El libro negro del comunismo. Andrzej Paczkowski
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Название: El libro negro del comunismo

Автор: Andrzej Paczkowski

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9788417241964

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СКАЧАТЬ de largo, excavado en su mayor parte en una roca granítica, que uniría el mar Báltico con el mar Blanco. Carente de medios técnicos y de máquinas, este proyecto faraónico necesitaba una mano de obra de al menos 120.000 detenidos, que trabajara solamente con útiles del tipo de picos, palas y carretillas. Pero en el verano de 1930, con la deskulakización que llegaba a su apogeo, la mano de obra penal era, menos que nunca, un producto deficitario.

      En realidad, la masa de deskulakizados era tal —más de 700.000 personas a finales de 1930, más de 1.800.000 a finales de 193114— que «las estructuras de encuadramiento» no «podían formarse a la misma velocidad». En la improvisación y la anarquía más completa se desarrollaron las operaciones de deportación de la inmensa mayoría de los kulaks de las denominadas «segunda» o «tercera» categoría. Llegaron a una forma sin precedente de «deportación-abandono», a la rentabilidad económica nula para las autoridades, pese a que uno de los objetivos principales de las deskulakización era la revalorización, gracias a los deportados, de regiones inhóspitas, pero ricas en recursos naturales, del país15.

      Las deportaciones de kulaks de segunda categoría comenzaron desde la primera semana de febrero de 1930. Según el plan acordado por el Politburó, 60.000 familias debían ser deportadas en el curso de una primera fase que debía concluir a finales de abril. La región norte debía acoger a 45.000 familias, los Urales a 15.000. El 16 de febrero, sin embargo, Stalin telegrafió a Eije, primer secretario del comité regional del partido de Siberia occidental: «Es inadmisible que Siberia y el Kazajstán pretendan no estar preparados para la acogida de los deportados. Siberia debe recibir de manera imperativa a 15.000 familias de aquí a finales de abril». En respuesta, Eije envió a Moscú un «presupuesto» estimativo de los costes para «la instalación» del contingente planificado de deportados que ascendía a cuarenta millones de rublos, ¡suma que no recibió jamás!16.

      También las operaciones de deportación se vieron señaladas por una ausencia completa de coordinación entre los diferentes eslabones de la cadena. Los campesinos detenidos fueron alojados durante semanas en locales improvisados —cuarteles, edificios administrativos, estaciones—, de donde un gran número de ellos consiguió huir. La GPU había previsto para la primera fase 240 envíos de 53 vagones, estando cada envío, según las normas definidas por la GPU, compuesto de 44 vagones de ganado en cada uno de los cuales había cuarenta deportados, de ocho vagones para el transporte de los útiles, el avituallamiento y algunos bienes que pertenecían a los deportados, con un límite de 480 kilos por familia, y de un vagón para el transporte de los guardianes. Según testifica la correspondencia acerba cruzada entre la GPU y el comisariado del pueblo para el Transporte, los convoyes no llegaban más que con cuentagotas. En los grandes centros de clasificación, en Vologda, Kotlas, Rostov, Sverdlovsk y Omsk, se quedaban inmovilizados durante semanas con su cargamento humano. El estacionamiento prolongado de estos transportes de réprobos, en los que mujeres, niños y ancianos estaban representados en buen número, no pasaba por regla general inadvertido a la población local, según lo atestiguan las numerosas cartas colectivas enviadas a Moscú, estigmatizando «la matanza de inocentes» y firmadas por el «colectivo de obreros y empleados de Vologda» o de los «ferroviarios de Kotlas»17.

      En estos envíos inmovilizados en pleno invierno en alguna vía secundaria, a la espera de un lugar de destino donde pudieran ser «instalados» los deportados, el frío, la ausencia de higiene y las epidemias implicaban, según los transportes, una mortalidad sobre la cual se dispone de pocas cifras para los años 1930-1931.

