Название: La muralla rusa
Автор: Hèlène Carrere D'Encausse
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Historia
isbn: 9788432153532
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Sin desanimarse por este fracaso, d’Argenson se esforzaba al mismo tiempo en convencer al embajador ruso de urgencia para reunir en una alianza a Francia, Rusia, Suecia y Prusia; alianza que completaría un tratado de comercio franco-ruso, para hacer contrapeso a la poderosa pareja austro-inglesa. D’Alion, encargado de defender este proyecto ante Bestujev, le envió incluso en apoyo de su petición una importante suma que el intratable canciller rechazó.
En el otoño de 1745, las tropas francesas habían vencido en Fontenoy y ocupaban una parte del territorio austriaco. En revancha, Austria había ganado una victoria política con la conquista del título imperial por el príncipe Francisco. Los dos consejeros de política extranjera de Isabel estaban en desacuerdo sobre las consecuencias que vendrían. Para el canciller Bestujev, es la potencia y agresividad Prusiana lo que debería determinar la actitud rusa. Como Federico II había atacado al elector de Sajonia, rey de Polonia, Rusia debía reaccionar apoyando políticamente a Austria y uniéndose a las potencias ligadas por la convención de Varsovia —Inglaterra, Países Bajos, Sajonia, Austria—, convención firmada en enero de 1745 para frenar a Prusia. Por el contrario, el vicecanciller Vorontsov tomaba parte por la contención y por una simple ayuda financiera a Sajonia. Isabel dudaba, dividida entre su hostilidad a Prusia y la desconfianza que le inspiraba María Teresa. Finalmente optó por una solución de fuerza, la intervención militar en Sajonia programada para la primavera siguiente. Y para prepararla, Rusia comenzó a retirar sus tropas de Curlandia. Alarmado por estos movimientos de tropas, Federico prefirió concluir una paz separada con Sajonia y Austria y firmó el tratado de Dresde en diciembre de 1745. Bestujev había convencido a Isabel de frenar las ambiciones prusianas, le quedaba asegurar un verdadero acercamiento a Austria. Lo consiguió también, pues el tratado de alianza defensiva ruso-austriaco de 1726 fue renovado el 22 de mayo para una duración de veinte años. Los dos países se comprometían a poner en pie un ejército de treinta mil hombres contra un eventual agresor, que era evidentemente Prusia. El tratado estipulaba también que, además de la ayuda recíproca que se aseguraban las dos potencias en caso de agresión, toda paz separada quedaba excluida.
Francia reaccionó ante esta alianza, que asumía buscando los medios de estrechar sus vínculos con Polonia y Suecia. El proyecto de casar al delfín Luis, viudo en esta época, con María José de Sajonia forma parte de esta búsqueda de alianzas. El matrimonio tendrá lugar el 10 de enero de 1747, y hace esperar a Francia que no solo confirma la amistad franco-polaca, sino que contribuye a guardar a Polonia de la influencia rusa. El 6 de junio, un tratado firmado en Estocolmo renueva la alianza y la convención de ayudas entre Francia y Suecia. Estos acuerdos han sido obra del marqués de Puisaye, que ha sustituido en enero de 1747 a d’Argenson, a quien se tiene por responsable de las debilidades de la diplomacia francesa, en el Ministerio de Asuntos Exteriores. El marqués de Puisaye ha logrado también el acercamiento entre Prusia y Suecia, lo que confirma el tratado que firman el 18 de mayo de 1747. Así se pone en marcha una respuesta al tratado ruso-austriaco. Para Rusia, sigue habiendo un problema crucial, el de los medios financieros necesarios para encaminar el proyecto militar del canciller. Este «nervio de la guerra», es Inglaterra la que puede aportarlo. Bestujev siempre apostó por dos aliados: Austria e Inglaterra. Pero Inglaterra se resiste ante las demandas rusas que estima excesivas. Además, Francia ha declarado la guerra a Holanda en abril, y los ingleses esperan de Rusia que envíe tropas para combatir a las de Francia. El 12 de junio, por fin, se firma una convención de ayudas ruso-inglesa. Rusia puede poner sus tropas en movimiento. Un ejército al mando del príncipe Repnin penetra en Alemania, y avanza en dirección al Rin. Desde otra parte, las tropas rusas que van a socorrer a los aliados angloholandeses son transportadas por el Báltico hacia los Países Bajos. Finalmente, tropas rusas avanzan también hacia Alsacia.
