Shakey. Jimmy McDonough
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Название: Shakey

Автор: Jimmy McDonough

Издательство: Bookwire

Жанр: Изобразительное искусство, фотография

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isbn: 9788418282195

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СКАЧАТЬ tenía robado el corazón», comentaba June Callwood. «Pero no se esforzó lo suficiente por conseguirla. Creo que ambos se arrepintieron toda la vida. Creo que Birdeen Allen fue para Scott el amor de su vida, y tanto Ralph como Rassy siempre fueron conscientes de ello; a Rassy le ponía de los nervios.»

      Lo mismo ocurría con Merle Davies, otro bellezón que rondaba el Canoe Club. Como era de Montreal y se mostraba interesada por Scott, Rassy la llamaba «esa puñetera extranjera», incluso, por irónico que parezca, después de que se casara con Bob, el hermano de Scott. A veces, Rassy debía de sentirse acorralada. Por lo visto, Scott se enamoraba con frecuencia y apasionadamente, lo que le acarreó muchos problemas durante toda la vida. En su autobiografía, Young cuenta que una vez oyó por casualidad a una amiga contarle a Birdeen Allen que Scott le había pedido que se casara con él. «¿Y qué tiene eso de especial?», dijo Allen, bromeando. «Eso Scott se lo dice a todas.»

      Al preguntarle a Scott si veía algo de él en Neil, el tema de las mujeres fue el primero en salir a colación: «Me da la impresión de que Neil tiene una actitud con las mujeres parecida a la mía. Según me consta, no se puede decir que ni él ni yo seamos ningunos santos. Yo le pedía en matrimonio a la primera que se me cruzaba. Un tipo me dijo una vez que era un matrimoniator, refiriéndose a que mi adoración por las mujeres es tal que pierdo el juicio por completo cuando tengo enfrente a alguien que me gusta mucho; pero eso ya forma parte del pasado».

      Según bromeaba su hermano Bob: «Scott se regía por la máxima “quiérelas y luego abandónalas”. El problema es que Scott nunca las abandonaba y las seguía queriendo. Scott dejó toda una estela tras de sí; tenía mucho de mi padre en eso de resultar tan atractivo a las chicas, porque todas pensaban que era lo más, ¿sabes?».

      Por lo visto, Rassy Ragland también pensaba así y, haciendo caso omiso de las quejas de sus amigos, rompió su compromiso matrimonial anterior para poder casarse con Scott el 18 de junio de 19407, cuando ambos tenían veintidós años. «Éramos unos críos», dijo Scott, que relataba cómo se declaró a Rassy durante una de sus apasionadas visitas a la pensión. «En medio de aquel calentón, le dije: “A lo mejor deberíamos casarnos”. Rassy se incorporó inmediatamente y preguntó: “¿Cuándo?” Era algo típico de los dos el que Rassy hubiera decidido que iba a casarse conmigo y que yo no se lo iba a discutir.»

      Rassy y Scott eran una pareja llena de vitalidad; ambos eran muy avispados y tenían una gran voluntad. «Rassy era muy diferente a Scott», comentaba Pierre Berton. «Scott se tomaba las cosas con calma, nunca se enfadaba mucho; Rassy se ponía hecha una furia fácilmente, pero no tardaba en calmarse.» El comedimiento de Scott le parecía excesivo a Rassy, que venía de una familia muy temperamental. «Madre no podía con Scott», comentaba Rassy. «Pensaba que era demasiado inglés.»

      Rassy siempre se salía con la suya. Scott cuenta que una vez, cuando él se propuso invitar a la boda a una antigua novia, discutieron. Tras mucho discutir, Rassy acabó por ceder, pero meses más tarde Scott encontraría la invitación para aquella mujer escondida debajo de unos catálogos. «Hay muchas maneras de ganar una discusión», dijo riendo. «Rassy no permitía que le llevaran la contraria y, si lo hacías, aquello se convertía en una gravísima ofensa.»

      Según Bob, el hermano de Neil: «Rassy no se dejaba intimidar por nadie. Desdeñaba cualquier tipo de autoridad, porque su autoridad era la única que valía. Mi padre, por otro lado, venía de un entorno muy pobre y tuvo que luchar mucho para abrirse camino, y siempre le resultó violento enfrentarse a la autoridad».

