El huésped. Sok-yong Hwang
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El huésped - Sok-yong Hwang страница 9

Название: El huésped

Автор: Sok-yong Hwang

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Colección literatura coreana

isbn: 9786077640165

isbn:

СКАЧАТЬ La bisabuela me obligaba a hacerlo para protegerme de la viruela que te deja marcas en la cara. Los ojos del guardián estaban tan resaltados que parecían anteojos, la nariz era muy baja, la boca marcaba una línea larga horizontal y los colmillos sobresalían del labio superior.

      —Gran abuela. Usted me ha dicho que este guardián siempre está a favor de los niños; entonces, ¿por qué tiene una cara tan terrible?

      —Ese tipo de semblante asusta a la viruela invasora del sur. Apresúrate a hacer tu reverencia. Ya, saluda ahora mismo.

      —Como sabes, el día que me ordené diácono, los jóvenes de la aldea y yo derribamos a ese guardián y lo tiramos sobre la hierba junto a la orilla del arroyo. Ese objeto que odiaron también los jesuitas quedó abandonado entre la hierba y pasaron unos dos años. Entonces, ¿no habrá sido arrastrado por la inundación?

      Yo, de nuevo, me respondo a mí mismo.

      —No creo haberme comportado bien. Lo saludé obligado por la gran abuela y por el terror a la viruela. Creí que aunque sobreviviera a la viruela tendría la cara marcada.

      La bisabuela y yo, a diferencia de los demás que estaban ocupados en casa, no teníamos nada que hacer. Por eso tenía mucho tiempo para estar con ella en su dormitorio, que estaba al otro lado del pabellón principal. Yo tenía dos hermanas mayores y un hermano casi 10 años mayor, Yohan. No tenía amigos que jugaran conmigo. Cada vez que visitaba a la gran abuela, me daba golosinas que tenía escondidas: los parientes se las obsequiaban como señal de reverencia. En verano me daba melones, sandías; en otoño, castaños y azufaifas; y en invierno, pasta de harina de trigo con miel y aceite, o por lo menos papas asadas. Ella me contaba muchos relatos antiguos.

      A unos 20 kilómetros al oeste de nuestra aldea se ve el monte Guwol, en cuya cima, llamada Sahuangbong, se encuentra un precipicio de rocas de forma rectangular. Decían que en tiempos muy antiguos el abuelo Tangun bajaba del cielo y pasaba allí el tiempo. Cuando era el momento de regresar al cielo, escondía su espada y su armadura en el interior de la cueva. Por esta historia, la piedra se llama “roca de los guantes”. También se decía que los japoneses habían horadado la roca para robar la espada y la armadura, pero no habían conseguido nada, pese a haber gastado mucho dinero. Durante la dinastía Chosun creíamos que el hijo del cielo era el abuelo Tangun. Cuando yo era joven, estuve en Guwol. Allí, en la cima del monte, había un templo budista, Peyop, delante del cual había un altar. Decían que desde esa roca plana Tangun había buscado un lugar adecuado donde fundar su reino. Allí están escritas las letras que significan “altar de Tangun”. Desde la cima de Siru, delante del templo Peyop, caminó hacia la zona de Songdangri y sus huellas están marcadas en las rocas.

      Esta abuela vivía en Namuri de Cheryong.

      Tu bisabuelo y yo pertenecíamos al estrato social medio. Los miembros de ambas familias supervisaban a los arrendatarios de las propiedades del palacio real en todo el territorio de la provincia de Hwanghae. Los abuelos eran trabajadores y poseían cierta extensión de tierras. En aquel entonces había pocos propietarios, pero cuando los japoneses colonizaron durante la dinastía Yi, todo el territorio fue arrebatado por la Sociedad Estatal de Oriente, de Japón, y por las cooperativas japonesas para la promoción de industrias. En esta situación, tu abuelo labraba nuestra tierra, mientras tu padre era el escribano del administrador de una huerta que pertenecía a aquella Sociedad de Oriente.

