Historia de los abuelos que no tuve. Ivan Jablonka
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Название: Historia de los abuelos que no tuve

Автор: Ivan Jablonka

Издательство: Bookwire

Жанр: Философия

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isbn: 9789875994478

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СКАЧАТЬ ausencia de higiene, falta de intimidad–, pero también, y sobre todo, sufrimiento infligido. Para demoler psicológicamente a los detenidos, la administración los transfiere sin cesar, y lo más lejos posible de sus familias. Como la tía Reizl cuenta a mi padre en el geriátrico donde la anciana termina apaciblemente sus días, Mates primero es detenido en Lublin y luego es llevado a la otra punta del país. Por lo tanto, ella no puede ir a visitarlo y se marcha a la Argentina sin despedirse (o más bien, despedirlo). El expediente nos informa que Mates conoce otros cuatro establecimientos: de Parczew lo mutan a Lublin, luego a Wronki, a 650 kilómetros de Parczew, y por último a Sieradz, a 350 kilómetros de Parczew.

      En la cárcel, los presos políticos logran sonsacarle a la administración el derecho a organizarse en komuna, agrupamiento dotado de ciertas ventajas: eximición de trabajar, paseos más largos, derecho a recibir visitas y encomiendas. Henya padece hambre, me cuenta su hija mientras me guía entre las tumbas del cementerio donde está enterrada su madre, en la ciudad de Hadera, al norte de Tel Aviv. En una foto de noviembre de 1936, unos meses antes de su liberación, se la ve enflaquecida, con un corte de pelo varonil, un poco fantasmagórica. En su segundo período de encarcelamiento, en 1939, se queda sin ropa de recambio. Su madre, Tauba “la paloma”, se las ingenia para conseguirle una muda. Las chicas de la komuna exigen que la comparta, pero Henya se niega rotundamente, en nombre de los sacrificios que eso le había costado a su madre: incumplimiento de la disciplina. Por lo demás, prima la solidaridad. Los detenidos, cuya escolaridad ha sido de lo más corta, se ayudan mutuamente a completar su formación. Juntos, se impregnan de los clásicos, se inician al darwinismo y a la economía marxista-leninista, meditan acerca de la historia revolucionaria francesa y rusa, perfeccionan su polaco, imaginan la sociedad socialista futura. A ese ritmo, Abram Fiszman aprende mucho más polaco que en diez años afuera (Colette está convencida de que Mates está con él).

      Considerando que un comunista tiene pocas probabilidades de escapar de la cárcel, esta es considerada como un riesgo a correr, una etapa, acaso también una prueba, un espaldarazo que permite entrar en carrera. Los condenados son los elegidos. La cárcel no los quiebra, al contrario, los endurece y refuerza aún más, si eso fuera posible, su determinación. Trasladado a Vilna, Hersh Mendel da ponencias a sus compañeros de celda sobre doctrina marxista, edita un manual en bielorruso y en ídish, festeja el aniversario de la Revolución de Octubre con guirnaldas y retratos de Lenin. Cuando la huelga de hambre se eterniza, la policía lleva a los internos al hospital para alimentarlos a la fuerza, vertiéndoles comida directamente en el estómago mediante un tubo: “A quien resista se le romperán los dientes” (Mendel, 1982: 261). Enseñanza mutua, estudio, deseo de aprender: la komuna tiene algo de yeshiva, aun si al lado de esos judíos también hay bielorrusos y ucranianos luchando contra la ocupación polaca. Fraternidad y ayuda recíproca, sin antisemitismo.

      Quisiera que la historia se detuviera aquí: mis abuelos son víctimas de la dictadura, son lesionados en su carne por estar habitados por la aspiración más noble que pueda existir, el amor por la humanidad. Su abnegación y su generosidad, que los condujeron a la cárcel con tantos otros, son admirables. Incluso Simje y Reizl, más moderados en apariencia, no abandonan su ideal al emigrar a esa Argentina donde todo era posible: al igual que ellos, sus hijos serán comunistas, se opondrán a las dictaduras. Mauricio, el hijo de Reizl, un hombrecito de 72 años bien musculoso y con un fino bigote blanco, se une a nosotros con su mujer para compartir un mate en el patio soleado. Enciendo mi computadora y comienza la entrevista. Mauricio es detenido una noche de octubre de 1974, en tiempos de gobierno legítimo, junto con cientos de militantes comunistas y peronistas de todo el país. Estado de urgencia. Prisión de Paraná. Prisión de máxima seguridad de Gualeguaychú. Nada de visitas, nada de cartas, nada de libros. Año 1976, dictadura de Videla. Represión, tortura, ejecuciones sumarias. Prisión Federal de Resistencia. Traslado en avión militar, maniatado al suelo, a la merced de militares que suelen lanzar a los presos al vacío. En total, cuatro años de cárcel, hasta el Mundial de fútbol, en 1978.

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