Название: Historia de los abuelos que no tuve
Автор: Ivan Jablonka
Издательство: Bookwire
Жанр: Философия
isbn: 9789875994478
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Gracias al juego de las apelaciones, Mates permanece libre. Proceso, condena, rumor público que censura a un comunista impío y antipatriota, advertencias de la familia, Simje desde Buenos Aires, Reizl desde Chelm, no hay caso: Mates sólo tiene ojos para un “porvenir luminoso”. Y se muestra particularmente persuasivo. Un informe policial nos informa que, “el 18 de noviembre [1933], a las 17 horas, en Parczew, calle 11 de Noviembre, Mates Jablonka, [...] domiciliado en Parczew, calle Amplia 33, miembro del comité local de la KZMP, organizó una manifestación comunista. Alrededor de cuarenta jóvenes judíos participaron en ella. Durante la manifestación, Mates Jablonka tomó la palabra en idioma judío, el contenido de lo dicho permanece indeterminado. También vitoreó los siguientes eslóganes: ‘¡Abajo el gobierno! ¡Abajo los tribunales excepcionales! ¡Abajo la policía! ¡Viva el comunismo!’”.20
El hecho de pasar del “idioma judío”, el ídish, que el oficial infiltrado entre la muchedumbre no comprende, al polaco, textualmente citado en el informe, brinda una información importante: el orador es bilingüe, pero arenga principalmente en ídish. Como Lenin estaba convencido de que los judíos no formaban una nacionalidad, y como el KPP es una organización centralizada en la cual los individuos no gozan de autonomía alguna, el movimiento comunista polaco sólo puede expresarse en polaco. Pero la calle judía tiene tal potencial, constituye tal semillero revolucionario, que en ciertos casos es aceptable hacer propaganda en ídish (Traverso, 1990: 145-147; Mishkinsky, 1989). Flexibilidad dentro de la rigidez. A partir de entonces, el KPP puede operar en los entornos judíos, y esa acción en el terreno incumbe a comités locales coordinados por una oficina central judía. En 1931, por ejemplo, el Comité Central se inquieta por la debilidad del Partido ante la pequeña burguesía judía y las masas empobrecidas, de modo que la oficina central judía recibe la orden de redoblar esfuerzos denunciando el cierre de escuelas judías, los pogromos, etc. (Weinstock, 1986: 105-110). En su calidad de comunista, Mates es hostil a las aspiraciones nacionales judías, sin embargo, tiene apego por su idioma materno y permanece cerca de las masas a quienes se dirige.
Detrás de la chatura burocrática del informe, se adivinan cuarenta jóvenes rabiosos, entre los cuales acaso figuren Idesa, Hershl, Henya, Mayer Rapoport, Icek Sznajder, Abram Fiszman y Malka Milechsberg, una pequeña asamblea que vibra al oír al orador. ¿Qué dice Mates? Sus palabras han echado vuelo. Quizá dice que estamos en el crepúsculo de la civilización capitalista; que los especuladores alemanes y su jefe de bando, Hitler, preparan la guerra; que las huelgas estallan en toda Europa y Estados Unidos; que la Unión Soviética es el único país del mundo donde no hay ni crisis ni desempleo; que ahí ya no hay divisiones nacionales ni antisemitismo, ni aprovechadores; que todos pueden comer hasta saciarse; que el analfabetismo está por desaparecer; que el Plan Quinquenal arroja un crecimiento del 20% anual; que explota la producción de hulla, electricidad, petróleo, acero, tractores, locomotoras, cereales; que la Unión Soviética es una fortaleza que no sólo hay que defender sino visitar, cueste lo que cueste. Tal vez agrega que los camaradas se están muriendo de frío en la fortaleza de Brisk, pero que el fascista Pilsudski jamás podrá impedir la Revolución. La asamblea no aplaude, prefiere la discreción, pero los mentones aprueban, los ojos brillan. Y el joven líder ejecuta la estocada final en polaco –certeza del archivo: “¡Abajo el gobierno! ¡Abajo los tribunales excepcionales! ¡Viva el comunismo!”–.
