Shakey. Jimmy McDonough
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Название: Shakey

Автор: Jimmy McDonough

Издательство: Bookwire

Жанр: Изобразительное искусство, фотография

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isbn: 9788418282195

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СКАЧАТЬ —Así que obviamente no será un libro de ese tipo. Pero eso es lo único que me importa: no tengo la menor intención de hacerle daño a nadie. Siempre se pueden decir las cosas de manera que sea el lector quien ate cabos, quien saque sus propias conclusiones.

       El problema que tiene la autobiografía es la falta de perspectiva de la persona que la escribe. Precisamente por ese motivo yo nunca escribiré mi autobiografía. Nunca. Ya se lo he dicho a Pegi: «Nunca me lo permitas». No tiene razón de ser.

       Mucha gente me dice continuamente que mi música les ha ayudado en ciertos momentos de sus vidas, y nunca he podido entender la dinámica que hay detrás de todo esto, pero debe de tener que ver con mi manera de hacer las cosas. Lo que hago es dar la información suficiente para suscitar algún sentimiento en la gente y así luego pueden asociar sus propias vidas a esas imágenes de modo que parezca que se puedan aplicar a ellos directamente. Es como si la canción hubiera sido escrita para ellos. Les sorprende que sus vidas queden reflejadas de una manera tan directa y tan obvia, y esto es posible porque evito hablar de cosas demasiado concretas que les hagan sentirse excluidos.

       Escribir una autobiografía iría en contra de la esencia de todo este proceso. Además, sería algo dificilísimo. Prefiero dedicarme a hacer discos, que es lo mío. Venga, di algo.

       —Me veo en el manicomio.

       —Joder, es que nos podemos tirar toda la vida con esto. Podría acabar siendo peor que los Archivos, je, je. Si nos da mucho por culo, podemos convertirlo en un proyecto artístico. Es un libro, así que el contenido es cosa tuya. Total, no lo pienso leer.

      El concierto en el L.A. Sports Arena empezó exactamente igual que los otros cincuenta y dos conciertos de la gira, con los acordes desgarradores de «Hey Hey, My My (Into the Black)». Esta pequeña oda al demonio que a veces es el rock and roll contiene la tristemente célebre frase «It’s better to burn out than to fade away3». Para algunos es todo un himno; otros se escandalizan. A mí me hacía gracia, porque me parecía un topicazo. Como muchas de las canciones de Young, para cada persona significa algo distinto.

      El hit hizo enloquecer al público, y eso que Shakey no estaba precisamente predicando a su rebaño. Muchos de los presentes eran chavales —apenas unos renacuajos cuando la canción se editó por primera vez— alucinando como el que más. A Young el apellido le viene que ni pintado: Neil Young sabe de qué va esto del rock, seguramente mejor que el resto de sus colegas del gremio. «El rock and roll es simplemente una manera de referirse a la música del espíritu joven, del aquí y el ahora», dijo Young. «Es algo que no puedes anticipar, algo que no te esperabas.»

      Esta noche acompañaba a Young en el escenario su mejor banda de rock, Crazy Horse: Frank «Poncho» Sampedro, Ralph Molina y Billy Talbot; tres inadaptados musicales, y una banda por la que solo Young puede sentir fascinación. A la primera de cambio, pueden equivocarse de nota, acelerarse, ir demasiado lentos y, por regla general, ejecutar a trancas y barrancas temas que llevan tocando veinte años. Los Horse distan mucho de ser unos virtuosos y hace años que son el hazmerreír de los supuestos músicos profesionales, pero antes me quedo con diez horas de Crazy Horse en su estado más deplorable que con la discografía completa en solitario de Clapton o Sting, ya que al menos rara vez te aburres. ¿Despegará la canción a toda mecha como un cohete o se estrellará antes de empezar? Con los Horse todo es posible. Ahí está la gracia.

      En los noventa, cuando estaban de gira presentando Ragged Glory —un disco aclamado por la crítica que marcó su retorno—, los Crazy Horse se convirtieron de repente en la institución más inverosímil del rock, lo cual no significa que todo haya sido un camino de rosas. Young ha mantenido a los Horse en activo de la única manera que sabe hacerlo: dejándolos plantados para irse a tocar con otros músicos y regresando cuando vuelve a sentir el gusanillo y se lo pide el cuerpo. Eso es lo que hace que la banda no pierda su frescura, los mantiene en guardia; pero también le ha pasado a los Horse una buena factura. Son como un matrimonio que se está casando y divorciando continuamente.

