Historia y nación. Alexander Betancourt Mendieta
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Название: Historia y nación

Автор: Alexander Betancourt Mendieta

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Ciencias humans

isbn: 9789587844597

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СКАЧАТЬ época que salió la segunda edición de la obra del escritor neogranadino. Tales ampliaciones eran necesarias debido a los límites cronológicos impuestos por Restrepo. Como toda periodización, la del escritor neogranadino es una muestra de la parcialidad de su labor histórica.19

      La ausencia de todo el periodo colonial en la Historia de José Manuel Restrepo despertó el interés por los tiempos anteriores a la gesta independentista entre varios autores que escribieron en la época próxima a la segunda edición de la Historia. Este paso abrió la posibilidad de situar los comienzos de la colectividad nacional en un momento anterior; aunque la ampliación cronológica no contuviera diferencias en los principios interpretativos de la sociedad republicana que consagró José Manuel Restrepo. Es importante notar que ninguno de los autores que abordaron los periodos tratados por Restrepo entró en discusión con él en cuanto a los acontecimientos que describió con su pluma, excepto en las aclaraciones mínimas que se encuentran en el ámbito de las Memorias.

      Poco antes de la segunda edición de la Historia salieron a la luz distintos escritos que tuvieron por tema los periodos no tratados por el escritor neogranadino. El coronel Joaquín Acosta publicó el Compendio histórico del Descubrimiento y Colonización de la Nueva Granada en el siglo decimosexto (1848) y José Antonio de Plaza escribió las Memorias para la historia de la Nueva Granada desde su Descubrimiento hasta el 20 de julio de 1810 (1850). Estas dos obras inscritas en el ámbito republicano abordaron de manera inédita el periodo del Descubrimiento y la Conquista; además, se convirtieron en baluartes de los estudios históricos sobre el periodo y también participaron de la pugna política e ideológica que se vivía en ese momento acerca del proyecto nacional mediante las interpretaciones que hicieron sobre el pasado.

      El coronel Joaquín Acosta se propuso llenar un vacío que él notaba en las condiciones de la época como era el de recuperar “los hechos esenciales” de la historia antigua de la Nueva Granada oculta en las “fábulas” de los cronistas del siglo XV y XVI. Acosta emplea de manera clara una distinción entre las crónicas de la época colonial y la interpretación que pretende construir. Acosta supone un relato “más verdadero”; de ahí que a semejanza de Restrepo, pusiera en juego el ideal de un supuesto “historiador neutral” basado exclusivamente en los documentos, de los cuales reimprimió algunos en el apéndice. Varios de estos documentos, según señala en la Presentación de la obra, los pudo consultar en los archivos de Sevilla. Hay que tener presente que el general Joaquín Acosta viajó a Europa a fines de los años veinte y en los años cuarenta del siglo XIX.

      Joaquín Acosta pretendió guardar ante los acontecimientos “la parquedad del juicio” y la supresión de cualquier discusión acerca de la mayor veracidad de una u otra fuente. El ideal rankeano de describir las cosas “tal como fueron” encarnó en las pretensiones meramente ilustrativas del coronel:

      Si mi ánimo estuviera en la disposición en que se hallaba durante la guerra con España por la independencia, confieso francamente que no me habría creído con la suficiente imparcialidad para escribir esta relación, mas al leer los sucesos de la época á que me refiero, he visto por las impresiones de mi alma que no carecía de los sentimientos de justicia para hacerla al valor, sufrimiento y heróicas [sic] calidades de los intrépidos Castellanos que descubrieron y se establecieron en el Nuevo Mundo, y que las simpatías por los indígenas de aquel continente que tanta compasión deben inspirar á un corazón humano no serian parte para extraviar la pluma dirijida [sic] por una mano de origen español.20

      Muchos de los ejercicios de escritura de la historia sobre el pasado, escritos en la Colombia del siglo XIX, tenían el convencimiento de que eran “más verdaderos” que cualquier otro trabajo similar elaborado en el pasado. Al mismo tiempo también tenían una función publicitaria con referencia al mundo más allá de las “fronteras nacionales”. Los textos permitían enfrentar los prejuicios elaborados en Europa sobre las distintas regiones americanas, a la vez que cumplían una labor educativa en el interior de la República con la restauración del pasado. Los relatos sobre el pasado parecieron tener la capacidad de operar sobre las condiciones que pudieran llevar a cabo el ideal del progreso.