Conclusión del informe: “El 20 de noviembre [1933], Mates Jablonka fue detenido por la policía de Parczew y, el 21 de noviembre, asignado al tribunal municipal de Parczew, el cual, como medida de prevención, decretó la vigilancia policial con la obligación de presentarse todas las semanas a la comisaría”.21
El prontuario de Mates se carga aún más cuando este es arrestado por colgar pancartas la noche del 19 de diciembre de 1933. ¡Villano desenmascarado! Por fin los sabuesos de Parczew han echado mano de ese noctámbulo intrépido que se escabulle por las calles para lanzar por encima de los cables eléctricos las banderolas que esconde debajo de su abrigo. A lo largo de 1933, Mates tiene éxito repetidas veces en esa misión llena de peligro y encanto. ¿Qué sentirá en plena noche sin luna, al apuntar a los cables negros sobre ese cielo negro de la calle de la Sinagoga, arteria mustia y jalonada por postes eléctricos que hoy transito con cierta tristeza junto a Marek y Audrey? ¿La sensación de jugarles una buena pasada a los burgueses reaccionarios? Louis Gronowski, nacido en 1904 cerca de Wloclawek, que entró al jeder a los 6 años y a las Juventudes Comunistas a los 17 señala: “Ciertos camaradas eran expertos lanzando una bandera roja por encima de los cables eléctricos, y así se divertían al día siguiente mirando a los bomberos activándose en sus escaleras” (Gronowski-Brunot, 1980: 43). ¿O se enorgullecería, como Moshe Zalcman, a quien le toca en suerte distribuir folletos y panfletos a los soldados en los cuarteles la noche previa al 1 de mayo? “El honor de haber sido escogido para esta misión no consiguió calmar mi espanto. En cada sombra, imaginaba a un policía al acecho. ¡Pero qué sensación de felicidad procura el cumplimiento del deber!” (Zalcman, 1977: 28-29).
Esta es la descripción de las banderolas de Mates, los “transparentes”: un trozo de tela roja de 76 x 83 cm, tendido sobre una varita de madera a la cual se han fijado ganchos de alambre y que, una vez lanzada por encima de los cables eléctricos o telefónicos, se despliega gracias a unas pesas de terracota.22 La fabricación de semejante objeto es relativamente compleja, y si bien basta con una sola persona, la operación deja rastros. Gracias a la investigación policial, sabemos que los días que preceden la acción del 19 de diciembre de 1933, Mates cuece ladrillos de tierra y compra diez groszy de alambre en el almacén. Después de que se descubre la banderola en la calle de la Sinagoga, la comerciante contará a la policía que un “muchacho judío” rubio rojizo, de unos 25 años de edad, había ido al negocio a comprarle alambre, pero se niega a revelar su identidad (“los chicos de la organización de Mates Jablonka amenazaban con matarla”, dirá un testigo en el juicio).23 La policía, que sigue a Mates muy de cerca, allana la casa de la calle Amplia y encuentra seis hojas cubiertas de notas sobre los éxitos del Plan Quinquenal y las fechorías de los sionistas, un número de la revista proletaria Trybune, en ídish, fechada de octubre de 1933, las cartas donde Simje y Reizl exhortan a su hermano a cesar sus actividades de “técnico” y, sobre todo, dos pruebas contundentes: una varita de madera similar a las de las banderolas y, en el horno, trozos de terracota salpicados con pintura roja.24
Mates recupera su libertad, pero no por mucho tiempo. El 27 de febrero de 1934, es detenido junto con Abram Fiszman, padre de Colette, y seis otros militantes, por un nuevo caso de “deterioro de bienes”.25 Un mes después llega el turno de Hershl, 19 años, y de Henya, 17 años, los menores de los hermanos Jablonka: la tarde del 4 de abril de 1934 perturbaron un mítin de apoyo a la declaración Balfour (esa carta mediante la cual Gran Bretaña acepta crear en Palestina un “hogar nacional judío”), distribuyendo panfletos antisionistas desde el medio de la multitud.26 Esto provoca en mí una sonrisa: me imagino a Henya, con su encantadora boina, armando un escándalo al acusar a los “imperialistas judíos” de pactar con los británicos para apropiarse de una tierra que no pertenece ni a unos ni a otros. Pero no hay motivo para sonreír. Pues no sólo los agitadores pagarán muy caro por su golpe de efecto, sino que estas luchas fratricidas socavan a una comunidad ya desestabilizada por la crisis y la escalada del antisemitismo y, además, revelan la soledad de los comunistas, quienes riñen a la vez con los sionistas “burgueses nacionalistas”, los bundistas “social-traidores” y el régimen “fascista” de Pilsudski.
Tras su detención del 27 de febrero de 1934, y porque la cámara de apelaciones comienza a confirmar sus diversas condenas, Mates permanece en la cárcel, primero la de Parczew y, a partir de abril, la de Lublin. Presumo que en el Rynek (y quizá hasta en el baño de vapor, si es que no ha sido clausurado) la gente se mofa: “¿Sabían que los hijos de Shloyme están detrás de los barrotes? ¡Su madre morirá de pena! Oy vey, ¡van a seguir diciendo que los judíos están del lado de los bolcheviques!”. En el verano de 1934, Mates recibe la visita de Reizl, de regreso de Chelm, y de Gitla. En octubre, su abogado, Karol Winawer, se entrevista con él con miras al juicio, fijado para el 3 de diciembre de 1934.27
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