      La gira de 1991 fue especialmente dura y acabó como el rosario de la aurora. No obstante, esta noche Shakey estaba imparable, dándolo todo, arrancándole a Old Black unas notas que dolían; una música increíble, de lo mejor que ha hecho en su vida. No está mal para un tío de cuarenta y cinco tacos. «Puedes sentir cómo se entrega», comentaba James Taylor. «Neil se entrega por completo.»

      Young lucha constantemente por mantenerse fiel a sus principios. Pocos músicos de su categoría han llegado a tales extremos para mantener su integridad. Jamás ha publicado una recopilación de grandes éxitos, a no ser que consideremos como tal el excéntrico Decade, un triple disco recopilatorio de su carrera aparecido en 1977 en el que ni siquiera aparecía su foto en la portada. Young ha descartado discos enteros, dejado en la estacada a bandas y giras de un plumazo; ha renunciado al éxito apabullante para dedicarse a grabar unos discos etílicos y chapuceros condenados al fracaso comercial más absoluto, y todo por seguir a su musa. ¿Os acordáis de esos one-hit wonders de antaño, tan apreciados porque han conseguido, sin saber muy bien cómo, que sus penosos gallos y gorgoritos se conviertan en vestigio de una época? Pues casi toda la obra de Young tiene esa chispa tan alucinante. Y al mismo tiempo que el rock ha ido creciendo y edulcorándose hasta rozar el absurdo, Young ha intentado mantenerse puro y desafiante como nunca.

      «Neil se deja llevar por su música», me dijo Elliot Roberts. «Si Neil siente que no está siendo fiel a sí mismo, no puede seguir.»

       Tienes que estar dispuesto a darlo todo y estar seguro de que realmente tienes mucho que ofrecer, porque si sales ahí fuera sin estar preparado para darlo todo —y no tienes la fuerza necesaria para entregarte al máximo de tus posibilidades—, si no estás dispuesto a aguantar la vela hasta el final, cuando está a punto de derretirse y desaparecer, entonces no eres nada. Ni siquiera deberías estar ahí. Lo único que haces es perder el tiempo…

      ENTREVISTA CON LAURA GROSS, 1988

      Diez meses después, Young volvía a salir de gira para ofrecer una serie de seis actuaciones en solitario en el Beacon Theatre de Nueva York. Al verlo solo sobre el escenario, rodeado de instrumentos acústicos, me costaba creer que este tipo era el mismo que había estado arrancándole a Old Black notas torcidas y ruidos ensordecedores. «A Neil le gusta tocar en grupos, pero en realidad es un músico en solitario», había declarado Danny Whitten, el ya desaparecido guitarrista de los Horse. «En el fondo sabe que se lo tiene que currar él solo.»

      Los conciertos del Beacon fueron tan apacibles como ensordecedores los de los Horse, una bestia totalmente distinta. «Me meto de lleno en todo lo que hago, hasta llegar a un punto en que no me importa nada más. Posiblemente sea un extremista», dijo Young en 1989.

      Como buen camaleón, Young se ha dejado la piel en todo lo que ha hecho, que abarca del rock de los cincuenta al country, pasando por el R&B y el techno pop, pero hay dos extremos entre los que se desarrolla todo lo demás: el rock and roll crudo y arrollador interpretado por la clásica formación de cuatro miembros y su faceta acústica en solitario, simple y desprovista de florituras. «Neil sabe cómo ganarse al público y mantenerlo embelesado durante dos horas, sin más ayuda que su guitarra», comentaba Willie Nelson.

      Pero aquí se enfrentaba al público típico de Nueva York, un público sediento de sangre. Querían que tocase los hits, querían a Old Black y querían cualquier cosa menos lo que Young les ofrecía: un puñado de baladas nuevas que no habían escuchado en su vida. Discutió con el público, le gritó, se lo cameló, pero por encima de todo no dejó de tocar. «Puta pesadilla de concierto», diría Young después. «No querían escuchar esas canciones de ninguna manera, pero lo cierto es que lo acabaron haciendo, ¿verdad?» Young era el que reía el último, СКАЧАТЬ