Название: El continente vacío
Автор: Eduardo Subirats
Издательство: Bookwire
Жанр: Философия
Серия: Historia
isbn: 9786075475691
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Me parece importante añadir aquí un comentario sobre el concepto de «destrucción» colonial de las Américas y su significado en el pensamiento moderno. Concepto de larga historia, si se tiene en cuenta que una de las crónicas de Indias más leídas en Europa, la de Bartolomé de las Casas, exhibe el signo de esta destrucción en su mismo título. La destrucción de las culturas andinas es también el leitmotiv que preside los Comentarios reales de Inca Garcilaso. Las citas pueden prolongarse lo mismo a viajeros europeos como Benzoni, como a líderes quechuas como Guamán Poma. Pero quiero llamar la atención sobre la reformulación más reciente de este topos literario bajo la confluencia de la historiografía, la antropología y la teoría crítica de la civilización industrial y, muy en particular, sobre el libro de Miguel León-Portilla la Visión de los vencidos. Esta reconstrucción es relevante no tanto como documentación del testimonio de las culturas y voces originales de América, sino sobre todo como tentativa de encerrar esa mirada no occidental del indio sobre el proceso civilizador de Occidente bajo una contraposición simple de vencedores y vencidos: «Arde y se calcina mi corazón. ¿Qué es lo poquito que yo tengo? De mi fardo, el hueco de mi manto, por dondequiera cogen: me lo van quitando. Se hizo, se acabó el habitante de este pueblo».19 El discurso del indio se petrifica como relato de una pérdida y del vaciamiento de la existencia, como grito de agonía y testimonio de un final.
Semejante visión ha sido y es doblemente conciliadora con respecto al discurso de la colonización. Asume y valida expresamente la moral cristiana del sacrificio y el sufrimiento, al mismo tiempo que confirma una mirada humillada y humilde del indio, complementaria a la estilización heroica del conquistador. No por ello era y es menos importante este primer reconocimiento del sujeto colonizado. Vencido o no vencido, la antropología latinoamericana solo reconocía en el indio americano la mirada de una reducida visión.
El siguiente paso en el curso de la revisión historiográfica del descubrimiento occidental de América lo dio Nathan Wachtel con una obra posterior que exhibe, sin embargo, el mismo título de la obra de Portilla: La vision des vaincus.20 Wachtel estudió un caso aparentemente limitado: la colonización andina durante el siglo XVI. Su investigación reconstruye analíticamente la progresiva desestructuración colonial del mundo andino bajo sus aspectos demográficos, económicos, sociales y religiosos. Desestructuración como proceso complementario, pero no idéntico a la destrucción de vidas, la explotación de recursos naturales y la devastación de ciudades. Desestructuración como un proceso que conserva, no obstante, determinados aspectos de la cultura y la sociedad andinas bajo el nuevo significado que les confiere el sistema colonial: un nuevo significado que el colonizado nunca llega a comprender, ni a articular en un orden alternativo de sociedad y supervivencia.21
Uno de los casos más interesantes de esta desestructuración lo ofrece la economía incaica basada en el principio del don. Traducido en los términos de una economía monetaria e hibridada con una racionalidad capitalista basada en el crédito, aquel principio de intercambio simbólico adquiría un significado enteramente nuevo. Ya no encerraba un sistema redistributivo de la riqueza. Más bien se convertía directamente en un nuevo mecanismo de expolio que posibilitaba la usurpación legal de los bienes y la esclavización masiva de los indios.22 Pero no es el análisis concreto de estos casos, sino su replanteamiento en las categorías más generales de destrucción de un sistema global de valores, de la interpretación del mundo y formas de vida, lo que otorga al análisis de Wachtel un significado privilegiado. Este antropólogo llega a reformular bajo una nueva luz el concepto tradicional de la «destrucción de las Indias», formulado por primera vez por Las Casas, precisamente a través del análisis de este proceso desestructurador.
Entre otras cosas, la obra de Wachtel merece señalarse por su comprensión de las dimensiones colectivas y subjetivas de la invasión y la destrucción españolas de las altas civilizaciones americanas como un cataclismo cósmico. La conquista significó:
[el] hundimiento de una visión del mundo que llega incluso a sus categorías mentales más íntimas […] la derrota (frente a los españoles) se experimenta como una catástrofe de amplitud cósmica […] aquí (en Perú) el choque coincide con la muerte del hijo del sol, el Inca. Este asegura la mediación entre los dioses y los hombres […] Una vez asesinado este centro, desaparece el punto de referencia viviente del mundo, y es este orden universal el que resulta brutalmente destruido.23
Wachtel expuso la tesis directamente opuesta a la doctrina legitimadora de la conquista espiritual. En la misma medida en que el nuevo orden colonial no era capaz de sustituir el viejo orden por otro realmente funcional y realmente universal, su proceso de desestructuración adquiere las dimensiones de una verdadera «deculturación» del indio.24
Pero Wachtel plantea, asimismo, la contraparte positiva y complementaria a esta dimensión cósmica de la destrucción de las civilizaciones americanas: la historia de la resistencia anticolonial, sus rebeliones y sus guerras, y de aquellos movimientos sociales encaminados hacia una recuperación de la memoria histórica de los indios. Esas figuras históricas y contemporáneas de resistencia —no diferente de otros historiadores o antropólogos contemporáneos— no solo deben comprenderse como una oposición política o una resistencia social. Contemplados desde este punto de vista, entrañan, al mismo tiempo, una lucha destinada a la reconstitución de un perdido orden cósmico y dotada necesariamente de una dimensión religiosa, milenarista y mitológica. Wachtel arroja con ello las claves no solo para una interpretación sociológica y filosófica de los movimientos sociales de América Latina, sino también una hermenéutica de las crónicas indígenas más importantes del siglo XVI: la de Guamán Poma y la de Garcilaso en particular, como ensayos de reestructuración conceptual, en el orden de una ciudad ideal, del destruido cosmos de las altas civilizaciones americanas.
Definir una «ciudad ideal» más allá de las ruinas de las antiguas civilizaciones americanas, y por tanto más allá de la lógica de la colonización, como pretendieron Guamán Poma y Garcilaso, significa reformar el proceso colonial y reformular el proyecto civilizador que ha implantado. Es precisamente en nombre de esta historia continuada de la resistencia anticolonial, y en nombre de estos ensayos de reformulación del poder europeo y sus valores civilizadores que debe cuestionarse la llamada «visión de los vencidos». Wachtel se halla muy lejos de la aspiración moralista que semejante título dibujaba en la célebre obra de Miguel León-Portilla.
El indio no es portador del discurso del fin. Ciertamente, es el testimonio de una destrucción de formas de vida y concepciones del mundo. Es una conciencia vaciada y negativa. Pero es, al mismo tiempo, una conciencia llena y creadora porque está vinculada a una memoria histórica, a un cosmos y a una forma de ser. Es la conciencia que lucha por conferir un nuevo sentido al cosmos a partir de sus formas de vida. No es una conciencia vencida, ni un alma aristotélica, ni un no-sujeto subalterno. Es la conciencia reflexiva de una continuada resistencia contra la violencia del proceso civilizador.
Las grandes voces intelectuales que dieron testimonio de la colonización americana, como Garcilaso y Titu Cusi, o el Jefe Seattle, representan la visión histórica de los pueblos sujetados, expoliados y violados. Pero en su rechazo político y metafísico del poder civilizador occidental formularon la única tradición intelectual posible y válida para la construcción de sociedades multiculturales, multirreligiosas y pluriétnicas de la América contemporánea. Todavía más: СКАЧАТЬ