Название: Jesús y su misión en la posmodernidad
Автор: John Harold Caicedo
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9781953540355
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El pretendido anhelo de la modernidad por hallar la verdad a través de la ciencia y la razón, quedó desvirtuado, evidenciando, por un lado la falibilidad de la ciencia misma y por otro lado, su incapacidad para dar respuesta a todos los interrogantes que el ser humano se plantea constantemente. Los templos siguen cayendo.
La idea del progreso propia de la modernidad, tanto en el aspecto social después de la revolución francesa, como en el aspecto económico después de la revolución industrial, ha dado paso en el posmodernismo a una gran desconfianza frente a este pretendido anhelo, asumiendo en su frustración un desinterés por el cauce de la historia marcada por grandes ideales. Los propios meta relatos que le dieron sentido a la modernidad, son ahora simples paradigmas antiguos que se deben desvirtuar para darle libertad al ser humano en la búsqueda de sus propias convicciones.
“El término <<apologética>>, que gozó de tan alta reputación en la Iglesia primitiva, ha caído ahora en descrédito a causa de los métodos empleados en sus malogrados intentos de defender el cristianismo contra los ataques del humanismo, del naturalismo y del historicismo moderno.”92
El posmodernismo es subjetivismo en el que cada cual decide sus propias verdades. Aunque dos personas piensen en formas totalmente contrarias, las dos pueden tener la razón según el relativismo imperante. La razón, la ciencia y la tecnología, se supone que deben hacer progresar al hombre en sus propósitos. Sin embargo, esto no ha sido así, y más bien las barbaries, las masacres continuas, el mal uso de la tecnología, etc., han terminado por desvirtuar lo que parecía que se convertirían en elementos fundamentales del progreso humano. “Es evidente que la aplicación de la tecnología no es una cuestión meramente técnica, pues hay que contar con las profundas influencias de las disposiciones sociales y religiosas subyacentes.”93
Hay cimientos que nunca serán levantados de nuevo. Bosch considera sin embargo, que aun en medio de estas consideraciones que identifican el posmodernismo, es posible mantener la estructura de la fe y seguir dándole forma a la misión acorde, no con la cultura, sino con la fe precisamente. “Lejos de sumirnos en una confusión de subjetivismo y relativismo, el acercamiento que estoy sugiriendo realmente nutre una tensión creativa entre mi firme compromiso con la fe y mi propia percepción teológica de dicha fe.”94
La indefinición de los absolutos es la muerte de muchas certezas y convicciones. Con seguridad alguien quisiera tener absolutos en cuestiones de moralidad, de justicia, de amor o de verdad. Pero la destrucción de los cimientos sobre los cuales se han erigido estos conceptos ha empujado a la humanidad a la carencia de fundamento sobre el cual edificar algo sólido para su propia existencia.
“La modernidad fue el tiempo de las grandes utopías sociales y de los grandes actos de fe”95
Supuso nuevos desafíos para el quehacer teológico. Las transformaciones que trajo consigo, especialmente en la concepción del pensamiento humano, el desarrollo de la ciencia, los avances filosóficos y la aparición de una epistemología que, dejando de lado la tradición, apelaba al recurso humano como eje de autoridad y agente libre para concebir el saber en términos objetivos desde la razón únicamente, representaron un reto a la teología en su intento de mantener su vigencia, que como ciencia, aportaba elementos metafísicos en su proceso epistemológico.
La modernidad hizo énfasis en el método empírico y la razón para explicar todos los fenómenos, pero se quedó corta en sus explicaciones. La reacción a esto convirtió el pensamiento humano en una búsqueda de pluralismo, inclusión y relativismo. No hay una verdad universal. Los templos siguen cayendo.
La modernidad intentó usar parámetros universales para definir los conceptos éticos, morales, etc., pero la posmodernidad desvirtuó estas imposiciones de la modernidad.
Guerras mundiales fueron un producto de la modernidad. El ser humano el centro de todas las cosas. La posmodernidad continúa bajo esta misma premisa, pero bajo la libertad de acción que surge desde la forma de pensamiento que prevalece hoy en día.
En la redefinición de los pecados modernos, los conceptos absolutos han dejado de prevalecer. Cuando alguien habla hoy en día de verdades o términos absolutos, inmediatamente se convierte en un hereje en medio de un mundo de conceptos relativos. Otros cimientos se siguen derrumbando para que se erijan otros, más endebles.
La solidez que se pretendió tener en cuanto al conocimiento referido desde el rigor interpretativo en el análisis de los textos ha quedado disuelta. La superficialidad es característica de estos tiempos así como la cultura de masas en lugar de una cultura selecta. Mientras se desacraliza lo que antes era intocable, se destruyen los límites que otrora marcaban esas diferencias. Esos mismos limites que separaban lo serio y profundo frente a lo banal también han desaparecido, dando paso a una gran ambigüedad en la que todo vale.
La posmodernidad es la época del desencanto. Si la modernidad apareció plena de optimismo en el quehacer del hombre guiado por la razón, los hechos demostraron a través de dolorosas y costosísimas guerras que aquella ilusión era solo eso, y que el futuro no deparaba algo mejor. Por eso las utopías ya no son una alternativa posible ni tampoco la idea del progreso que la humanidad tuvo en el tiempo del modernismo. “En cuanto al dinero, la miserabilidad por un lado y la codicia por el otro, han aniquilado la correcta visión cristiana sobre los bienes materiales. O te vistes con la sotana raída de Francisco de Asís o te vas a vivir a Beverly Hills. No hay término medio.”96
Otros cimientos siguen cayendo sin saber cuáles serán puestos en un nuevo orden del pensamiento y del conocimiento. “Hoy día la mayoría de personas están de acuerdo con que la libertad religiosa es uno de los derechos humanos básicos. Este factor, juntamente con muchos otros, fuerza al cristianismo a reexaminar su actitud hacia otras religiones y su comprensión de las mismas.”97Esto pone de manifiesto que la misión se enfrenta a nuevos desafíos correspondientes a cada época particular de la historia y que por el carácter que Jesús le imprimió para dar salvación a las naciones, debe estar en capacidad para responder a cada uno de ellos. “El mundo contemporáneo nos desafía a practicar una <<hermenéutica transformadora>>, una respuesta teológica que primero nos transforme a nosotros antes de involucrarnos en la misión del mundo.”98
¿Cuál es el lugar de la misión entonces?
De seguro algo debe cambiar en la forma de abordar este llamado. “Las duras realidades de hoy nos instan a reconcebir y reformular la misión de la Iglesia con valentía e imaginación, mientras mantenemos la continuidad con lo mejor de la misión en las décadas y los siglos pasados.”99
El mundo de hoy convertido en una aldea global, insta a un cambio de paradigma en la misión.
Los tiempos de Jesús eran también multiculturales con gran riqueza lingüística y de nacionalidades en el contexto de la Palestina de aquel tiempo. La lengua griega era la principal, no solo en Palestina, sino además en toda la cuenca del mediterráneo, pero el judío usaba el arameo, su lengua original y también el hebreo.
Tampoco existía una visión monolítica en cuanto a la religión misma. Había una gran influencia del paganismo de los romanos y los griegos, mientras los judíos mantenían su fe en un Único Dios y con ciertas libertades en el ejercicio de sus cultos y sus reuniones en las sinagogas.
Se construyeron coliseos donde gladiadores luchaban y se hacían espectáculos públicos de naturaleza pagana.
Dentro de la misma religión judía se manifestaban diferentes СКАЧАТЬ