Psychomachia I. Germán Osvaldo Prósperi
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СКАЧАТЬ de la teología-política del Occidente posee una estructura bipolar que funciona estableciendo una relación asimétrica y jerárquica entre dos términos a partir de una operación de inclusión exclusiva o de exclusión inclusiva. Esta preeminencia de una lógica dicotómica, en cuyo centro se encuentra precisamente el dispositivo de la persona, remite, como uno de sus focos de proveniencia, a la doble naturaleza de Cristo y a la teología trinitaria. En este sentido, no es casual que la estructura bipolar de la metafísica occidental, para Esposito, sea…

      …reconocible hasta en la figura teológica de la Trinidad, cada vez que la Tercera persona es reconducida al fondo en favor de una relación exclusiva entre Padre e Hijo. No es fortuito que cada vez que el léxico teológico asume una connotación política, el Tres resulta reducido a la semántica del Dos, reforzando la dinámica en un esquema contrastivo. (2013: 6).

      Esposito tiene razón al afirmar que la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, no ha gozado de la misma atención por parte de los teólogos y Padres de la Iglesia que la primera y la segunda personas. Basta comparar las resoluciones de Nicea y Constantinopla para corroborar la importancia casi nula que posee el Espíritu Santo en el primero de estos Concilios, pero también la función ya más preponderante que desempeña en el segundo. Si bien es cierto, como asegura Esposito, que existe una “tendencia, no declarada pero de hecho practicada, a contrarrestar la fórmula triádica en un módulo dual, centrado en la relación jerárquica entre Padre e Hijo” (2013: 7), también es cierto que la tercera persona de la Trinidad ha terminado por ser completamente asimilada, aunque más no sea desde el fondo, por el dispositivo de la teología dogmática. Por eso creemos que la dislocación de la estructura personal de la teología no pasa tanto por la terza persona sino, como hemos sugerido con anterioridad, por la segunda. No es la hypostasis del Espíritu Santo, entonces, la que deconstruye la dicotomía de la máquina de la teología-política; es la segunda hypostasis, Cristo, la que, articulando dos naturalezas diversas pero no separadas, unidas pero no confundidas, abre la puerta a la no-persona. No sorprende, sin embargo, que Esposito haya encontrado en la figura de la tercera persona la posibilidad de subvertir la lógica del dispositivo dual de la teología-política. En este punto, hay que mencionar el importante trabajo de Émile Benveniste, al cual Esposito le dedica un capítulo de Terza persona. En los Problèmes de linguistique générale, Benveniste había distinguido las dos primeras personas de la tercera. Mientras que las dos primeras forman parte de una misma lógica dual, la tercera se encuentra, por así decir, eximida y se ubica, por ende, en otro plano: “De la 3ra persona, un predicado también es enunciado, sólo que fuera del ‘yo-tú’; esta forma es así exceptuada de la relación por la cual ‘yo’ y ‘tú’ se especifican. Por ello, la legitimidad de esta forma como ‘persona’ se encuentra puesta en cuestión” (1966: 228). Benveniste concluye, y Esposito con él, que “la ‘3ra persona’ no es una ‘persona’; incluso es la forma verbal que tiene por función expresar la no-persona” (1966: 228; el subrayado es de Benveniste). Por eso Benveniste puede definir al “tú” como la “persona no-yo” (cfr. 1966: 232), mientras que “él” o “ella” designan no-personas. O también: el “yo” es la persona subjetiva, el “tú” la persona no-subjetiva y el “él” o “ella” la no-persona (cfr. 1966: 232).

