El libro negro del comunismo. Andrzej Paczkowski
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Название: El libro negro del comunismo

Автор: Andrzej Paczkowski

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9788417241964

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СКАЧАТЬ zarista y antiguos funcionarios, cosacos participantes en las revueltas de Kronstadt o de Tambov, y a cualquier otra persona condenada en virtud del artículo 58 del Código Penal.

      La tercera categoría reagrupaba a los delincuentes de derecho común condenados por la GPU (bandidos, falsificadores de moneda) y a los antiguos chequistas condenados por diversos crímenes y delitos por su institución. Los contrarrevolucionarios, obligados a cohabitar con los delincuentes de derecho común que marcaban la ley en el interior del campo, estaban sometidos a la arbitrariedad más absoluta, al hambre, al frío extremo en invierno, a los mosquitos en verano —una de las torturas más frecuentes consistía en atar a los prisioneros desnudos en los bosques, como pasto de los mosquitos, particularmente numerosos y terribles en estas islas septentrionales sembradas de lagos. Para pasar de un sector a otro, recordaba uno de los más célebres prisioneros de las Solovki, el escritor Varlam Shalamov, los detenidos exigían tener las manos atadas detrás de la espalda y esto fue expresamente mencionado en el reglamento: «era el único medio de autodefensa de los detenidos contra la fórmula lacónica “muerto durante una tentativa de evasión”»11.

      Fue en el campo de las Solovki donde se puso realmente en funcionamiento, después de los años de improvisación de la guerra civil, el sistema de trabajo forzado que iba a conocer un desarrollo fulgurante a partir de 1929. Hasta 1925, los detenidos fueron ocupados de manera bastante poco productiva en diversos trabajos en el interior de los campos de concentración. A partir de 1926, la administración decidió suscribir contratos de producción con algunos organismos del Estado y explotar más «racionalmente» el trabajo forzado, que se había convertido en una fuente de beneficio y ya no constituía, según la ideología de los primeros campos «de trabajo correccional» de los años 1919-1920, una fuente de «reeducación». Reorganizados bajo las siglas USLON (Dirección de los Campos Especiales del Norte), los campos de concentración de las Solovki se extendieron por el continente, primero en el litoral del mar Blanco. Fueron creados nuevos campos de concentración en 1926-1927 cerca de la desembocadura del Pechora, en Kem y en otros lugares de un litoral inhóspito, pero cuyas inmediaciones eran ricas en bosques. Se encargó a los detenidos que ejecutaran un programa preciso de producción, principalmente la tala de bosques. El crecimiento exponencial de los programas de producción necesitó rápidamente un número creciente de detenidos. Debía conducir, en junio de 1929, a una reforma capital del sistema de detención: el traslado de todos los detenidos condenados a penas superiores a tres años de prisión hacia los campos de trabajo. Esta medida iba a permitir un formidable desarrollo del sistema de los campos de trabajo. Laboratorio experimental del trabajo forzado, los «campos especiales» del archipiélago de las Solovki fueron la matriz de otro archipiélago en gestación, uno inmenso que crecería siguiendo la escala del país-continente entero: El Archipiélago Gulag.

      Las actividades ordinarias de la GPU, con su cupo anual de algunos miles de condenas a penas de campos de concentración o de destierro en residencia vigilada, no excluían numerosas operaciones represivas específicas de gran amplitud. Durante los años tranquilos de la NEP, de 1923 a 1927, los episodios más masivos y sangrientos de la represión tuvieron lugar en realidad en las repúblicas periféricas de Rusia, en Transcaucasia y en Asia central. Estos países habían resistido ferozmente en su mayoría la conquista rusa del siglo XIX y no habían sido reconquistados sino tardíamente por los bolcheviques: Azerbaiyán en abril de 1920, Armenia en diciembre de 1920, Georgia en febrero de 1921, Daguestán a finales de 1921 y el Turkestán, con Bujara, en otoño de 1920. Todos ellos continuaron oponiendo una fuerte resistencia a la sovietización. «No controlamos más que las ciudades principales o más a menudo el centro de las ciudades principales», escribía en enero de 1923 Peters, el enviado plenipotenciario de la Cheka a Turkestán. En 1918, a finales de los años veinte y en ciertas regiones hasta 1935-1936, la mayor parte de Asia Central, con excepción de las ciudades, fue controlada por los basmachies. El término basmachies («bandoleros», en uzbeko) era aplicado por los rusos a los diversos tipos de guerrilleros, sedentarios, pero también nómadas, uzbekos, kirguises, turkmenos, que actuaban en varias regiones de manera independiente unos de otros.

