El libro negro del comunismo. Andrzej Paczkowski
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Название: El libro negro del comunismo

Автор: Andrzej Paczkowski

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9788417241964

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СКАЧАТЬ en relación con la campaña de confiscación de los bienes de la Iglesia, más la toma de posición subversiva del patriarca Tijón, resulta perfectamente claro que el clero de los Cien Negros está a punto de poner en acción un plan elaborado cuya finalidad es infligirnos en estos momentos una derrota decisiva. (…) Pienso que nuestro enemigo está cometiendo un error estratégico monumental. Realmente, el momento actual es excepcionalmente favorable para nosotros, y no para ellos. Tenemos noventa y nueve oportunidades sobre cien de golpear mortalmente al enemigo en la cabeza con un éxito total, y de garantizarnos posiciones, para nosotros esenciales, para las décadas futuras. Con tanta gente hambrienta que se alimenta de carne humana, con los caminos congestionados de centenares y de miles de cadáveres, ahora y solamente ahora podemos (y en consecuencia debemos) confiscar los bienes de la Iglesia con una energía feroz y despiadada. Precisamente ahora y solamente ahora la inmensa mayoría de las masas campesinas puede apoyarnos, o más exactamente, puede no estar en condiciones de apoyar a ese puñado de clericales Cien Negros y de pequeño-burgueses reaccionarios… Podemos así proporcionarnos un tesoro de varios centenares de millones de rublos-oro (¡soñad en las riquezas de ciertos monasterios!). Sin ese tesoro, ninguna actividad estatal en general, ninguna realización económica en particular, y ninguna defensa de nuestras posiciones es concebible. Debemos, cueste lo que cueste, apropiarnos de ese tesoro de varios centenares de millones de rublos (¡quizá de varios miles de millones de rublos!). Todo esto no puede realizarse con éxito más que ahora. Todo indica que no alcanzaremos nuestro objetivo en otro momento, porque solamente la desesperación generada por el hambre puede acarrear una actitud benévola, o al menos neutra, de las masas en relación con nosotros… También, llego a la conclusión categórica de que es el momento de aplastar a los Cien Negros clericales de la manera más decisiva y despiadada, con tal brutalidad que se recuerde durante décadas. Contemplo la puesta en marcha de nuestro plan de campaña de la manera siguiente: solo el camarada Kalinin adoptará públicamente las medidas. En ningún caso el camarada Trotski deberá aparecer en la prensa o en público… Habrá que enviar a uno de los miembros más enérgicos y más inteligentes del Comité ejecutivo central… a Shuya, con instrucciones verbales de uno de los miembros del Politburó. Estas instrucciones estipularán que tiene como misión detener en Shuya el mayor número posible de miembros del clero, de pequeños burgueses y de burgueses, no menos de algunas docenas, que serán acusados de participación directa o indirecta en la resistencia violenta contra el decreto sobre la confiscación de los bienes de la Iglesia. De regreso de su misión, este responsable dará cuenta o al Politburó reunido al completo, o a dos de sus miembros. Sobre la base de este informe, el Politburó dará, verbalmente, directrices precisas a las autoridades judiciales, a saber, que el proceso de los rebeldes de Shuya debe ser llevado a cabo de la manera más rápida posible, con la única meta de ejecutar, mediante fusilamiento, a un número muy importante de los Cien Negros de Shuya, pero también de Moscú y de otros centros clericales… cuanto más elevado sea el número de representantes del clero reaccionario y de la burguesía reaccionaria pasados por las armas, mejor será para nosotros. Debemos dar inmediatamente una lección a todas esas gentes de tal manera que no sueñen ya en ninguna resistencia durante décadas…33.

      Tal y como indican los informes semanales de la policía política, la campaña de confiscación de los bienes de la Iglesia alcanzó su apogeo en marzo, abril y mayo de 1922, provocando 1.414 incidentes censados y el arresto de varios miles de sacerdotes, de monjes y de monjas. Según fuentes eclesiásticas, 2.691 sacerdotes, 1.962 monjes y 3.447 monjas fueron asesinados en 192234. El Gobierno organizó varios grandes procesos públicos de miembros del clero, en Moscú, Ivanovo, Shuya, Smolensko y Petrogrado. El 22 de marzo, una semana después de los incidentes de Shuya, el Politburó propuso, conforme a las instrucciones de Lenin, toda una serie de medidas: «Detener al sínodo y al patriarca, no de inmediato, sino de aquí a un período de quince a veinticinco días. Publicar las circunstancias del asunto de Shuya. Juzgar a los sacerdotes y laicos de Shuya de aquí a una semana. Fusilar a los agitadores de la rebelión»35. En una nota dirigida al Politburó, Dzerzhinski indicó que «el patriarca y su banda (…) se oponen abiertamente a la confiscación de los bienes de la Iglesia. (…) Existen desde ahora más que suficientes motivos para detener a Tijón y a los miembros más reaccionarios del sínodo. La GPU estima que: 1. El arresto del sínodo y del patriarca es oportuno; 2. La designación de un nuevo sínodo no debe ser autorizada; 3. Todo sacerdote que se oponga a la confiscación de los bienes de la Iglesia debe ser desterrado como enemigo del pueblo a las regiones del Volga más afectadas por el hambre»36.

