La universidad latinoamericana en la encrucijada de sus tendencias. Claudio Rama Vitale
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СКАЧАТЬ fuerte avance asociado a la expansión de las economías latinoamericanas y de los ingresos familiares, donde una nueva lógica en la propensión a la educación como inversión asocia más claramente el ciclo económico al ciclo educativo. Desde el año 2000 el cambio en la pendiente de la curva está permitiendo un incremento adicional de 308 000 nuevos alumnos por año. A partir de ese año el incremento anual en la región en términos absolutos es de unos 932 595 estudiantes frente a los 624 416 del período 94-99. En total, entre 1994 y 2012, la matrícula casi se triplicó para alcanzar cerca de los 23,1 millones de estudiantes latinoamericanos, y actualmente los sistemas terciarios están absorbiendo a casi tres millones de nuevos estudiantes por año, ya que están egresando más de dos millones de estudiantes anualmente y, por ende, esto requiere infraestructuras para contener más de un millón de nuevos estudiantes por año. Si incorporamos las elevadas tasas de deserción, que se calculan en el 50 por ciento, las dimensiones de ingreso serian aun superiores (27). Ese incremento de la matrícula ha sido muy superior al incremento de la población de 20 a 24 años y, por ende, ha significado un incremento muy vigoroso de la tasa de cobertura; ya que el continente está atravesando un cambio demográfico significativo dado por el proceso de envejecimiento global de su población y la caída de las tasa de natalidad, que se ha expresado en una reducción de la variación interanual de la población de entre 20 y 24 años.

      La expansión de la matricula implicó un salto desde el 22,6 por ciento de la cobertura de la educación superior, que representaba a 11,4 millones de estudiantes en el año 2000, a 50 por ciento de la cobertura con más de 27 millones de estudiantes en 2017. Ello representaría un aumento del 90 por ciento de la cobertura en el periodo, o sea, un incremento sostenido del 5 por ciento interanual (según datos del Instituto de Estadística de la UNESCO —UIS). Ello implicaría una tasa muy levemente superior a la de la década del 90-2000, que fue de 5,3 por ciento interanual, que a su vez fue superior que la de 1980-1990, que fue de 3,8 por ciento interanual, y solo inferior a la tasa del periodo 1970-1980 que, con un tamaño muy inferior en números absolutos de los sistemas terciarios, fue de 8,7 por ciento anual. El crecimiento anual de 6,21 por ciento de la población estudiantil terciaria entre el año 2000 y el 2012 es superior al crecimiento de la población del grupo erario de 20 a 24 años, probablemente mostrando además el ingreso de estudiantes de otras edades como, por ejemplo, los de postgrado y los de educación a distancia. Este fue comparativamente el mayor crecimiento a escala mundial y permitió a la región ser la tercera en cobertura luego de Estados Unidos y Europa occidental con 70 por ciento, y Europa central y oriental con 64 por ciento. Siendo la media mundial de cobertura bruta de 32 por ciento, la región la superaba en el 2012 en 34 por ciento. Todo ello muestra la vitalidad que tuvieron los sistemas universitarios y, al mismo tiempo, el mantenimiento de los centros de atención en la política pública en la cobertura terciaria.

      Ambos procesos, incremento de la matrícula en términos absolutos y caída de la variación de la población de 20 a 24 años, han determinado que la tasa de cobertura terciaria en la región en los últimos diez años y especialmente desde el 2000, se haya incrementado un 72 por ciento, al tiempo que la matrícula en términos absolutos aumentó un 95,6 por ciento. El cambio no es solo numérico sino fundamentalmente en el perfil social del estudiantado: feminización, estudiantes del interior de los países, estudiantes como clientes, estudiantes de corto tiempo, estudiantes profesionales, trabajadores, a distancia, indígenas, extranjeros, con discapacidades, etc., que se unen a los estudiantes “tradicionales”. Hubo un cambio creciente que alteró tanto el carácter de elite numérico —por ejemplo, en 1970 había 0,59 estudiantes por cada cien personas, y en el año 2005 se alcanzó a 2,91 estudiantes por cada cien habitantes— como el carácter de elite en términos de su composición social.

      La diversidad de sectores estudiantiles es la característica creciente de los nuevos estudiantes latinoamericanos. Además de hijos son padres; además de solteros, casados; además de jóvenes, adultos: todo está cambiando hacia una mayor semejanza con la estructura social de las propias sociedades. Sin embargo, esta masificación está trayendo varios temas adicionales a la discusión, entre los cuales se halla una nueva realidad de deserción, repitencia y abandono, la existencia de dos circuitos de escolarización terciarios diferenciados por la calidad de la educación y que tienden a asociarse a sectores sociales diferenciados, y la incidencia sobre los mercados laborales y sobre las emigraciones de profesionales

      Este proceso de expansión de la matrícula y de cambio de su composición social no ha sido un proceso lineal, sino que está marcado por fases. La incorporación de diversos tipos de estudiantes ha marcado la propia historia de la educación superior y los cambios en múltiples dimensiones en las instituciones, los currículos y los sistemas. Podríamos referir varias etapas muy marcadas: aquella caracterizada por el ingreso de estudiantes varones de las capas medias urbanas y rurales, la marcada por el ingreso de mujeres y la feminización de algunas ofertas disciplinarias, el ingreso de trabajadores de los sectores de servicios formales de las capitales y de los grandes centros urbanos del interior y, actualmente, el ingreso de los estudiantes procedentes de las elites de los sectores indígenas y aquellos estudiantes con discapacidades miembros de sus respectivas elites.

       Cuadro n.o 4

       Evolución del grado de cobertura de la matrícula en América Latina

       1995-2015

      

      Develar las causas profundas de este proceso que al tiempo está construyendo nuevas inequidades por el creciente desequilibrio de géneros, por la reducción del peso masculino, se constituye en un objeto de vital importancia para develar los cambios sociológicos. La feminización de la educación superior es más elevada inclusive en el egreso y ha tenido más intensidad en algunas carreras, como las de formación docente y de salud, en las cuales los menores tiempos de trabajo por día y anualmente, y la dispersa localización geográfica de los centros de trabajo, ha facilitado a las mujeres la posibilidad de trabajar cerca de sus domicilios y por ende mantener el rol y sus actividades tradicionales en los hogares. Un componente de la feminización de la matrícula en estos campos disciplinarios está asociado a la estrategia de sobrevivencia de los hogares, que ha ido presionando el aumento de los ingresos familiares a partir del aumento de la participación de la mujer en la población económicamente activa. Aun cuando persisten diferencias de géneros para las СКАЧАТЬ