El continente vacío. Eduardo Subirats
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Название: El continente vacío

Автор: Eduardo Subirats

Издательство: Bookwire

Жанр: Философия

Серия: Historia

isbn: 9786075475691

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СКАЧАТЬ Aparentemente absurda y objeto de toda clase de críticas y chanzas hasta el siglo XVIII, su sentido es tan consistente como su homólogo literario de la Inquisición: el Edicto. Al principio de guerra y de terror total, el Requerimiento le confiere la forma de una ley y un orden sagrados y universales, la primera forma legal de identidad histórica hispanoamericana. La violencia inmediata de la conquista adquiría con ello una primera, aunque perversa, dimensión espiritual. La nueva identidad y la nueva libertad que el Requerimiento reconocía en nombre de la abstracción absoluta y del principio absoluto de la muerte, legitimaban tanto política como teológicamente la violencia de la conquista como verdadero acceso al reino de la historia y la razón.

      A partir de 1573, la corona española prohibió legalmente la palabra conquista. Su significado fue suplantado sumariamente por el concepto de pacificación, ya antes utilizado por Cortés tan pronto hubo arrasado militarmente los principales centros político-religiosos de la futura Nueva España. El valor teológico-político del nuevo término estratégico de pacificación entrañaba una reformada figura del no reconocimiento de la existencia del indígena americano, marcadamente diferente de aquella a la que obligaba el Requerimiento, es decir, la destrucción y el abandono de los ídolos, la liquidación de sus formas de vida, y la imposición compulsiva del bautizo masivo como condición sacramental de sujeción jurídica y de subjetivación moral. La estrategia y el concepto de pacificación instauraban jurídica y moralmente un orden superior. Presuponían la prerrogativa, por parte del conquistador, de imponer el sistema teológico y político «católico» en el sentido etimológico de la palabra, es decir, universal o global.

      Una nueva etapa del proceso colonizador le sucedió a este periodo transicional de interiorización de la angustia y la nada. Una etapa ni heroica ni idealista nacía a partir de la segunda mitad del siglo XVI bajo el signo de las necesidades prácticas de la organización política de las vastas colonias de ultramar. En esta etapa, el indio ya no funge como la oscura otredad sobre la que el europeo podía proyectar a discreción su propio imaginario mitológico y sus propias angustias históricas, luego de embargarles a los pueblos de América sus dioses y su lengua, sus bienes materiales y también su memoria. Ya el indio no es en este tercer momento de su sujeción colonial el moro diabólico, el adamita inocente o el judío condenado por el dios Verdadero. Tampoco era aquella conciencia inofensiva e ingenua que garantizaban los sistemas teológico-políticos de utopías trascendentes como las de Las Casas o De Quiroga. Por primera vez se reconoce al americano en su existencia real, en su resistencia enconada contra la identidad y las formas de vida que le imponía el invasor. Por primera vez estos frailes y misioneros entendieron la necesidad de explorar el imaginario indígena para penetrar en sus subestructuras lingüísticas y mitológicas con estrategias específicas de colonización interior.

      Esta nueva figura de la dominación colonial cristiana se formulaba ahora como proceso de racionalización subjetiva, y transparencia sacramental y jurídica del nuevo humano americano, y como principio de control y dominio confesionales. Por primera vez se formulaba un programa expreso de reconocimiento del indígena en su realidad histórica, ética, psicológica y social, o sea, una antropología teológica con fines pragmáticos de propaganda, catequesis y transformación sacramental de sus formas de vida.

      La periodización historiográfica de la colonización hispánica de América debe distinguir tres etapas, definidas con arreglo a un criterio político, militar y jurídico, pero asimismo teológico y filosófico. En la primera de estas etapas, los signos de lo terrible se mezclan con lo grandioso. Es la edad dorada de los pioneros. En ella el principio heroico heredado de la mitología caballeresca y la guerra santa fundan una identidad sustancial y virtuosa. Hernán Cortés, en su calidad СКАЧАТЬ