      Sin embargo, los textos de Juan de Damasco que hemos analizado nos muestran que el peligro central de la teología no se encontraba en la tercera persona sino en la segunda. Por supuesto que no en lo que la segunda tenía de funcional a la lógica trinitaria, sino en lo que tenía, y sólo ella era capaz de tal cosa, de disruptivo. La bestia negra o la mancha ciega de la máquina de la teología-política no es el Espíritu Santo, la tercera persona, sino la cuarta. Pero la puerta de entrada (o de salida) a la cuarta persona, como hemos visto, es Cristo, la segunda hypostasis. Parafraseemos cristianamente a Walter Benjamin: el Mesías es la pequeña puerta por la que puede entrar la cuarta persona.50

      2.2. The fourth person singular

      En 1959, Lawrence Ferlinghetti le dedica un poema a Allen Ginsberg titulado “He”. Nos interesa ese texto de manera particular, puesto que en él Ferlinghetti habla del ojo y la voz de una cuarta persona del singular (the fourth person singular). Citamos algunos versos en los que se refiere a Ginsberg con palabras sugerentes:

      Y él es el ojo loco de la cuarta persona del singular

      del cual nadie habla

      y él es la voz de la cuarta persona del singular

      en la cual nadie habla

      y sin embargo existe.51

      Ferlinghetti explica que esta voz desconocida “habla con una lengua animal [speaks with an animal tongue]” en “un lenguaje que ningún otro animal entiende [a language that no other animal understands]”. En la cuarta persona del singular, además, la lengua ve y habla: “and his tongue sees and his tongue speaks”. Pero lo más interesante de todo es que la cuarta persona del singular posee rasgos decididamente cristológicos. En efecto, no sólo se dice que Ginsberg “es amable como el cordero de Dios [is gentle as the lamb of God]”, sino que incluso, en los versos finales del poema, se lo identifica, no ya con el Verbo hecho carne, sino con la carne hecha verbo:

      Porque él ha llegado al fin del mundo

      y es la trémula carne hecha verbo [flesh made word]

      y dice el verbo que escucha en su carne

      y el verbo es Muerte.

      No hay que pensar que se trata de una mera inversión del dictum teológico. Diríamos más bien que la cuarta persona del singular es el otro lado de la segunda persona, su flanco fantasmático: ho antichristos. Así como la cuarta persona de la Trinidad designa, desde un punto de vista ontológico, un extra-ser, asimismo designa, desde un punto de vista lógico, una forma no-personal extra o a-gramatical. No es casual, en este sentido, que Gilles Deleuze haya retomado la expresión de Ferlinghetti para designar el registro pre-personal y pre-individual de las singularidades que, como tales, se ubican “más allá de toda sintaxis” (cfr. 1993: 16-17), en ese “límite que ya no es en sí mismo sintáctico o gramatical” (1993: 141).52En efecto, en Logique du sens, Deleuze identifica a la cuarta persona del singular de Ferlinghetti con el plano potencial de las singularidades:

      Las singularidades son los verdaderos acontecimientos trascendentales: lo que Ferlinghetti llama ‘la cuarta persona del singular’ [quatrième personne du singulier]. Lejos de que las singularidades sean individuales o personales, ellas presiden la génesis de los individuos y de las personas; se reparten en un potencial que no comporta para sí mismo ni Yo ni Mi mismo, sino que los produce actualizándose, efectuándose. (1969: 125).

      Este plano preindividual y pre-personal, además, es el registro específico de los acontecimientos. Habíamos señalado que la cuarta persona designa un extra-Ser, ajeno por eso a la ontología teológica. Deleuze lo confirma cuando define al acontecimiento, es decir a la cuarta persona del singular que expresa las haecceidades, como un “aliquid, a la vez extra-ser e insistencia, [un] mínimo de ser que conviene a las insistencias (1969: 33-34). El extra-Ser que define a la cuarta persona desde un punto de vista ontológico se corresponde, así, con la extra-gramaticalidad o la extra-sintaxis que la define desde un punto de vista lógico. En efecto, la cuarta persona, advierte Deleuze, no está afuera del lenguaje, sino que “es el afuera [le dehors]” (cfr. 1993: 16, 141).

       Conclusión

      Hemos sugerido que la segunda hypostasis, Cristo, en tanto une sin confundir y distingue sin separar dos naturalezas, la divina y la humana, crea las condiciones de posibilidad de una dehiscencia entre lo visible y lo invisible o entre la materia y el espíritu, una carne que no sería ya ni la caro Dei ni la caro hominis. Juan de Damasco se refiere a esta carne СКАЧАТЬ