El libro negro del comunismo. Andrzej Paczkowski
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Название: El libro negro del comunismo

Автор: Andrzej Paczkowski

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9788417241964

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СКАЧАТЬ locales del partido rivalizaban en ardor por batir récords de colectivización. El 31 de octubre de 1929, Pravda apeló a la «colectivización total», sin ningún límite en el movimiento. Una semana más tarde, con ocasión del duodécimo aniversario de la Revolución, Stalin publicó su famoso artículo «El Gran Giro», fundado en una apreciación fundamentalmente errónea según la cual «el campesino medio ha girado hacia los koljozes». La NEP había pasado a la historia.

      7

       Colectivización forzosa y deskulakización

      Como lo confirman los archivos hoy en día accesibles, la colectivización forzosa del campo fue una verdadera guerra declarada por el Estado soviético contra toda una nación de pequeños productores. Más de dos millones de campesinos deportados, de los cuales un millón ochocientos mil lo fue en 1930-1931, seis millones de muertos a causa del hambre, centenares de miles de muertos en la deportación: estas cifras dan la medida de la tragedia humana que fue ese gran «ataque» contra el campesinado. Lejos de reducirse al invierno de 1929-1930, esta guerra duró al menos hasta mediados los años treinta, culminando en el curso de los años 1932-1933, marcados por una terrible hambruna deliberadamente provocada por las autoridades para quebrantar la resistencia del campesinado. La violencia ejercida contra los campesinos permitió experimentar métodos aplicados a continuación a otros grupos sociales. En este sentido, constituye una etapa decisiva en el desarrollo del terror estalinista.

      En su informe al pleno del Comité Central de noviembre de 1939, Vyacheslav Molotov había declarado: «En el marco del plan no se plantea la cuestión de los ritmos de la colectivización. (…) Queda noviembre, diciembre, enero, febrero, marzo, cuatro meses y medio en el curso de los cuales, si los imperialistas nos atacan directamente, tenemos que realizar una penetración decisiva en el área de la economía y de la colectivización». Las decisiones del pleno se ocuparon de esta huida hacia adelante. Una comisión elaboró un nuevo calendario de colectivización que, después de varias revisiones al alza, fue promulgado el 5 de enero de 1930. El Cáucaso del Norte, y el Volga bajo y medio debían ser completamente colectivizados desde el otoño de 1930. Las otras regiones productoras de cereales lo serían un año más tarde1.

      El 27 de diciembre de 1929, Stalin ya había anunciado el paso de «la limitación de las tendencias explotadoras de los kulaks a la liquidación de los kulaks como clase». Una comisión del Politburó, presidida por Molotov, fue encargada de poner en funcionamiento las medidas prácticas para esta liquidación. Definió tres categorías de kulaks: los primeros, «involucrados en actividades contrarrevolucionarias», debían ser detenidos y trasladados a los campos de trabajo de la GPU o ejecutados en caso de resistencia, siendo sus familias deportadas y sus bienes confiscados. Los kulaks de segunda categoría, definidos como «aquellos que manifiestan una oposición menos activa, pero no obstante archiexplotadores, y, por este hecho, naturalmente inclinados a ayudar a la contrarrevolución», debían ser detenidos y deportados con su familia a regiones apartadas del país. Finalmente, los kulaks de tercera categoría, calificados de «leales al régimen», serían instalados de oficio en las márgenes de los distritos en los que residían, «fuera de las zonas colectivizadas en tierras que necesitaran una bonificación». El decreto precisaba que «la cantidad de explotaciones kulaks que había que liquidar en un plazo de cuatro meses (…) se sitúa en una horquilla que va del 3 al 5 por 100 del número total de las explotaciones», cifra indicativa que pretendía guiar las operaciones de deskulakización2.