      Por un error, tu abuelo se convirtió en creyente de Jesucristo, el fantasma occidental. Se hizo amigo de su compañero. Decían que un misionero occidental había llegado por primera vez al puerto de Sole del pueblo Changyon, reino de Choson. A partir de entonces se convirtieron en cristianos no sólo los ricos, sino también los pobres de Changyon. El compañero de tu abuelo llegó a ser maestro de una escuela primaria. Era cristiano desde la generación de sus padres. Al pueblo de Sinchon llegó un evangelizador y los jóvenes se reunían todos los días para hablar del evangelio. ¿Cómo podía convencer una madre a su hijo ya adolescente? Aguantar aquella época fue muy difícil, porque se rompió la jarra de un guardián espiritual de la casa.

      Una mujer de la aldea me dijo que había ocurrido algo muy grave en su casa. Cuando le pregunté qué había pasado, me dijo que su hijo estaba haciendo una imposición de manos, lo que significaba someterse al espíritu. Me fui corriendo allá. Le preguntaron algunas cosas y después le mojaron el cabello. Decían que el espíritu occidental ya había entrado en él. En ese momento recordé que mi marido lloraba a gritos en casa por el moño que le habían cortado los japoneses en el mercado de la aldea. Yo también me indigné tanto, que lloré dando golpes al suelo. Desde entonces tu abuelo se hizo misionero cristiano de alto rango. ¿Quién se atrevería a interrumpir la conversión de su hijo al cristianismo? Yo tampoco pude hacer nada. Tu padre, por supuesto, cristiano, y mi nuera también hija de un cristiano por completo… Por eso, tengan presente lo que os he dicho.

      Tu abuelo no era el primogénito. Era el tercero de tres. Sus hermanos mayores fallecieron y él se convirtió en único. Tú también tendrás que cuidarte mucho. ¿Sabes cuánto terror nos daba la viruela extranjera? En esos años murieron cientos de niños, y los que sobrevivieron no sirvieron para nada. Tenían las caras marcadas.

      Una vez que la viruela empezaba en la aldea, era muy difícil consultar a los médicos porque sólo visitaban a los ricos. También era difícil llamar a los adivinos ciegos. Lo único que se podía hacer era recurrir a un chamán. Como no teníamos para comprar alcohol ni carne para el rito del chamán, era imposible preparar los alimentos para el altar y pensar en el exorcismo. La gente rezaba sutras dando golpecitos a la calabaza sumergida en el agua del cubo. Conforme aumentaban los enfermos en la aldea, se construían viviendas en las afueras para que sólo ellos vivieran allí, y se les daba arroz, sal, salsa de soya, etc. Sus familiares tampoco podían encontrarse con ellos. La mayoría de los enfermos eran niños, pero también había algunos adultos. En casos de fallecimiento, los niños mayores atendían a los menores. ¿Acaso no pensaban que sus hijos eran tan preciados? Una vez que un niño caía enfermo, sus padres lo tenían en brazos hasta que estuviera a punto de morir. Y cuando no había forma de salvarlo, lo envolvían en una estera de hierbas o de paja y a altas horas de la noche buscaban un árbol bastante alto y allí lo ataban a una de las ramas para luego volver a casa. En aquellos tiempos había tantos cuervos, que empezaban a picotear los ojos del niño todavía vivo. Por eso los padres velaban para espantarlos y también porque algunos niños revivían. Desde la infancia oímos que la viruela había venido del occidente. Decían que era la enfermedad de los bárbaros, por lo tanto se pensaba que venía de un país donde creían en Jesucristo. Yo perdí a dos hijos mayores, y el único que se salvó fue tu abuelo. ¿Cómo no estar enfadada con Jesucristo? El ser humano tendrá buena suerte cuando sepa su origen.

      El abuelo administró bien la tierra heredada del bisabuelo y la aumentó. Tu padre también manejaba bien la huerta, propiedad de la Sociedad Estatal de Oriente, y en la época anterior a la independencia ya tenía un hogar burgués y era uno de los cinco ricos de la aldea. Los dos hombres, padre e hijo, construyeron unaiglesia cristiana en Chansemgol en colaboración con otros cristianos burgueses. La iglesia de Guangmyong de la aldea Chansemgol era de mayor categoría y tenía más creyentes que la del pueblo.

      La bisabuela falleció antes de la independencia.

      El misionero Liu Yosop esperó sentado a la entrada del asilo de ancianos, parecida a la recepción de un pequeño hotel. Tomó agua СКАЧАТЬ