Shakey. Jimmy McDonough
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Название: Shakey

Автор: Jimmy McDonough

Издательство: Bookwire

Жанр: Изобразительное искусство, фотография

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isbn: 9788418282195

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СКАЧАТЬ Me llevaron al calabozo. Se pusieron a comprobar mis antecedentes, o lo que fuera. Pasa por delante de mí un gilipollas, un poli, y me llama «animal repugnante». Llevaba unas gafotas de concha y el pelo casi al cero. Le solté que parecía un puto insecto, un saltamontes. Entonces entró en la celda y me metió un palizón de tres pares de cojones.

       —Me da la impresión, cuando miro las fotos de tu época con los Springfield, de que todo te daba miedo.

       —Así era, por eso le tengo ese respeto tan sano a todo. Me daban miedo muchas cosas, pero es que aún no había acabado de crecer; tardé bastante en hacerlo.

       —Hay quien asocia ese episodio con los polis a tus ataques de epilepsia.

       —Bueno, eso ya no lo sé, no sé si tendrá algo que ver; no creo. Creo que eso era un problema mío.

       Era algo que me tenía que pasar tarde o temprano.

      Aún había otra complicación que haría mella en los Springfield, por no decir ya en el carácter de Young: la epilepsia. Justo cuando a la banda le empezaban a ir bien las cosas, Young comenzó a sufrir ataques de epilepsia, de manera inesperada.

      Bruce Palmer estaba junto a Young en una feria juvenil en Hollywood y Vine en el verano de 1966 cuando tuvo su primer ataque reconocido. «Al volverme para decirle algo a Neil, ya no estaba a mi lado», le contó Palmer a Scott Young. «Luego me lo veo en el suelo, con convulsiones. Me entró un acojone que te cagas.»

      Los ataques —que aún tardaron un tiempo en diagnosticarse— empezaron a producirse con una frecuencia alarmante. A principios de septiembre de 1966, durante una actuación en el Melodyland Theater de Anaheim, tuvieron que llevarse a Young del escenario en una camilla. John Hartmann presenció otro de aquellos ataques en San Diego la primera vez que vio a los Springfield. Al poco de comenzar la actuación, Young salió disparado del escenario en plena canción. «Me volví hacia Charlie Greene y le pregunté: “¿Esto forma parte del espectáculo?”.» Stills salió corriendo detrás de Neil, y el público se apresuró a apiñarse a la salida para ver qué pasaba. Fuera, en el aparcamiento, yacía Young tumbado en un Corvette, con convulsiones. «Una mujer que resultó ser enfermera le había metido la mano en la boca para evitar que se tragara la lengua.»

      «Aquellos ataques eran toda una película», recordaba Richard Davis. «Lo teníamos todo calculado. Yo siempre veía venir los ataques de Neil, así que rápidamente encendíamos las luces y alguien se encargaba de cogerlo y sacarlo del escenario.» Al pobre Richie Furay le tocaba ocuparse de la Gretsch de Neil. «Detestaba ser el que tenía que sujetar la guitarra cuando le daba el telele», comentaba. «Neil empezaba a sentir que le venían las convulsiones y me endosaba la guitarra. Nuestras guitarras nunca tenían la misma toma de tierra, y me pegaba unos calambrazos que no veas.»

      No todos se tomaban en serio aquellos ataques. «Stills siempre pensaba que Neil se estaba quedando con ellos, que fingía los ataques», decía Brian Stone. «Iba del rollo: “Como no quiere tocar, ahora va y se desmaya”.».

      «A veces, parecía que fingiera los ataques —puede que no fuera así, pero lo parecía— para llamar la atención y montar el numerito», comentaba Dewey Martin. «Y así siempre conseguía que algún bombón le pusiera un paño frío en la frente.» Richard Davis coincidía con Martin: «Neil me birló a un par de tías en alguna ocasión, cuando le daba uno de aquellos ataques o se quedaba a punto de que le diera uno. Era implacable».

      Donna Port se exasperaba ante esa actitud. «Era para matarlos. Ya ves, todo se reducía a que Neil estaba fingiendo. ¡Oye, que no lo hacía adrede para llamar la atención! Lo que ocurre con la epilepsia es que cuanto mayor es el estrés al que se somete al enfermo, más ataques tiene, así que era un círculo vicioso, porque cuanto más se metían con él, más problemas tenía, obviamente. Neil se encontraba en la peor situación posible.»