      A pesar de todo, Scott siempre daba la cara por Rassy, incluso en las circunstancias más difíciles. Rassy tenía fama de cotilla y una vez fue por ahí contando cosas que hicieron mucho daño a una de las amigas de la pareja, para gran consternación de las otras mujeres de su círculo de amigos. «Birdeen y June, y no sé quién más, se confabularon contra Rassy», recuerda Scott. «Querían organizar una reunión con ella, imagínate. Escribí una nota —con copia a todas las mujeres involucradas— y las mandé a tomar por culo.»

      Treinta años después, al escribir sobre su familia en Neil and Me, Scott se seguía mostrando respetuoso. No hacía referencia a los defectos de Rassy; al único que dejaba en mal lugar era a sí mismo, al revelar sus múltiples aventuras, lo que seguramente haya contribuido aún más a que le cuelguen el sambenito de padre que abandonó a su familia. Hasta a los amigos de Rassy les pareció que había sido demasiado magnánimo con ella en su libro, pero tampoco les sorprendió. «Scott es muy cortés con las mujeres», dijo June Callwood. «No habla de sus defectos.»

      A diferencia de sus dos hermanas, Rassy se dedicó en exclusiva a sus labores como esposa y no se tomaba nada a la ligera las tareas domésticas. «Sentía devoción por Scott y se esforzaba al máximo por ayudarlo y ser la esposa modélica», comentaba June Callwood. «Rassy era muy creativa y puso todo su empeño en convertirse en la mejor cocinera del mundo; nadie olvidará nunca el pato que preparaba, y los niños decían en referencia a sus bizcochos: “Aguántalo antes de que salga flotando”. Hacía sus propias fundas de muebles para ahorrar… todo era perfecto. Creó un hogar que era la envidia de todas las mujeres del país. Y todo lo hacía, creo yo, para tener bien amarrado a Scott, porque a él siempre se le iban los ojos detrás de alguna.»

      Esto no debió de resultar fácil para Rassy, como tampoco debió de serlo el carácter tan reservado de Scott. Si bien ella hablaba siempre con franqueza, su marido era alguien a quien costaba entender. «Yo siempre he visto a Scott como a alguien que hace lo indecible para evitar los enfrentamientos», comentaba su sobrina Stephanie Fillingham. «Así que, cuando las cosas se ponían difíciles, se distanciaba, y sus mujeres se pasaban la vida intentando recuperarlo.» En palabras de Rassy: «¿Cómo se puede discutir con alguien que no está dispuesto a dialogar?».

      Scott Young era, de manera más sutil, un individuo tan complicado como Rassy, y los problemas económicos que le planteaba su carrera como freelance no hacían sino agravar sus manías. «Como me decían a menudo, en tiempos de crisis económica no era fácil vivir conmigo», escribe Scott en su autobiografía. Trabajaba en casa e insistía en que hubiera un silencio sepulcral, algo que hasta otros escritores consideraban exagerado. «A Scott el ruido le ponía histérico», comentaba June Callwood. «Rassy decía: “No puedo pasar la aspiradora ni lavar los platos”. En la casa tenía que reinar un silencio absoluto.»

       Sí, hasta determinada hora, la casa estaba muy silenciosa mientras Papá escribía en el piso de arriba, y luego ya podíamos hacer ruido. Es un escritor de todas todas; la escritura es su vida. Se obligaba a hacer cinco páginas; había días que apenas le costaba esfuerzo, pero otros era como si le sacaran una muela, o eso me decía.

       Todavía recuerdo subir los escalones que llevaban al ático. Él estaba allí amorrado a la máquina de escribir y yo entraba de repente y me quedaba allí plantado mirándolo; mi cabeza apenas sobrepasaba la altura de su mesa. Nunca se enfadaba conmigo, para nada. Siempre me decía: «Me alegro de verte».

      —Puede que tu hermano, Bob, hubiera provocado una reacción diferente en él.

      —Sí, puede ser, conmigo era un tipo bastante tranquilo. Creo que había algo en mí que hacía que se llevara mejor conmigo…

      Al principio de su relación, a Rassy parecía no preocuparle en absoluto todo lo que la gente criticaba a Scott. «Se pasaba de leal», dijo June Callwood. Se dedicaba a mecanografiar todos los relatos de Scott («Todo tenía que hacerse por triplicado», masculló Rassy, entornando los ojos), mantenía alejado a cualquiera que pudiera distraer a Scott cuando escribía y, por regla general, lo defendía a capa y espada. Según cuenta Scott en Neil and Me, Rassy «siempre estuvo a mi lado y nunca se quejó de que dejara un trabajo, de que vendiera una casa tras otra o de que nos mudáramos de los hogares que ella había decorado (y eso СКАЧАТЬ