Historia y nación. Alexander Betancourt Mendieta
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Название: Historia y nación

Автор: Alexander Betancourt Mendieta

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Ciencias humans

isbn: 9789587844597

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СКАЧАТЬ nada tenemos que reprocharles; a los presentes i venideros solo les diremos que consulten imparcialmente la historia i aes [sic] responderán que la España jamás quiso ser justa con los habitantes de América, tratándolos como siervos sin estenderles [sic] una sola vez una mano amiga i fraternal.23

      En el mismo tono de su contemporáneo Acosta, De Plaza quiso escribir esta historia para educar a la juventud granadina sobre su pasado, al que solo tenían acceso por “fabulosas tradiciones i mentidas”. Pero el gesto de “amor a la patria nativa” De Plaza se orientó a lanzar un ataque al mundo español y a los alcances de sus obras en el suelo colombiano. En este aspecto, De Plaza, acorde con el espíritu del liberalismo radical de la época y en contravía de los objetivos de Acosta, señaló que: “No es la historia de la Nueva Granada, la que puede narrar grandes i portentosos hechos, ni guerras ilustres, ni grandiosos proyectos políticos”; resaltó entonces que las razones se podían descubrir en el influjo que tuvieron la Conquista y gobierno de los españoles “sobre el jenio [sic], costumbres nacionales i progreso del pais”; es decir, en el “profundo sueño que se le hizo sufrir por tan dilatado tiempo”. El objetivo último del trabajo de De Plaza plantea la cuestión de

      […] si había llegado ya la edad de la adolescencia para la Nueva Granada, i si justo i necesario era ya también sacudir una tutela incómoda y gravosa, que quería conservar en las fajas de la infancia a pueblos tan lejanos i de tan distintos caracteres.

      Pueda este deseo patriótico recabarnos la induljencia [sic] de nuestros conciudadanos i alentar a otros para coronar una obra cuyas bases tenemos la satisfacción de asentar, los primeros.24

      La obra de De Plaza encontró rápida respuesta de sus contemporáneos. La interpretación del periodo colonial como una triple cadena de “ignorancia, supersticion i servidumbre” y la exaltación de los próceres de la Independencia no tuvieron una aceptación unánime como la que él podía haber llegado a suponer y las contestaciones expresaron la presencia de proyectos políticos en competencia.

      La obra polémica de José Manuel Groot, Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada (1869) fue la respuesta más inmediata y sistemática a De Plaza. En ella Groot plasmó la escisión ideológica entre los intentos por caracterizar “el espíritu de la nación” colombiana mediante el ejercicio de carácter documental como metodología de la escritura de la historia. Groot insistía en el uso adecuado de los documentos y de fuentes inéditas; sin embargo, el carácter polémico de su obra lo llevó a cuestionar las versiones de sus fuentes al mismo tiempo que impugnaba a las interpretaciones hechas por De Plaza. Groot inicia así su estudio:

      Cuando en 1856 emprendí este trabajo, no fue mi ánimo ocuparme con la parte civil ni menos política de nuestra historia, sino únicamente del establecimiento y desarrollo de la Religión Católica en la Nueva Granada, porque me parecía poco honroso para un país católico y civilizado carecer de la historia de su Iglesia, y mayormente cuando su clero ha sido tan injustamente calumniado por algunos escritores nacionales de nuestros tiempos, que lo han presentado a las nuevas generaciones como enemigos de las luces y hostil a la causa de la independencia americana.25

      La forma en la que Groot emprendió esta labor comprobaba fundamentalmente dos hechos ligados entre sí: el complejo problema de construir un Estado y caracterizar a una nación debido a la debilidad del control social que en estos momentos no pasaba por la autonomía del Estado. El poder institucional del Estado en esta época, precisamente de dominio liberal, descansaba en los niveles regionales de las recién fundadas colectividades políticas. Por eso, para que el control social se trasladara a una organización nacional suprarregional, como debía ser el Estado, Groot y los políticos conservadores de la época en general, apelaron a la característica que consideraron como la más permanente y más abarcadora de la sociedad colombiana: la religión y la Iglesia católica.

