Название: Camino al colapso
Автор: Julián Zícari
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная прикладная и научно-популярная литература
isbn: 9789507546419
isbn:
El tipo de intercambio que se daba entre los dos miembros de la Alianza era entonces desequilibrado, pero esto no se leía como una debilidad, sino como una complementariedad que podría traducirse en fortaleza mutua. Porque si bien el Frepaso no podía ofrecer muchos dirigentes con carisma ni tampoco un aporte institucional o distrital de peso, sí ofrecía la opción de sumar a los dos dirigentes más importantes de la oposición para aquella elección y en los dos distritos más importantes: Fernández Meijide (provincia de Buenos Aires) y Álvarez (Capital Federal). Por su parte, el carisma, la renovación y la tenacidad con los que se identificaba a Álvarez y a Meijide parecían integrarse muy bien frente a la organización, trayectoria y cuadros que la UCR ofrecía, ya que el radicalismo desbordaba grandemente en poder institucional en relación con el Frepaso: tenía legisladores en todas las legislaturas provinciales, era la primera oposición en Diputados y en senadores de la Nación, contaba con inserción territorial, gobernaba cinco provincias y 461 municipios, mientras que los frepasistas solo controlaban un municipio (Rosario) y algunas bancas legislativas en Diputados (Ollier, 2001). Con lo cual, el radicalismo podía ceder algunos lugares en sus listas frente al Frepaso, pero se beneficiaba largamente al estar en mejores condiciones de hegemonizar el nuevo espacio. A su vez, la UCR, por el perfil opositor débil, opaco y en declive que venía manifestando, podría beneficiarse con la frescura y determinación que los miembros del Frepaso parecían ofrecer, así como también, al unificar sus listas con este, podría lograr una mejor performance en el interior del país, aún en localidades donde le era esquivo imponerse. Por último, cabe decir que el Frepaso ya era en sí mismo una aglomeración de partidos y fuerzas políticas de distinto tipo, por lo que ya tenía dentro suyo cierto aire de coalición (Dikenstein & Gené, 2014), lo que convertía a su alianza con el radicalismo en “otra capa más de la cebolla” (Novaro, 2002).
Si bien los comicios de octubre eran legislativos y se realizaban en todos los distritos del país, desde el “grupo de los 5” se fijó como principal campo de batalla el resultado que se pudiera obtener en la provincia de Buenos Aires con la candidatura de Fernández Meijide, nacionalizando la elección. Allí, desde la Alianza se empezó a hablar del “menemduhaldismo”, acusándolo de todos los males que vivía el país (desempleo, inseguridad, corrupción) y se apostó por derrotar al peronismo en su principal bastión e impactar así en las perspectivas presidenciales hacia el futuro. En dicha campaña, el PJ bonaerense a cargo de Duhalde no logró reaccionar con claridad, ni tampoco a separar a la figura del gobernador de la de Menem sino que solo atinó a acusar a la candidata de la Alianza de ser “una paqueta de Barrio Norte” y a señalar que era una persona más identificada con la Capital Federal que con el conurbano provincial. Sin embargo, por la polarización que conllevó y por el tipo de incertidumbre que despertó sobre quién vencería allí, el veredicto final terminó por potenciar los resultados de la elección, catapultando a la Alianza con su triunfo como verdadera opción de gobierno hacia el futuro.
El camino hacia la elección presidencial (1997-1999)
Los resultados de las elecciones de octubre de 1997 fueron una sorpresa en más de un sentido. Con la creación de la Alianza fue la primera vez en toda una década que un partido político nacional se mostró realmente como una amenaza electoral para el peronismo, la cual incluso terminó por vencerlo en varios distritos. Aunque por supuesto, fue sin dudas el resultado alcanzado en la provincia de Buenos Aires el más importante de todos. Allí, el triunfo de Graciela Fernández Meijide (con el 48,3% de los votos) sobre Chiche Duhalde (41,4%) había mostrado la viabilidad electoral y la contundencia que la Alianza era capaz de ofrecer, y modificó el mapa político del país. Por su parte, esa victoria encontraba también en Fernández Meijide una candidata capaz de volverse virtualmente la próxima presidenta de la nación, puesto que con su logro había herido malamente al proyecto duhaldista, el rival que lucía como más importante por parte del PJ con miras a 1999 y que ahora yacía derrotado en su propio distrito.