      El mero presentimiento de que un ataque estaba al caer ya bastaba para provocar el pánico en Young. Una noche, estando en casa del cantautor Tandyn Almer, Young de repente salió corriendo por la puerta. Vicki Cavaleri fue tras él y se lo encontró metido en un coche, dando sacudidas. Tardó casi media hora en tranquilizarse. «No paraba de decirme: “Sujétame, pero no me toques la cabeza”.»

      La epilepsia, una afección neurológica que causa breves alteraciones en la actividad eléctrica del cerebro, puede provocar hasta veinte tipos diferentes de crisis. Los profesionales de salud mental a los que consulté pensaban que los ataques de Young tenían toda la pinta de ser crisis parciales complejas, que la Epilepsy Foundation of America califica de «alteración que se produce en una parte localizada del cerebro, afectando toda la actividad física o mental controlada por esa zona». Los síntomas físicos que presenta este tipo de crisis pueden incluir sensaciones de déjà vu, irrealidad y distorsión de la personalidad, miedo, pánico y alucinaciones.

      Muchos epilépticos experimentan un estado de alerta anterior a la crisis conocido como aura, que puede provocar ansiedad por sí mismo, incluso si la crisis esperada acaba por no producirse. «Cuando se dan estos estados, te olvidas de quién eres, pero sientes que algo maravilloso y sagrado está a punto de ocurrir», comentaba el escritor Thom Jones, «y cuando acaban, te entra miedo.»

      Es cierto que se han dado algunos casos conocidos de epilepsia en personas creativas, como los de Van Gogh o Dostoyevski, además de los de músicos como Jimmy Reed, Robert Johnson o Ian Curtis. Algunos allegados de Neil se atreven a sugerir que el aspecto más abstracto de sus composiciones puede estar influido por estos ataques. Sandy Mazzeo, artista con el que Young entablaría una gran amistad algunos años después de dejar los Springfield, recordaba haber hablado de esto con él en una ocasión.

      «Neil me contaba que entraba en otras vidas. Volvía al mismo sitio cada vez que le daba una crisis, y la gente le decía: “Hombre, hacía tiempo que no se te veía por aquí, ¿cómo estás?”. Le llamaban por otro nombre. Neil estaba en otro mundo, en otra realidad, y cuando empezaba a adaptarse a ella, de golpe y porrazo lo sacaban de ahí y volvía a encontrarse en esta realidad. Era todo muy extraño, porque él no quería que aquel otro lugar le resultara tan familiar, porque estaba aquí; pero luego volvía a estar allí. Era algo que escapaba a su control.

      »Creo que por eso escribe cosas tan raras. Es de una gran fuerza creativa; ha pasado por todos esos lugares remotos donde solo podía hablar consigo mismo. La verdad es que en la mayoría de sus canciones Neil habla consigo mismo, con su voz interior.»

       ¿Que si salieron canciones como resultado de las crisis? Es muy probable. Vas a otro lugar y estás allí, hablando con la gente, y formas parte de ese entorno y eres otra persona. Pero luego caes en la cuenta: «Oye, espera un momento, ese no soy…». No sabes quién eres, porque sabes que no eres la persona que pareces, y te empiezas a despertar. Luego te das cuenta de quién eres al mirar a tu alrededor.

       Tuve que aprenderme mi propio nombre; me tocó hacer eso un par de veces. Aprender a saber quién era. Familiarizarme con ello. Y luego oía la primera MENTIRA —o lo primero que decía alguien que no era completamente cierto— y para mí, que acababa de superar una de aquellas crisis, era un puto trauma horroroso. Es lo que le pasa a un bebé. Cualquier cosa que no sea pura, te hace pensar: «Pero qué coj…», porque vuelves a empezar desde cero, a organizar los conceptos. Todo empieza a tener sentido otra vez.

       Recuerdo un ataque que tuve en el rancho, en 1974, cuando un médico me sacó sangre antes de irme de gira con CSNY. Probablemente fuera el último que me diera de ese calibre. Fue alucinante. Suelo desmayarme cuando me sacan sangre; no porque le tenga miedo a las agujas, sino porque me ocurre СКАЧАТЬ