      El principal foco de la revuelta se situaba en el valle de la Fergana. Después de la conquista de Bujara por el Ejército Rojo en septiembre de 1920, la sublevación se extendió a las regiones oriental y meridional del antiguo emirato de Bujara y a la región septentrional de las estepas turkmenas. A inicios de 1921, el Estado Mayor del Ejército Rojo estimaba en 30.000 el número de basmachies armados. La dirección del movimiento era heterogénea, formada por jefes locales, surgidos de los notables de la aldea o del clan, por jefes religiosos tradicionales pero también por nacionalistas musulmanes extraños en la región, como Enver Pashá, el antiguo ministro de Defensa de Turquía, muerto en un enfrentamiento con destacamentos de la Cheka en 1922.

      El movimiento basmachi era una sublevación espontánea, instintiva, contra el «infiel», el «opresor ruso», el antiguo enemigo que había vuelto a aparecer bajo una forma nueva, que se proponía no solamente apropiarse de las tierras y del ganado, sino también profanar el mundo espiritual musulmán. Guerra de «pacificación» de carácter colonial, la lucha contra los basmachies movilizó, durante más de diez años, a una parte importante de las fuerzas armadas y de las tropas especiales de la policía política, uno de cuyos departamentos era precisamente el departamento oriental. Actualmente resulta imposible evaluar, incluso de manera aproximada, el número de víctimas de esta guerra12.

      El segundo gran sector del departamento oriental de la GPU era la Transcaucasia. En la primera mitad de los años veinte, el Daguestán, Georgia y Chechenia se vieron particularmente afectados por la represión. El Daguestán resistió a la penetración soviética hasta finales de 1921. Bajo la dirección del jeque Uzun Hadji, la confraternidad musulmana de los Nakshnandíes se puso al frente de una gran revuelta de montañeses, y la lucha adoptó el carácter de guerra santa contra el invasor ruso. Duró más de un año, pero ciertas regiones no fueron «pacificadas» más que en 1923-1924 y al precio de bombardeos masivos y de matanzas de civiles13.

      Después de tres años de independencia bajo un Gobierno menchevique, Georgia fue ocupada por el Ejército Rojo en febrero de 1921, y seguía siendo, según propia confesión de Aleksandr Myasnikov, el secretario del comité del partido bolchevique de Transcaucasia, «un asunto bastante arduo». El esquelético partido bolchevique local, que en tres años de poder había podido reclutar apenas a 10.000 personas, se enfrentaba con un segmento intelectual y nobiliario de cerca de 100.000 personas, muy antibolchevique, y a redes mencheviques todavía bastante vigorosas puesto que el partido menchevique había contado allí en 1920 con más de 60.000 afiliados. A pesar del terror ejercido por la todopoderosa cheka de Georgia, ampliamente independiente de Moscú y dirigida por un joven dirigente policial de 25 años al que se le auguraba un gran porvenir, Lavrenti Beria, los dirigentes mencheviques en el exilio llegaron a finales de 1922 a organizar con otros partidos antibolcheviques un comité secreto para la independencia de Georgia, que preparó una sublevación. Iniciada el 28 de agosto de 1924 en la pequeña ciudad de Chiatura, esta sublevación, cuyos participantes esencialmente eran campesinos de la región de Guria, se apoderó en algunos días de cinco de los veinticinco distritos georgianos. Enfrentada con fuerzas superiores dotadas de artillería y de aviación, la insurrección fue aplastada en una semana. Sergo Ordzhonikidze, primer secretario del comité del partido bolchevique de Transcaucasia, y Lavrenti Beria se valieron del pretexto de esta sublevación para «acabar de una vez por todas con el menchevismo y la nobleza georgiana». Según datos publicados, 12.578 personas fueron fusiladas del 29 de agosto al 5 de septiembre de 1924. La amplitud de la represión fue tal que el mismo Politburó quedó sobrecogido por ella. La dirección del partido envió a Ordzhonikidze una llamada al orden, pidiéndole que no procediera ni a ejecuciones masivas y desproporcionadas ni a ejecuciones políticas sin haber sido expresamente autorizado por el Comité Central. Las ejecuciones sumarias continuaron, no obstante, durante meses. En el pleno del Comité Central, reunido en octubre de 1924 en Moscú, Sergo Ordzhonikidze concedió: «¡Quizá hemos exagerado un poco, pero allí no se puede hacer nada más!»14.

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