Название: El Sacro Imperio Romano Germánico
Автор: Peter H. Wilson
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9788412221213
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A pesar de las Reversalien, numerosos protestantes sospechaban que los príncipes fomentaban el catolicismo en secreto por mediación de los sacerdotes agregados a la capilla de corte. Esto ayuda a explicar el furor provocado por los acontecimientos del Palatinado, que constituyen la segunda de las dificultades mencionadas. Tras la extinción de la dinastía gobernante calvinista, en 1685 el Palatinado pasó a manos de una rama católica menor de los Wittelsbach. El nuevo elector colaboró con los franceses, que ocuparon sus tierras durante la Guerra de los Nueve Años (1688-1697), en la reintroducción del catolicismo. Acto seguido, Francia se aseguró el reconocimiento internacional de los cambios hechos en la Paz de Rijswijk de 1697, pese a que tal cosa quebrantaba el año normativo de 1624 (que Francia, como garante de la Paz de Westfalia, debía hacer respetar). El impacto lo magnificó la coincidencia con la conversión al catolicismo del elector de Sajonia y la expulsión de los hugonotes de Francia ordenada por Luis XIV, después de la revocación de sus derechos religiosos en 1685. El grado de preocupación suscitado lo evidencia el hecho de que 258 de las 750 quejas oficiales versaban en torno a esta cuestión.
Esta respuesta dio lugar a la tercera gran dificultad: los protestantes invocaron su derecho a «debatir por partes» y dividir el Reichstag en dos grupos confesionales. Aunque tal medida era legal con la constitución de 1648, se corría el peligro de enquistar el debate en un momento en que el imperio necesitaba reaccionar al estallido de la Gran Guerra del Norte (1700-1721) y a la inminente disputa de la herencia española, que le implicó en una nueva contienda con Francia (1701-1714). A pesar de la intensidad del debate público, había escaso interés político por abandonar los consolidados métodos de trabajo del Reichstag y de otras instituciones. Los protestantes se reunieron por separado, como Corpus Evangelicorum, de 1712 a 1725, en 1750-1769 y en 1774-1778, pero continuaron participando en las demás instituciones imperiales. Los católicos se sentían satisfechos con las estructuras existentes y nunca convocaron un cuerpo separado. Además, el corpus protestante quedó maniatado por la lucha por su liderazgo entre Prusia, Hanover y Sajonia (cuyo elector, a pesar de hacerse católico, se negó a cederlo). La práctica de debatir por partes solo se empleó en cuatro ocasiones (1727, 1758, 1761 y 1764); básicamente, se trataba de un recurso táctico de Prusia para obstaculizar el dominio Habsburgo del imperio. A largo plazo, la manipulación prusiana de las cuestiones religiosas erosionó su capacidad de ocasionar problemas, por lo que, a finales del siglo XVIII, la constitución se consideraba garantía suficiente de las libertades religiosas.140
El acuerdo westfaliano también logró resolver disputas más cotidianas y locales, lo cual nos indica hasta qué punto el imperio siguió siendo importante para sus habitantes hasta comienzos de la Edad Contemporánea. El nuevo año normativo hizo que la confesionalidad de Brandeburgo, el Palatinado, varios principados de la Baja Renania y los obispados de Osnabrück, Lubeca e Hildesheim fuera mixta. Desde 1548, cuatro ciudades imperiales habían sido biconfesionales de forma oficial. El IPO impuso paridad en los cargos públicos y hubo indicios de que la identidad confesional se endureció, pues conformó una «frontera invisible» que separaba a ambas comunidades.141 El número de matrimonios interconfesionales declinó en Augsburgo y se llegó a decir que los puercos protestantes y los puercos católicos tenían pocilgas separadas. La adopción por parte de los católicos del calendario gregoriano en 1584 les había situado diez días por delante del de sus vecinos protestantes, que no se pusieron al día hasta 1700. No obstante, no se repitieron los disturbios que acompañaron la adopción del calendario. Los habitantes tenían muy presentes diferencias sutiles, pero ahora preferían pleitear en los tribunales a la protesta violenta.
El clero, en especial en las zonas fronterizas, interpuso innumerables obstáculos a las personas corrientes que trataban de ejercer su libertad religiosa. Los matrimonios mixtos eran considerados un reino dividido y, a menudo, se presionaba a los individuos para que se convirtieran. Sin embargo, solía prevalecer el pragmatismo. En Osnabrück, una quinta parte de los matrimonios eran interconfesionales, los protestantes participaban en las procesiones religiosas de los católicos y en unas pocas comunidades las diferentes congregaciones llegaban incluso a compartir la misma iglesia. La política oficial seguía siendo soportar, no tolerar: soportar minorías se consideraba una necesidad política y legal. A finales del siglo XVIII las actitudes fueron cambiando, en particular tras la patente de José II de 1781, que concedió mayor igualdad, y que adoptó la mayoría de los gobiernos germanos entre 1785 y 1840.
LA IGLESIA IMPERIAL A COMIENZOS DE LA EDAD CONTEMPORÁNEA
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El registro preparado para el Reichstag de Worms de 1521 enumeraba 3 electores eclesiásticos, 4 arzobispos, 46 obispos y 83 prelados menores; el número de señores seculares era 180. Hacia 1792, tan solo quedaban 3 electores, 1 arzobispo, 29 obispos y abades principescos y unos 40 prelados, junto con 165 Estados seculares. Este declive solo es atribuible, en parte, a la Reforma protestante, la cual tan solo aceleró una tendencia ya existente: la de la incorporación de los bienes materiales de los feudos eclesiásticos por parte de los territorios seglares. Muchos de los Estados eclesiásticos enumerados en el registro de 1521, entre ellos 15 obispados, ya estaban desapareciendo de ese modo. Si bien la Reforma protestante añadió nuevos argumentos teológicos para justificarlos, los cambios políticos asociados a la reforma imperial tuvieron igual importancia, pues vinculaban de forma directa el estatus de los Estados imperiales a una serie de obligaciones imperiales fiscales y militares. Numerosos prelados aceptaron de forma voluntaria la incorporación a jurisdicciones seculares para así eludir tales obligaciones.142 Así pues, toda la «secularización» llevada a cabo antes de 1552 suponía el paso de estatus inmediato a mediado debido a la eliminación de los derechos políticos del feudo. Por contra, la Paz de Westfalia sancionó la secularización de 2 arzobispados y 6 obispados, que fueron convertidos en ducados seculares, con plenos derechos políticos y obligaciones.
Este movimiento no fue unidireccional. Hubo territorios eclesiásticos que se emanciparon de la influencia secular: cabe destacar el obispado de Espira, que había estado bajo protección del Palatinado entre 1396 y 1552, si bien durante este periodo perdió todos los monasterios que controlaba y dos terceras partes de sus iglesias y beneficios. Doce prelados fueron ascendidos al rango de príncipes y algunos monasterios dependientes compraron a sus protectores seculares el derecho a ser Estados inmediatos de pleno derecho.143
Como indica el caso de Espira, la pérdida de propiedad eclesiástica dependiente fue mucho mayor. Los soberanos protestantes del Palatinado, Wurtemberg, Hessen, Ansbach y otras regiones suprimieron cenobios que, aunque carecían de inmediatez imperial completa, habían desempeñado, a menudo durante siglos, un vibrante papel en la vida política y cultural de los católicos. Aun así, hubo СКАЧАТЬ