido de nuestro lema, en el sentido de nuestro lema actual: Patris atque Matris sum nunc et in perpetuum, vivat sanctuarium
¿Recuerdan todavía cómo interpretamos el mes pasado este lema, esta fórmula de saludo? Dijimos: renovamos cada vez nuestra alianza de amor en el sentido de la perfecta disponibilidad mutua. ¿Qué significará eso de perfecta disponibilidad mutua? Ya lo saben: Patris sum nunc et in perpetuum. Nos ponemos a disposición, perfectamente a disposición, sin voluntad propia a disposición del Padre, en todas las situaciones, en toda circunstancia, independientemente de lo que el Padre disponga sobre nosotros. Sabemos teóricamente lo que esto quiere decir. Pero ¿lo habremos elaborado perfectamente en nuestro interior, también en la práctica? A fin de que llegue al corazón quiero explicar brevemente qué es lo que quiere decir.
De un arzobispo portugués, de nombre Bartolomé de los Mártires,2 se cuenta que, haciendo en una ocasión un viaje de visita pastoral, llegó también a regiones de montaña muy solitarias y fue sorprendido de improviso por una fortísima tormenta. No sabía qué debía hacer, pero después vio que justo en las inmediaciones había una cueva. Gracias a Dios, dijo: ahora te vas a la cueva hasta que pase la tormenta. Entonces ve que por encima de la cueva está un muchacho, un joven pastor que apacienta su rebaño. Le pregunta al muchacho: ¿No quieres entrar también en la cueva para protegerte de esta terrible tormenta? No, dijo el muchacho, no debo hacerlo.
¿Por qué no debes hacerlo? Porque el padre no quiere. El padre quiere que yo permanezca aquí, porque aquí, en la zona, hay lobos, y si no permanezco aquí el rebaño no está seguro de los lobos. El arzobispo grabó profundamente en su interior la pequeña frase: «Porque el padre lo desea, permanezco aquí». Y desde ese momento, hizo de esa frase el lema de su vida. «Porque el Padre así lo desea».
Sabemos quién nos ha previvido en primer lugar y de manera ejemplar este lema a nosotros: fue el mismo Salvador. En efecto, también él es el pastor, el buen pastor, y su tarea consistió en proteger a su rebaño de los lobos, es decir, del diablo. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué vino a la tierra? ¿Por qué soportó la tormenta de su vida, cruz y sufrimiento de todo tipo? Él mismo lo dijo, y no solo una vez, como el muchacho pastor, sino innumerables veces. Ya hemos hablado extensamente sobre esto con anterioridad. Él declara solemnemente: He venido del cielo a la tierra no porque yo lo quisiera, sino porque lo quería el Padre.3 El Padre lo quiso. ¿Qué significa: el Padre lo quiso? ¡Cuán a menudo repitió esta frase! Pensemos en el Salvador a la edad de doce años, en la situación que se dio en Jerusalén —incomprensible para todos nosotros—. ¿Por qué, pregunta su madre, nos has hecho esto? ¿No sabíais que tengo que estar en las cosas de mi Padre?4 El Padre así lo ha deseado.
Treinta años estuvo en casa, pegado, como quien dice, al delantal de su madre. ¿Y por qué? Porque el Padre así lo quería. Después, ese tiempo terminó. Se había sentido a gusto en Nazaret, pero ahora, de pronto, se dijo: ¡Adiós, Nazaret! ¿Por qué? Porque el Padre así lo quería. ¡Qué agradable había sido convivir con la madre en casa —por supuesto, el padre (terreno) ya había muerto—! Pero no: debía salir a la vida pública. Ahora comenzaba lentamente la lucha de la vida, el morir. Patris sum nunc et in perpetuum. ¿No es siempre lo mismo?
Escuchemos otra expresión: Mi comida es hacer la voluntad de mi Padre, que me ha enviado.5 Todos nosotros tenemos, tal vez, nuestra comida predilecta. El Salvador tuvo también una «comida predilecta». Esta «comida predilecta» no la saboreó solamente de tanto en tanto: la saboreó cada segundo. «Patris sum nunc et in aeternum»: ahora, en este segundo. Ahora había llegado el momento en el que debía ascender a la cruz, y ¿qué hizo? «Patris sum nunc: en ese momento ascendió a la cruz.
Patris sum nunc et in perpetuum. Pero no solemos decir, solamente: «Patris sum nunc et in perpetuum», sino también: «Matris sum nunc et in perpetuum». ¿Por qué «Matris sum nunc et in perpetuum»? La respuesta solo puede ser siempre la misma: porque el Padre así lo quiso. El Padre quiso que pertenezcamos a la Santísima Virgen. ¿No nos dio acaso de manera solemne a través del Salvador en la cruz el mandato: Ecce mater tua, ecce filius tuus?6 ¿Qué quería él con eso? El Padre quería que entremos en una alianza de amor no solamente con él, sino también con la Santísima Virgen. Y más aún: ¿no nos ha dicho el Padre a través de la fe en la Providencia que le dio a la Santísima Virgen la orden de descender a sus pequeños santuarios de Schoenstatt a fin de sellar allí con sus predilectos una alianza de amor?
Ya ven, esto significa: Patris atque Matris sum nunc et in perpetuum. Por tanto, queremos ponernos y nos pondremos sin reservas a disposición del Padre y de la Madre a través de nuestra alianza de amor. Pero decimos: la alianza de amor no es solo una disponibilidad unilateral, sino una perfecta disponibilidad mutua. En la práctica, esto significa, entonces: no solo nosotros nos ponemos a disposición de manera perfecta y sin voluntad propia, sino que el Padre y la Madre se ponen también a disposición nuestra, también a mi disposición.
¿Qué significa esto, entonces? El Padre y la Madre hacen también lo que yo quiero, lo que yo deseo, por supuesto, bajo determinadas condiciones. ¿Dónde está eso en nuestro lema? Vivat sanctuarium. ¿Qué significa «vivat sanctuarium»? En el santuario no hemos sellado solamente СКАЧАТЬ