      Una vez encaminados por transporte ferroviario hasta una estación, los hombres válidos eran a menudo separados de su familia, instalados provisionalmente en barracones levantadas deprisa y corriendo, y enviados bajo escolta hacia los «lugares de colonización» situados, como lo preveían las instrucciones oficiales, «a distancia de las vías de comunicación». El interminable periplo se continuaba, por lo tanto, durante varios centenares de kilómetros todavía, con o sin la familia, si era en invierno en convoyes de trineos, o en carretas si era verano, o incluso a pie. Desde un punto de vista práctico, esta última etapa del periplo de los «kulaks de segunda categoría» se parecía a menudo a la deportación de los «kulaks de tercera categoría» desplazados hacia «tierras que necesitaban una bonificación en el interior de su región» —regiones que cubrían, en Siberia o en los Urales, varios centenares de miles de kilómetros cuadrados. Tal y como informaban el 7 de marzo de 1930 las autoridades del distrito de Tomsk en Siberia occidental, «los primeros transportes de kulaks de tercera categoría llegaron a pie, en ausencia de caballos, de trineos, de arneses. (…) En general, los caballos destinados a los transportes resultan absolutamente inútiles para desplazamientos de trescientos kilómetros y más, puesto que durante la formación de los convoyes todos los buenos caballos que pertenecen a los deportados han sido reemplazados por malatones. (…) Vista la situación, no se puede plantear el transporte de los objetos y los suministros de dos meses a los que tienen derecho los kulaks, lo que se aplica también a los niños y a los ancianos, que representan más del 50 por 100 del contingente»18.

      En otro informe del mismo tenor, el Comité Ejecutivo Central de Siberia occidental demostraba, mediante el absurdo, la imposibilidad de poner en funcionamiento las instrucciones de la GPU referidas a la deportación de 4.902 kulaks de tercera categoría procedentes de los dos distritos de la provincia de Novossibirsk. «El transporte, a lo largo de trescientos setenta kilómetros de caminos execrables, de las 8.560 toneladas de cereales y de forraje a la que los deportados tenían teóricamente derecho “para su viaje y su instalación” implicaría la movilización de 28.909 caballos y de 7.227 vigilantes (un vigilante por cada cuatro caballos)». El informe concluía que «la realización de tal operación comprometería la campaña de siembra de la primavera en la medida en que los caballos, agotados, necesitarían un largo período de reposo (…). También es indispensable revisar muy a la baja las provisiones que se autoriza llevar a los deportados»19.

      Por lo tanto, los deportados debían instalarse sin provisiones ni útiles, y por regla general sin abrigo. Un informe procedente de la región de Arcángel reconocía en septiembre de 1930 que de las 1.641 habitaciones «programadas» para los deportados, solamente se habían construido siete. Los deportados «se instalaban» en algún trozo de tierra, en medio de la estepa o de la taiga. Los que tenían más suerte, y habían tenido la posibilidad de llevar algunos útiles, podían entonces intentar confeccionarse un abrigo rudimentario, por regla general la tradicional zemlianka, un sencillo agujero en la tierra cubierto con ramas. En algunos casos, cuando los deportados eran asignados por miles a residencias cerca de una gran obra o de un lugar industrial en construcción, se les alojaba en barracones someras, con tres catres superpuestos y varios centenares por barracón.

      ¿De las 1.803.392 personas oficialmente deportadas en virtud de la «deskulakización» en 1930-1931, cuántas perecieron de frío y de hambre durante los primeros meses de su «nueva vida»? Los archivos de Novossibirsk han conservado un documento sobrecogedor, el informe enviado a Stalin en mayo de 1933 por un instructor del partido de Narym en Siberia occidental, sobre la suerte reservada a dos convoyes que comprendían a más de 6.000 personas deportadas procedentes de Moscú y San Petersburgo. Aunque tardío y referido a otra categoría de deportados, no a campesinos sino a «elementos desclasados» expulsados de la nueva «ciudad socialista» a partir de finales de 1932, este documento ilustra una situación que no era, sin duda, excepcional, y que podría calificarse de «deportación-abandono».

      He aquí algunos extractos de este terrible testimonio:

      Los días 29 y 30 de abril de 1933, dos convoyes de elementos desclasados nos fueron enviados por tren desde Moscú y Leningrado. Llegados a Tomsk, estos elementos fueron introducidos en gabarras y desembarcados, unos el 18 de mayo y los restantes el 26 de mayo, en la isla de Nazino, situada en la confluencia del Ob y del Nazina. El primer convoy constaba de 5.070 personas; el segundo de 1.044, es decir, en total eran 6.114 personas. Las condiciones de transporte eran terribles: alimentación insuficiente y execrable; falta de aire y de sitio; vejaciones sufridas por los СКАЧАТЬ