      El peso que se le otorgaba a los textos escritos estaba fundado en la convicción de que la escritura representaba el mejor medio de “civilizar”; es decir, el modo más eficaz de que un público amplio, en las condiciones de la época, pudiera compartir la experiencia de la “civilización”. La nivelación en términos de igualdad con el mundo “civilizado” no se detenía exclusivamente con la determinación de un sentimiento igualitario y de recurrir al distanciamiento de la “civilización europea”, sino que era necesario el conocimiento de esa “civilización”. En este contexto adquiere sentido, por ejemplo, uno de los proyectos editoriales más queridos por José María Samper, que afirmaba lo siguiente en 1862:

      Viajo por mi patria, es decir con el solo fin de serle útil, y escribo para mis compatriotas los Hispano-colombianos. He creído que lo que importa más por el momento no es profundizar ciertos estudios, sino vulgarizar o generalizar nociones. A los pueblos Hispano-colombianos no les ha llegado todavía el momento de los estudios fuertes, por la sencilla razón de que la inmensa masa popular no tiene aún la noción general del progreso europeo. Hasta tanto que esa masa no haya recibido la infusión elemental de luz y fuerza que necesita para emprender su marcha (porque hoy no se marcha sino que se anda a tientas) el mejor servicio que se le puede hacer es el de la simple vulgarización de las ideas elementales. Después vendrá el tiempo de los trabajos laboriosos y profundos.

      La inmensa mayoría de los Hispano-colombianos no conoce, por falta de contacto íntimo con Europa, los rudimentos o las verdaderas condiciones del juego general de la política, las letras, la industria, el comercio, y todos los grandes intereses vinculados a Europa. De ahí provienen graves errores de apreciación, de imitación o de indiferencia que se revelan en la política, la literatura, la legislación y las manifestaciones económicas de Hispano-Colombia.

      Desvanecer, si puedo, esos errores, dándole a la expresión de lo que me parece la verdad de las formas simpáticas de lo pintoresco y el atractivo de una rápida, fiel y animada narración, tal es el objeto de estas páginas de impresiones.21

      Los letrados criollos establecían las directrices de lo que era la “civilización”. De allí que el trabajo de Joaquín Acosta se pueda inscribir en esta tendencia ya que a partir del conocimiento que poseía del “mundo civilizado” le permitía destacar con autoridad las bondades de la Nueva Granada y enaltecerlas. Tales circunstancias favorables se expresan ejemplarmente en el modo como destacó las condiciones geográficas que, según él, hacían que la Nueva Granada ocupara “la posición más importante de la América meridional”. Además, Acosta extendió los elogios al espíritu de la sociedad neogranadina, arraigada en ese suelo desde las primeras fundaciones:

      Goza de paz y de las instituciones más liberales. El respeto más profundo y más arraigado de la propiedad es un dogma reconocido por sus habitantes, que brindan la hospitalidad á los que quieran trasladar su capital y su industria á aquellas regiones afortunadas, cuyos moradores están resueltos á rechazar toda reforma que incentiva la fuerza brutal en sus banderas y a no admitir sino las mejoras que se introduzcan por medios legales y pacíficos.22

      El carácter propagandístico de Acosta y las pretensiones de neutralidad del juicio histórico no ocultaron el rescate que hizo de la gesta española y de la importancia que este suceso representó para la existencia de la República.

      Por otra parte, en los avatares del “medio siglo”, las aspiraciones de Joaquín Acosta contrastan con el trabajo de José Antonio de Plaza, quien hizo una dura recriminación de la presencia española en suelo americano:

      Algunos autores peninsulares señalando las causas de haberse desgajado del tronco paterno, i una en pos de otra ramas tan fructíferas del imperio СКАЧАТЬ