      En Petrogrado, setenta y seis eclesiásticos fueron condenados a penas de campos de concentración, y cuatro ejecutados, entre ellos el metropolitano de Petrogrado, Benjamín, elegido en 1917, muy cercano al pueblo y que había defendido asiduamente la idea de una Iglesia independiente del Estado. En Moscú, 147 eclesiásticos y laicos fueron condenados a penas de campos de concentración, y seis a la pena de muerte, que fue inmediatamente ejecutada. El patriarca Tijón fue recluido en residencia vigilada en el monasterio Donskoi de Moscú.

      Algunas semanas después de estas parodias de juicio se inició en Moscú, el 6 de junio de 1922, un gran proceso público, anunciado en la prensa desde el 28 de febrero: el proceso de 34 socialistas-revolucionarios acusados de haber llevado a cabo «actividades contrarrevolucionarias y terroristas contra el Gobierno soviético», entre las cuales figuraban fundamentalmente el atentado de 31 de agosto de 1918 contra Lenin y la «dirección política» de la revuelta campesina de Tambov. Según una práctica que iba a ser ampliamente utilizada en los años treinta, los acusados constituían un conjunto heterogéneo de auténticos dirigentes políticos, entre ellos doce miembros del Comité Central del partido socialista-revolucionario, dirigido por Abraham Gots y Dimitri Donskoi, y agentes provocadores encargados de testificar contra sus compañeros de acusación y de «confesar sus crímenes». Este proceso permitió también, como escribió Hélène Carrère d’Encausse, «poner a prueba el método de acusaciones escalonadas como si se tratara de muñecas rusas, que partiendo de un hecho exacto —en 1918 los socialistas-revolucionarios se habían opuesto al absolutismo dirigente de los bolcheviques— llegaba a un principio… el de que toda oposición equivalía en última instancia a cooperar con la burguesía internacional»37.

      Como consecuencia de esta parodia de justicia, durante la cual las autoridades pusieron en escena manifestaciones populares que reclamaban la pena de muerte para los «terroristas», once de los acusados —los dirigentes del partido socialista-revolucionario— fueron condenados, el 7 de agosto de 1922, a la pena capital. Ante las protestas de la comunidad internacional movilizada por los socialistas rusos en el exilio, y, más todavía, ante la amenaza real de un reinicio de las insurrecciones en los campos en los que «el espíritu socialista-revolucionario» seguía vivo, la ejecución de las sentencias fue suspendida «a condición de que el partido socialista-revolucionario cese en todas sus actividades conspirativas, terroristas e insurreccionales». En enero de 1924, las condenas a muerte fueron conmutadas por penas de cinco años de campo de concentración. Sin embargo, los condenados no fueron nunca liberados, y se les ejecutó en los años treinta, en un momento en que ni la opinión internacional ni el peligro de insurrecciones campesinas eran ya tenidas en cuenta por la dirección bolchevique.

      Con ocasión del proceso de los socialistas-revolucionarios se había aplicado el nuevo Código penal, que entró en vigor el 1 de junio de 1922. Lenin había seguido de manera particular la elaboración de este código que debía legalizar la violencia ejercida contra los enemigos políticos, al haber concluido oficialmente la fase de la eliminación expeditiva justificada por la guerra civil. Los primeros borradores sometidos a Lenin apelaron por su parte, el 15 de mayo de 1922, a estas frases dirigidas a Kurski, comisario del pueblo para la Justicia: «En mi opinión, hay que ampliar el campo de aplicación de la pena de muerte a toda clase de actividades de los mencheviques, socialistas-revolucionarios, etc. Encontrar una nueva pena, que sería la expulsión al extranjero. Y poner a punto una fórmula que vincule estas actividades con la burguesía internacional»38. Dos días más tarde, Lenin escribía nuevamente: «Camarada Kurski, quiero añadir a nuestra conversación este borrador de un párrafo complementario para el Código Penal. (…) Creo que lo СКАЧАТЬ