Название: Jesús y su misión en la posmodernidad
Автор: John Harold Caicedo
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9781953540355
isbn:
Derridá quien siguiendo a Heidegger acuñó la palabra deconstruir en sus análisis literarios, abrió la compuerta para la disolución de los significados expuestos para muchas de las aseveraciones hechas con antelación, pero sin dejar una alternativa aceptable para resignificarlas. La variedad de significados posibles para un texto o un pasaje determinado, desafía la hermenéutica tradicional y abre la compuerta para la subjetividad en la definición de los conceptos. El contexto, la cultura, las circunstancias particulares, e incluso los estados de ánimo, pueden constituirse en elementos que establecen variables interpretativas a la hora de abordar nociones que se consideraban absolutas o dogmáticas.
El abordaje predeterminado de un texto cualquiera realizado bajo un prejuicio claro, ya lleva implícito el germen de la desconfianza y puede ser dirigido hacia la libre determinación del lector. Esto produce a su vez una amplia posibilidad de interpretaciones, tantas como el número de personas que se aproximan al texto con diferentes intenciones.
Todo esto, en lugar de provocar un acercamiento hacia criterios solventes de la realidad actual y una visión positiva, se traduce en caos interpretativo, desde el cual lo amorfo, imperfecto, desconcertante, inteligible y subjetivo conduce a un destino incierto, imposible de descifrar.
Antes de seguir a Jesús, Felipe y Natanael reconocen su procedencia. Es un Rabí, pero no de este mundo. Es Aquel de quien escribió Moisés pero ahora hecho hombre. Es la fusión del cielo y la tierra en figura terrenal. Con autoridad celestial, pero con debilidad natural. Es el Verbo hecho carne, que ahora llama a los suyos a caminar con El. Es el Rey de Israel que anuncia un reino de otro mundo. Es a Él a quien deben seguir, pero…
¿De Nazaret puede venir algo bueno?
Capítulo 2.
Un templo restaurado. El lugar de la misión
“Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Más él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho” (Juan 2:19-22)
Las señales anunciadas por Jesús a Felipe y Natanael han empezado. El evangelio de Juan no habla de milagros o portentos, sino de señales. Caná es escenario del poder divino que empieza a preparar los odres nuevos para el vino nuevo que viene desde el cielo. Si ya ha sucedido la primera señal, es cuestión de tiempo para el anuncio de otras más. Las palabras se convierten en hechos, los hechos en señales, las señales en demostración del poder auténtico del Mesías. La pascua está cerca. La celebración no puede perder su carácter sagrado.
Pero el templo es ahora un lugar destinado para el comercio. Los negociantes del lugar son los privilegiados que asumen ganancias con los feligreses necesitados. Ventas en lugar de oración. Comercio en lugar de devoción. El incienso se ha cambiado por el olor de los bueyes y las ovejas. La palabra sagrada se intercambia por anuncios de ofertas incomparables. El templo es ahora un lugar propicio para el intercambio, pero no de plegarias y oraciones, sino de animales y monedas. Las oraciones han quedado mudas mientras el ruido ensordecedor de los comerciantes se apropia del lugar.
En medio de todo ello surge de repente el sonido del azote. El Verbo vocifera en defensa de lo sagrado. No puede soportar la profanación de lo divino. De las manos del manso surgen violentos golpes con azote de cuerdas que vienen y van. La alteración responde al sacrilegio. Las manos que luego serán horadadas ahora empuñan con fiereza el látigo y la boca que pedirá perdón para los que no saben lo que hacen ahora pronuncia palabras de enojo e irritación. El negocio invade lo sagrado provocando al Santo a quien el celo de la casa de Dios le consume.
Otra faceta de Jesús es ahora descubierta por quienes le rodean. No defenderá nunca su causa sino la del Padre. No intentará detener a quienes le afligen, pero responderá con violencia a quienes se atrevan a profanar lo sagrado. Como Cordero irá al matadero, pero como escudero defenderá la investidura del que lo envió. “Para el Evangelio de Juan, el tema es la conveniencia y pureza del lugar empleado para la adoración del Dios de Israel. Por este medio, él declara el Templo de Jerusalén inadecuado para la adoración divina.”78
Volcar las mesas no era únicamente tirar por el piso las monedas de los cambistas o sus animales, era en realidad volcar un sistema religioso contaminado por la ambición y la codicia. Un sistema sacrificial, maquinal y repetitivo que no traía conversión ni evolución espiritual. “Fue el compromiso y la pasión de Jesús por purificar la religión de Israel los que le llevaron a realizar esta acción.”79
La misión de Jesús se define poco a poco. Hay rasgos que identifican su proceder y quienes le siguen deben aprender su causa y seguir sus huellas. Lo santo es intocable. “La autoridad que Jesús demostró con su acción profética de limpieza del Templo fue para destacar, una vez más, la pregunta básica que implícitamente se hizo - ¿Quién está y quien debería estar a cargo del pueblo de Dios, Israel? La respuesta del Evangelio, como era previsible, fue el Rey Jesús.”80
Hay un templo que puede ser derribado, pero hay otro en plena construcción. El habitáculo sagrado pronto cambiará de ubicación. Un sacrificio perfecto reemplazará al otrora lugar de sacrificios continuos. El templo puede ser destruido para que la morada del Espíritu sea inquebrantable. Los ladrillos pueden ser derribados para que surja una edificación más poderosa.
La misión de Jesús ya está en marcha y son pocos los que la comprenden.
Juan en su inicio, al referirse a Jesús, afirma que hizo habitación o tabernáculo entre los suyos (1:14). Pero no escogió el templo como lugar de refugio o permanencia, sino que escogió los caminos, las barcas, los montes, etc., para proclamar su mensaje de salvación. Por eso “el compromiso misionero de la Iglesia sugiere algo más que llamar a los individuos a entrar en la Iglesia como a una sala de espera del más allá.”81
Para los fariseos la ley y el templo eran intocables. La pena de muerte aguardaba al que se pronunciara en su contra y osara profanar los símbolos de su fe. Durante su juicio, dos testigos falsos acusaron a Jesús con estas palabras: “Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo.” (Mateo 26:61) “Hay que recordar que Jerusalén tenía un único centro espiritual – el Templo. También existía un gran consejo de sabios, el Sanedrín, que gobernaba todos los asuntos de la comunidad judía.”82
¿Pero es Jesús el iconoclasta que anuncia la destrucción de lo sagrado? ¿Pretende no solo expulsar los comerciantes sino también a los religiosos?
¿Cuál es el lugar de la misión entonces? ¿Es acaso el templo, lugar de sacrificios, casa de oración para todas las naciones? ¿Es acaso una misión encerrada que invita en lugar de ir, que atrae en lugar de explorar, que discurre en ámbitos cerrados, en lugar de andar por las naciones?
Juan es el evangelio más templo-céntrico de entre los cuatro.
Él retrata a las autoridades del Templo de Judea como incapaces de liderazgo en Israel y aunque legales en su posición, desorientados sobre la dirección espiritual de Israel. “Básicamente, su oposición al Ungido de Dios (Jesús) es ejemplificada por su intento de preservar el culto en el Templo de Judea y luego enriquecerse a sí mismos, a sus familias y a sus sectas, bajo los términos dictados por la ocupación romana (Jn 11:48).”83
En СКАЧАТЬ