Francia puede entonces comprobar lo poco respetuosos que son de sus obligaciones sus aliados. Polonia ha dejado pasar a las tropas rusas, Suecia no se mueve y Federico II hace lo mismo, a pesar del tratado de alianza que le liga a Suecia y que Francia había alentado. Por suerte para Francia en tan lamentable postura, los ruidos de botas tienen el mismo efecto en 1748 que en 1745, convencerán a los beligerantes a poner fin a las hostilidades. El tratado de paz de Aix-la-Chapelle se firmará el 18 de octubre de 1748 tras una negociación de varios meses. Este tratado pone fin a la guerra de sucesión de Austria. Rusia no fue signataria. Al comienzo de las negociaciones, había enviado a Aix-la-Chapelle al conde Golovkin para representarla, pero Francia y Prusia objetaron que siendo Rusia «extranjera a la guerra», no podía tomar parte en la negociación.
El tratado confirmó la Pragmática Sanción de Carlos VI y los derechos de la emperatriz al trono. Silesia devino posesión prusiana. Francia devolvió a Austria los territorios neerlandeses que había ocupado, conceder a Inglaterra Madras y posesiones en América, y aceptar la destrucción de las fortificaciones de Dunkerque.
¿Qué balance podía hacer Rusia de una guerra en que sus movimientos de tropas habían contribuido en buena medida a la paz? Aunque se sumaba al proyecto de Bestujev de «mantener un equilibrio europeo de paz duradera» —y la paz «entre dos guerras» va a durar en efecto ocho años—, las consecuencias de esta paz no eran muy favorables para ella. Las relaciones con Francia están rotas duraderamente, y Francia, con su aliado prusiano que Rusia considera su principal enemigo, va a dedicarse a debilitarla en Estocolmo, en Varsovia, en Constantinopla.
La relación directa entre Versalles y Petersburgo no existe, y todos los conflictos se agravarán. La ruptura entre las dos capitales tuvo lugar desde Aix-la-Chapelle. D’Alion deja Petersburgo sin que la emperatriz le haya concedido ni siquiera la tradicional audiencia de partida; le tocará al cónsul Saint-Sauver, por un cierto tiempo, cubrir su ínterin. Luego llamarán a Francia a Saint-Sauveur en junio, mientras que Gross dejaba París por Berlín, y los dos países no tuvieron ya representantes. Gracias a Austria, una solución bastarda se puso en marcha. Al tener Viena que designar un representante en Francia, el primero después de la guerra, Bestujev obtuvo que este embajador, el conde de Kaunitz, lleve de adjunto al príncipe Golitsin, quien asegura así una cierta presencia rusa en París.
La paz firmada no bastó para garantizar un clima diplomático pacificado. Bestujev, siempre poderoso, se inquietaba por la amenaza prusiana, «la vecina peligrosa», y obtuvo de la emperatriz que reforzase sus medios militares, pues Suecia, o mejor la Suecia «aconsejada» por Federico II, molesta a Rusia. Federico II ha casado a su hermana con el príncipe de Holstein elegido sucesor del rey. Y el partido franco-prusiano, influyente en Estocolmo, preconiza un cambio del sistema institucional a la muerte del rey. Panin, que representa entonces a Rusia en Estocolmo, se opone en nombre de la «defensa de las libertades suecas» y advierte que Rusia respondería a tal cambio con el envío de tropas a Finlandia. La amenaza bastó para matar el proyecto y Adolfo Federico, al subir al trono de Suecia, anunció enseguida que no modificaría el sistema político.
En Varsovia, donde reina Augusto III de quien se anuncia siempre la muerte próxima, Francia busca preparar una sucesión que eliminaría a Rusia. Envía allí como embajador al conde de Broglie, encargado de reunir al Partido francés y preparar la candidatura al trono del príncipe de Conti. Pero este último designio se reveló pronto irrealizable por la oposición austro-rusa. El conde de Broglie prevé entonces otro candidato, el príncipe Mauricio de Sajonia, que no conviene demasiado a Rusia; Federico II también se opone y amenaza, si Francia persiste, con no renovar su alianza con ella.
Separada de Francia, Rusia sigue considerando que su enemigo más temible, y más constante, es Prusia. Cuando en 1752 Federico II destapa sus pretensiones sobre Hanover, la emperatriz Isabel declara que, si persevera en esta ambición, ella enviará cincuenta mil hombres a la frontera prusiana. Federico II juzgó que la amenaza era lo bastante seria como para abandonar su proyecto. Conocía la fuerza de los sentimientos hostiles de la emperatriz para con él. Sentimientos que refuerzan otro episodio. Se anunció en Petersburgo el descubrimiento de un complot alentado por Prusia y que pretendía, una vez más, destronar СКАЧАТЬ