      Groot pretendió establecer el fundamento mismo de la sociedad colombiana. En su obra es primordial el rescate de la herencia colonial y a diferencia de José Manuel Restrepo, su relato no toca el periodo republicano. La Colonia, según él, tenía los elementos necesarios para construir la nación colombiana y la Iglesia tenía el papel principal en la tarea de la “civilización” y el “progreso”. De acuerdo con este planteamiento, los individuos debían estar supeditados a un orden institucional, que no podía ser otro que aquel iniciado en la Independencia pero que se apoyaba en la herencia que había dejado en el país la presencia de España y de la Iglesia católica.26

      La pluma polémica de Groot estaba encaminada a rescatar la labor civilizadora de la Iglesia y su importante presencia en la realidad cultural y social colombiana. Sus descripciones y explicaciones trataron de comprobar a cada paso que: “A medida que la sociedad civil progresaba en el Nuevo Reino, el espíritu piadoso se desarrollaba con las fundaciones religiosas y obras pías”.27 La presencia de la Iglesia es absoluta al lado de todas las gestas “civilizadoras” de España. Esta participación marcó, según él, la realidad política, cultural y social de la Nueva Granada convirtiéndose en el elemento inmutable de esta sociedad. La religión católica era el hilo conductor entre la República y la Colonia y el medio a través del cual se podía recuperar la verdadera herencia cultural que garantizaba la continuidad temporal y cultural de la República.

      Las disputas interpretativas sobre el pasado expresaron los enfrentamientos políticos de la época. Mientras predominaron los liberales las referencias a la Colonia fueron críticas; De Plaza, por ejemplo, defendió la importancia del individuo y de su libertad como factor fundamental del progreso. Estas apreciaciones estaban a tono con las reformas ejecutadas por los liberales a mediados del siglo y con ellas se trató de fundamentar las limitaciones de la injerencia de la Iglesia en el Estado y en la vida social y política del país.

      Pero si el periodo colonial constituía un punto de polémica y enfrentamientos, no lo era menos la caracterización de los orígenes de los partidos políticos que ya habían iniciado sus contiendas. Al respecto es fundamental la obra del general Joaquín Posada Gutiérrez, quien redactó sus Memorias histórico-políticas (1865 y 1881) al calor de su oposición a los acontecimientos de 1848. En este periodo las memorias se constituyeron en un mecanismo para aclarar situaciones, para justificar a los amigos y juzgar a los contrincantes.

      Las memorias asientan los testimonios de los testigos presenciales. No es extraño encontrar que en este periodo de la historia nacional colombiana, el pasado se haya forjado a través de las precisiones y las controversias que planteaban las memorias, las cuales dejaban al descubierto una forma de concebir el quehacer histórico, tal y como lo había consagrado la publicación de la Historia de José Manuel Restrepo. Pero como se indicó anteriormente, pese a la proliferación de este tipo de escritos, el esquema fundamental interpretativo de los orígenes de la República establecido por Restrepo no fue cuestionado.28

      Joaquín Posada Gutiérrez se inscribía en un pesimismo acendrado ante la hegemonía liberal, él que había sido participante en las guerras de la Independencia y había compartido sus esperanzas. No obstante, de este rasgo característico de la obra del general Posada Gutiérrez, interesa sobre todo destacar el tipo de concepción de la historia que se despliega allí. Una aproximación a las Memorias de Posada descubre cómo el militar compartía con Joaquín Acosta, José Manuel Groot y José Antonio de Plaza no solo su concepción de la interpretación del pasado, sino también la finalidad de dicha interpretación. En este aspecto, Posada Gutiérrez consideraba que el relato del pasado tenía la función de un tribunal:

      En el juicio contradictorio seguido entre el Gobierno legítimo y la Rebelión […] la justicia es clara e incontrovertible. Pero ¿quién la aplica? Los vencedores niegan a los vencidos la facultad de dirimir la competencia […]. Por tanto, en este juicio que dará galardón al justo y derramará el oprobio sobre el culpable, no hay más que dos jueces competentes para fallar en definitiva: Dios en СКАЧАТЬ