Para entender las razones del vuelco político que implicó la Alianza con su éxito, debemos explicar los motivos que hubo para constituir tal coalición, dado que solo al comprender la naturaleza de aquello que se enfrenta y que posibilita una unión es más fácil caracterizarla. La Alianza no se había formado como pudo ocurrir en otros países en los cuales también los principales partidos opositores conformaron una coalición ya sea para derrotar una dictadura, llevar a cabo una profunda transformación social, detener un candidato o partido antisistema o de perfil fascista autoritario, ni tampoco evitar una guerra civil, salvar un régimen democrático débil o iniciar una transición política postdictatorial (Ollier, 2001). La situación argentina no era tan dramática. Sino que la unión se realizaba únicamente con el fin de debilitar la hegemonía peronista y enfrentar la visión supuestamente patrimonialista que daba al poder. Motivos que contaban con mucho peso en aquel contexto. Vale decir que la Alianza se impuso a pesar de que la situación económica había mejorado con respecto a 1995 (la economía creció al 7% ese año y la desocupación estaba bajando), y que su triunfo se logró sin realizar propuestas claras de cambio ni cuestionamientos al modelo vigente, por lo que los votos recibidos no fueron a favor de una ruptura que expresara un malestar económico. A su vez, parece difícil aplicar algún tipo de determinismo económico para entender tal resultado político ya que, paradójicamente, dos años atrás, en 1995, cuando el país estaba en crisis por el Tequila, la economía se desplomó y el desempleo tocó niveles realmente altos, el peronismo no tuvo problemas para imponerse. Es decir, que la Alianza haya alcanzado en 1997 una victoria en un contexto económico mucho más holgado que el de la anterior elección no solo era un mérito importante, sino que indicaba la fuerza con la que se había instalado la idea y la “necesidad” de transparentar la política y combatir la corrupción16. Como también, la Alianza, en vez de cuestionar el esquema económico, se había manifestado a favor de continuar con el mismo y había señalado que sería más bien una garantía de que este también podía funcionar pero ahora con “políticos honestos”. Como advirtieron Álvarez y Terragno antes de las elecciones frente a empresarios estadounidenses, para ellos “la estabilidad no se toca” (Clarín 02/10/1997) y como también aseguró Fernández Meijide después de los comicios: “La gobernabilidad está asegurada” (Clarín 28/10/1998). La falta de reacciones adversas en los mercados una vez conocido el triunfo opositor también daba cuenta de que nadie ponía en duda que la Alianza garantizaría igualmente la continuidad de la convertibilidad y de las pautas económicas. Por ello mismo, los líderes de la Alianza comenzaron a perfilar casi como bandera sus críticas al “estilo” de Menem más que al modelo mismo que este comandaba (Dikenstein & Gené, 2014). Dicho triunfo también indicaba todavía más el carácter consensual del ordenamiento sociopolítico vigente, en el cual la oposición podía triunfar electoralmente sin prometer cambiar prácticamente nada. La Alianza era así una oposición a imagen y semejanza del menemismo (Bonnet, 2007).
Sin embargo, a pesar de la espuma inicial que pudiera implicar el resultado obtenido por la Alianza, existían varios elementos a tener en cuenta. Para comenzar, es preciso relativizar los alcances de su triunfo, puesto que de los quince distritos donde se realizó la unión, esta se impuso solamente en seis (Buenos Aires, Capital Federal, Chaco, Entre Ríos, Santa Fe y Misiones), dando cuenta de la fortaleza que todavía registraba el peronismo en el interior del país. Por su parte, en los otros nueve distritos donde la coalición no se llegó a formar esto no se debió únicamente a que las elecciones internas ya se habían realizado y que, por más intentos que se hayan hecho, no hubo forma de que quienes se habían impuesto desistan de encabezar las boletas –aunque en algunos casos fue así–, sino que se debió principalmente a dos motivos más: el primero, es que en varios distritos del interior la UCR y el Frepaso estaban fuertemente enfrentados y era imposible la convivencia entre ellos17; y el segundo y más importante aún, era que donde el radicalismo era verdaderamente fuerte y/o el Frepaso muy débil, no existían incentivos suficientes para compartir aunque sea СКАЧАТЬ