Название: Jesús y su misión en la posmodernidad
Автор: John Harold Caicedo
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9781953540355
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Como afirmó Jesús en Juan 16: 7-11: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.” Jesús deja claro también que la vida nueva no es algo que se consiga por esfuerzo humano, porque lo que nace de la carne es carne, mientras que transformar la vida espiritual requiere la acción sobrenatural del Espíritu Santo. Así mismo refiriéndose al paráclito Jesús afirmó: Juan 15:26: cuando venga el Consolador, que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, El testificará acerca de mí.
La relación de Jesús con sus discípulos en el envío misionero que les encomienda tiene que estar respaldada por El Espíritu Santo, o de lo contrario no tendrá ningún éxito. El Espíritu-Paráclito hace a Cristo más presente, más comprensible, más transformador. En su misión ante el mundo, urgida por El Espíritu, la iglesia descubre el verdadero sentido de la palabra hecha carne.
Jesús envía a sus discípulos a una misión sin fronteras, misión cuyo verdadero origen está en El Padre. “Como el Padre me ha enviado, así también yo os envío”. (Juan 20:21). La misión de los discípulos se asocia en Juan de una manera muy precisa con la misión de Jesús. Jesús es enviado al mundo para salvarlo (3:17), para alumbrarlo (1:4-5), para ser la vida (1:4) y para dar a conocer al Dios invisible (1:18). De la misma manera, al entender la misión de Jesús se dan los lineamientos de la misión de la iglesia, encarnada originalmente en sus primeros discípulos. La misión de Jesús sirve como fundamento para la misión de la comunidad.
En el envío está la clave de la misión juanina. Juan Bautista es enviado por Dios para dar testimonio acerca de Jesús. Jesús es enviado por el Padre para dar testimonio acerca del Padre y realizar su obra. El Paráclito es enviado por el Padre y el Hijo para dar testimonio acerca de Jesús. Y, finalmente, los discípulos son enviados por Jesús para hacer lo que Él hizo. Esta es la clave. La misión ha sido dada y el trabajo se ha venido haciendo desde entonces. La misión de Jesús está en el proceso de ser cumplida hasta que Él vuelva. Tenemos una misión.
Capítulo 1.
Sígueme. El llamado a la misión
“El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme” (Juan 1:43)
Una sola palabra significó el cambio de vida radical para Felipe: “Sígueme”.
Galilea fue el escenario en el cual se cambió el destino para dos hombres que aguardaban al Mesías de la misma manera que todo el pueblo de Israel. Sin embargo es a ellos a quienes se les revela de manera particular. No es solo el encuentro de Felipe con “aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas,” es el encuentro de este hombre con una misión exclusiva, señalada en el tiempo, definida desde los cielos, estructurada con el Hijo como sujeto principal y desarrollada entre seres humanos tan simples como los que estaba empezando a reunir el Verbo hecho carne.
Es el llamado que trasciende la conciencia, que se instala más allá de los deseos, que prorrumpe violentamente en medio de la monotonía y desbarata de un tajo la tranquilidad de quien lo recibe.
Es el llamado a ser débil para ser fuerte, a tomar la cruz para caminar ligero, a ser humilde para ser exaltado, a entrar en discordias para alcanzar la paz, a desafiar los poderes malignos para marcar territorio, a entrar en la dinámica de un reino desconocido abdicando a los deseos pasajeros e instalándose en la eternidad.
Es el llamado para tomar el yugo fácil y la carga ligera, que sin embargo conduce al sacrificio mayor. Es el llamado de quien amará a su enemigo, bendecirá al que lo maldice, orará por quien lo ultraja y lo persigue, caminará la milla extra y se despojará de lo poco que tenga para hacer tesoros que no se corrompen.
Es el llamado a dejar tierra y parentela, a soltar las amarras de los botes que garantizan el sustento y dejar ir las barcas a la deriva, a seguir al que no tiene un lugar seguro donde reposar, a no voltear la mirada en un camino sin regreso, a seguir hasta el Gólgota a quien caminó desde los cielos en su peregrinación por este mundo. Es el llamado a la misión. Una misión desconocida, apabullante, estremecedora e inédita, pero surgida desde los mismos cielos y a punto de cambiar la historia para siempre.
Para Felipe, Jesús es la respuesta al anuncio de Moisés y los profetas. De Él se escribió desde tiempos antiguos. A Él se refirieron los profetas anhelantes de la verdad revelada. Por Él es que Israel camina mirando al futuro con esperanza.
Jesús no solo realizó una misión en la tierra, sino que invitó a sus seguidores a ser parte de la misma. El desafío de seguir a Jesús no solo implicaba dejar atrás las tareas propias de supervivencia que tenía cada uno de sus discípulos, sino además tomar una nueva y aún más desafiante labor a la cual se les llamaba como parte de la misión más amplia en la que entraban. Dentro de ese llamado eran necesarias las muestras de compasión hacia el necesitado, es decir, que la misión no solo conllevaba un dejar atrás de ciertas tareas, sino también la de asumir un nuevo carácter acorde con el modelo que se adaptaba al Reino anunciado. Pero aun no sería completo el llamado a la misión si no involucrara el sufrimiento como parte esencial de esta nueva vocación de sacrificio y entrega.
Seguir a Jesús es también seguirlo a donde El concluye su misión terrenal. Seguirle a Él implica necesariamente ir con El hasta el Gólgota mismo, donde se completará la obra misionera que transformó el mundo para siempre.
Felipe se enfrentó en aquel momento a una autoridad diferente que desafiaba su modelo de vida. Un llamado irresistible que convenció a este hombre de Betsaida para dejarlo todo e incluso involucrar a su amigo Natanael en tamaña aventura. Natanael (Bartolomé) ya había sido hallado por Jesús desde cuando le vio debajo de la higuera y supo que se trataba de un verdadero israelita. La confrontación entre el llamado de Jesús y la duda de Natanael por el origen de quien lo llamaba tenía que encontrar un punto débil para inclinar la balanza y lo halló cuando Jesús lo consideró como un hombre de gran estima.
Juan El Bautista ya estaba elevando su voz en el Jordán anunciando el arribo esperado del reino de Dios. La misión celestial estaba a punto de dar sus primeros pasos y Jesús necesitaba rodearse de hombres a quienes pudiera formar y promover en ese reino que se empezaba a percibir y cuyo anuncio rompió con el silencio del cielo de 400 años.
El Logos preexistente encarnado expresa en su llamado una autoridad de la cual carecían los fariseos y religiosos. Su misión se ha ideado en la armonía del cielo pero debe llevarse a cabo en medio de la tensión del mundo como escenario de su obra redentora. “Jesús de Nazaret, absolutamente por sí y a través de sí, a través de su mera existencia, naturaleza, instinto, sin prudencia, sin exhortación, se ha hecho manifestación completamente sensible de la palabra eterna, de un modo que antes que él nadie lo hizo.”53 Es importante entender cómo se conectan las ideas sobre el mundo, el hombre y la muerte con Jesucristo. Juan dirá en su evangelio que el Logos se hizo carne (1:14) y los demás evangelios conectarán su nacimiento en un momento histórico definido con el cumplimiento de la palabra escrita.
Nazaret representa un obstáculo a los ojos de Natanael en la concepción que él mismo tiene acerca del origen del Mesías anunciado. Parecieran dos instancias tan disímiles СКАЧАТЬ