Shakey. Jimmy McDonough
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Название: Shakey

Автор: Jimmy McDonough

Издательство: Bookwire

Жанр: Изобразительное искусство, фотография

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isbn: 9788418282195

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СКАЧАТЬ como era debido de un montón de leña rebelde. «Vaya con la pánfila de la vecina de al lado; menudo criadero de ramitas se ha montado», dijo Rassy con un carraspeo, mientras observaba desde la ventana trasera el inofensivo montón de leña. «Me pone de los nervios.»

      Una dama de armas tomar, aunque tras esa apariencia de bulldog se ocultaba un alma sensible. «Rassy era una señora», comentaba Nola Halter, una de sus amigas íntimas. «Sus modales eran impecables; cada vez que nos juntábamos, luego siempre acababa llamando por teléfono o enviando una nota o algún regalo. Rassy siempre tenía en cuenta a los demás. No por soltar improperios a mansalva una deja de ser una señora. Yo le tenía mucho aprecio y la entendía bien. Había mucha gente que no, pero a Rassy le importaba un bledo.»

      A Rassy también le importaba un bledo el biógrafo de su hijo; eso le quedó clarísimo a cualquiera que estuviera lo suficientemente cerca como para oírla cuando me marchaba de New Smyrna Beach. Habida cuenta de la precariedad de su salud, hablar con ella fue lo primero que me apresuré a hacer nada más empezar este proyecto. Hasta ese momento la única información sobre la infancia de Neil de la que disponía procedía del libro que había escrito su padre en 1984, Neil and Me. Rassy sacó el libro a colación nada más llegar, sin parar de quejarse, enojada, de su falta de veracidad. «Todo está mal. Hice que Scott sacara muchas cosas del libro; le dije: “O lo sacas o te demando”.» Cuando le pregunté acerca de determinados pasajes en un intento por esclarecer la verdad, también amenazó con demandarme a mí. «Me niego a seguir hablando de ese libro», me decía, pero diez minutos después ya estaba despotricando otra vez…5

      Tampoco se libraban de su sarcasmo los pretenciosos colegas músicos de Neil. «Un día David se cabreó conmigo. Me dijo: “Ya estoy harto de que la gente me pregunte ‘¿Eres David Crosby?’”. Y yo le solté: “Pues diles que eres Eric Clapton”. Señor, cómo se puso el tío; todavía me acuerdo de la cara que se le quedó. Eso pasa por preguntar sandeces…», dijo entornando los ojos. Hasta su hijo el famoso era víctima de los comentarios cáusticos de Rassy, como así lo demuestra su crítica de «Mother Earth», un tema eléctrico en solitario que Neil había tocado recientemente en «Farm Aid, Band Aid, o como puñetas se llame eso. Neil tocó ese tema para mí y me quedé horrorizada. La guitarra sonaba a Jimi Hendrix interpretando el himno nacional de Estados Unidos», dijo Rassy poniendo cara de bulldog estreñido.

      «Le dije a Neil que no se entendía nada. Sabía de sobra que lo había hecho a propósito; no tiene ningún sentido escribir una canción con mensaje si te dedicas a distraer a todo el mundo con el barullo de la música. Eso no es música; de ninguna manera.»

      Estando yo allí, Neil llamó por teléfono y justo antes de colgar dijo: «Dile a mi madre que la quiero». Yo me apresuré a transmitir el mensaje, pero, si se enteró, Rassy hizo como si nada. Parecía codiciar cualquier tipo de información sobre su hijo que yo le pudiera proporcionar y trataba de mofarse de todo el misterio que le rodeaba. «Neil es capaz de desaparecer mientras parpadeas», me dijo. «Y la mitad del tiempo me recuerda a un montón de gente, tanto que me parto de la risa. Tengo por aquí una foto en la que jurarías que es John Davidson».

      Neil se mostraba tan esquivo con su madre como con cualquiera, pero cada vez que yo miraba a Rassy a los ojos, veía a Neil. Madre e hijo poseían esa misma mirada fija y tremendamente penetrante que, cuando se clavaba en tus ojos, parecía hacerte una breve autopsia del alma. Nadie apoyaba a Neil como lo había hecho su madre, y él era un hijo ejemplar y diligente; pero Rassy podía llegar a agotar. Como bromeaba Scott de manera cariñosa: «No es casualidad que Rassy viva en Florida y Neil en California».

      Nacida el 16 de octubre de 1918, Edna Blow Ragland era la más joven de tres hermanas muy audaces e independientes —Virginia, Lavinia y Edna—, a quienes su padre apodó Snooky, Toots y Rassy, respectivamente. «Yo era una malcriada», recordaba Rassy. «Me dedicaba a jugar al golf, al tenis y a nadar, y a ir por ahí con el coche y pedirle a Papá el dinero para la gasolina.»