      Coordinados en cada distrito por una troika compuesta por el primer secretario del comité del partido, el presidente del comité ejecutivo de los soviets y el responsable local de la GPU, las operaciones fueron llevadas a cabo en el terreno por comisiones y brigadas de deskulakización. La lista de los kulaks de primera categoría, que comprendía sesenta mil cabezas de familia según el «plan indicativo» establecido por el Politburó, era de competencia exclusiva de la policía política. En cuanto a las listas de kulaks de las otras categorías, eran preparadas sobre el terreno teniendo en cuenta las «recomendaciones» de los «activistas» del pueblo. ¿Quiénes eran esos activistas? Uno de los más cercanos colaboradores de Stalin, Sergo Ordzhonikidze, los describía de la siguiente manera: «ya que no hay militantes del partido en el pueblo, se ha puesto generalmente a un joven comunista, se le ha colocado como adjuntos a dos o tres campesinos pobres y este aktiv (grupo de activistas) se ha encargado de realizar de manera personal todos los asuntos del pueblo: colectivización, deskulakización»3. Las instrucciones eran claras: colectivizar el mayor número posible de explotaciones y detener a los recalcitrantes, a los que se etiquetaba de kulaks.

      Tales prácticas abrían de manera natural el camino a incontables abusos igual que a cualquier tipo de ajuste de cuentas. ¿Cómo definir al kulak? ¿El de segunda o el de tercera categoría? En enero-febrero de 1930 ya no se podían ni siquiera utilizar los criterios que definían la explotación kulak, pacientemente elaborados después de cuidadosas discusiones mantenidas por diferentes ideólogos y economistas del partido durante los años previos. Efectivamente, en el curso del último año, los kulaks se habían empobrecido considerablemente para hacer frente a los impuestos cada vez más gravosos que pesaban sobre ellos. Ante la ausencia de signos exteriores de riqueza, las comisiones debían recurrir a las listas fiscales, a menudo antiguas e incompletas, conservadas por el soviet rural, a los informes de la GPU, a las denuncias de vecinos atraídos por la posibilidad de robar los bienes de otro. Efectivamente, en lugar de proceder a un inventario preciso y detallado de los bienes y transferirlos, según las instrucciones oficiales, al fondo inalienable del koljoz, las brigadas de deskulakización actuaban según la orden «comamos y bebamos, todo es nuestro». Como lo señalaba un informe de la GPU procedente de la provincia de Smolensk, «los deskulakizadores quitaban a los campesinos acomodados sus ropas de invierno y su ropa interior caliente, apoderándose en primer lugar del calzado. Dejaban a los kulaks en calzones, echaban mano de todo, incluidos los viejos calzados de caucho, las ropas de mujer, el té de 50 kopecks, atizadores, jarros… Las brigadas confiscaban hasta las pequeñas almohadas que se colocaban bajo la cabeza de los niños, incluso la kasha que se cocía en el horno y que arrojaban sobre los iconos después de haberlos roto»4. Las propiedades de los campesinos deskulakizados fueron a menudo simplemente saqueadas o vendidas al mejor postor a precios irrisorios. Algunas isbas fueron compradas por 60 kopecks, vacas por 15 kopecks —es decir, a precios varios centenares de veces inferiores a su valor real— por los miembros de las brigadas de deskulakización. Como posibilidad ilimitada de pillaje, la deskulakización sirvió también a menudo de pretexto para arreglar cuentas personales.

      En esas condiciones, no resulta sorprendente que, en algunos distritos, entre el 80 y el 90 por 100 de los campesinos deskulakizados hubieran sido serednyaki, es decir, campesinos medios. Había que alcanzar, y si era posible superar, el número «indicativo» de los kulaks presentado por las autoridades locales. Se detuvo y deportó a campesinos nada más que por haber vendido durante el verano granos en el mercado o por haber empleado dos meses en 1925 o en 1926 a un obrero agrícola, por haber poseído dos samovares, por haber dado muerte a un cerdo en septiembre de 1929 «con la finalidad de consumirlo y de sustraerlo así a la apropiación socialista». Un campesino de ese tipo era detenido bajo el pretexto de que se había «entregado al comercio» aunque no era más que un campesino pobre que vendía los productos de su propia elaboración. Otro era deportado bajo el pretexto de que su tío había sido oficial zarista. Otro más era etiquetado de kulak a causa de que «frecuentaba de manera asidua la iglesia». Pero por regla general, se era catalogado como kulak por el único hecho de ser abiertamente opuesto a la colectivización. Reinaba tal confusión en las brigadas de deskulakización que se alcanzaba a veces las cimas de lo absurdo. Así, en una población de Ucrania, por no citar más que este ejemplo, un serednyak, miembro de una brigada de deskulakización, fue arrestado como kulak por representantes de otra brigada de deskulakización ¡que estaba realizando su labor en el otro extremo de la población!

      No obstante, después de una primera fase СКАЧАТЬ