      «Papá» era Bill Ragland, recordado con cariño por los muchos canadienses que llegaron a conocerlo. «Medio Winnipeg le llamaba Papá», decía Rassy orgullosa. Bill Ragland se crió en una plantación cerca de Petersburg (Virginia); era el hijo de un banquero cuyas raíces se remontaban a los primeros pobladores británicos del estado. Recordaba orgulloso que su abuelo había liberado a los esclavos de la plantación, pero esto no impedía que Bill apodara «Negrata» al gato de la casa o que exigiera que un negro viajara en el último vagón del tren. «No es que Papá fuera racista, pero era un sureño de pura cepa», diría Virginia «Snooky» Ridgeway.

      Los Ragland eran una familia acomodada y muy conocida. Fueron los primeros en tener radio y gramófono en Winnipeg, y la familia tuvo una criada incluso durante la época de la Depresión. Según Rassy: «Nunca escatimábamos en nada, ¡qué puñetas!». Pearl, la madre, era una experta costurera que se ocupaba de que sus tres niñas siempre figuraran entre las mejores vestidas de Manitoba.

      Bill y Pearl se casaron en 1911. Ambos habían emigrado a Winnipeg procedentes de Estados Unidos, aunque ninguno adoptó la nacionalidad canadiense. «Papá fue estadounidense de principio a fin; votaba en Estados Unidos», comentaba Snooky. «El hecho de estar metido en política en Winnipeg no significaba que tuviera que votar allí.» Toots recordaba cómo se había puesto su padre por un poema anti-americano incluido en el temario de su colegio. «Fue al colegio hecho un basilisco y armó la de Dios es Cristo. Yo me asusté mucho, porque, que yo recuerde, aquella fue la única vez que intervino en algo así.»

      La familia Ragland vivió casi siempre en el distrito de Norwood, justo después de cruzar el Río Rojo desde Winnipeg. El número 145 de Monck Avenue era la típica casa de zona residencial y lo más parecido a una mansión sureña que Bill Ragland pudo encontrar. En su calidad de gerente del distrito para la Barrett Roofing Company, Bill Ragland era un hombre de pocas palabras y enorme influencia. «Un manipulador consumado», según Snooky, que sostenía que su padre «cuidaba de sus niñas de manera muy silenciosa».

      Bill se dedicaba a trabajar, a cazar y a jugar a las cartas en el Carleton Club de Winnipeg. «Pasaba en casa el menor tiempo posible», comentaba Toots. «Papá cuenta con todo mi respeto como empresario, padre y cazador, pero, como marido, digamos que no lo tengo en muy alta estima», afirmaba Snooky. «Me parece que su matrimonio se fue a pique muy al principio, pero que se esforzaron muchísimo por criar a sus hijas de manera que no nos enterásemos de nada.»

      Bill Ragland era un excelente cazador de patos. Siempre llevaba el maletero del Ford de la empresa hasta arriba de cartuchos, y dicen que nunca falló un disparo; la pasión que profesaba por las aves acuáticas rozaba el misticismo. «Era capaz de meterse en medio de una bandada de gansos salvajes sin que se inmutaran lo más mínimo», contaba Rassy. «A Papá no había ave en el mundo que se le resistiera.»

      Después de la caza venía el desayuno: tarta de manzana y una Coca-Cola bien cargada de whisky, con un chupito de Alka-Seltzer para rematar. En la mayoría de ocasiones, su cómplice en las cacerías de patos matutinas era Rassy, igualita que su padre a la hora de darle al whisky y empuñar un arma. «Se parecía muchísimo a Bill; coincidían en todo», recuerda Nola Halter. «Bill siempre quería matar a alguien, y lo normal es que fuera algún político estadounidense.» Rassy era «lo más parecido al hijo que mi padre siempre quiso tener», opinaba su hija Toots.

      En lo respectivo al tema de los hijos, continuaba Toots, «Papá dejaba que Madre se encargara de todo el tinglado». Pero si bien Pearl parecía sentirse orgullosa de las raíces de la familia Ragland, lo cierto es que apenas soltaba prenda de las suyas propias. «Madre le daba mucha importancia al “qué dirán” y creo que debía de pensar que cuanto menos hablara de su pasado, mejor.» La madre de Pearl era una inmigrante francesa y su padre, un irlandés que se había dedicado a criar caballos en Kentucky. «Francesa e irlandés: una combinación verdaderamente espantosa. De ahí nos viene el temperamento; tanta riña СКАЧАТЬ