Название: El Cristo Universal
Автор: Richard Rohr
Издательство: Bookwire
Жанр: Религиозные тексты
isbn: 9781951539191
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Cristo es la luz que les permite a las personas el ver las cosas en su plenitud. El efecto preciso e intencionado de tal luz es ver a Cristo en todos los demás lugares. De hecho, esa es mi única definición de un cristiano verdadero. Un cristiano maduro ve a Cristo en todo y todos los demás. Esa es una definición que nunca te fallará, siempre demandará más de ti y no te dará ninguna razón para pelear, excluir o rechazar a nadie.
¿No es esto irónico? El punto de la vida cristiana es no distinguirse a uno mismo de los irreligiosos, sino solidarizarse radicalmente con todos y todo lo demás. Este es el efecto completo, final e intencionado de la Encarnación —simbolizado por su finalidad en la cruz, que es el gran acto de solidaridad de Dios en lugar del juicio. Sin lugar a dudas, Jesús ejemplificó perfectamente esta visión y así la transmitió al resto de la historia. Así es como debemos imitar a Cristo, el buen hombre judío que vio y convocó lo divino en los gentiles, ya sea en la mujer sirofenicia y los centuriones romanos que lo siguieron, en los recaudadores de impuestos judíos que colaboraron con el Impero, en fanáticos que se le opusieron, en pecadores de todo tipo, en eunucos, astrólogos paganos, y en todos aquellos “fuera de la ley”. Jesús no tuvo ningún problema en absoluto con la otredad. De hecho, estas “ovejas perdidas” se enteraron que no estaban para nada perdidas en él, y tendieron a convertirse en sus mejores seguidores.
Los humanos fueron diseñados para amar a las personas más que a los principios, y Jesús ejemplificó este patrón completamente. Pero muchos parecen preferir amar principios —como si realmente pudieras hacer algo así. Como Moisés cada uno de nosotros necesitamos conocer a nuestro Dios “cara a cara” (Éxodo 33:11, Números 12:8). Noten cómo Jesús dijo: “¡Dios no es un Dios de los muertos sino de los vivos puesto que para él todas las personas están vivas!” (Lucas 20:39). En mi opinión, su vitalidad hizo mucho más fácil a las personas confiar en su propia vitalidad y así relacionarse con Dios, porque entre similares se reconocen. Algunos lo llaman resonancia mórfica. C. S. Lewis, al darle a uno de sus libros el título verdaderamente grandioso, Hasta Que Tengamos Caras, estableció el mismo argumento evolutivo.
A decir verdad la iglesia que es una, santa, católica e indivisible no ha existido ya por mil años, con muchos resultados trágicos5. Estamos listos para reclamarlo nuevamente, pero esta vez debemos concentrarnos en incluir —como Jesús claramente lo hizo— en vez de excluir —lo que nunca hizo. Las únicas personas que Jesús pareció excluir son precisamente aquellas que se negaron a saber que eran pecadores ordinarios como todos los demás. Lo único que excluyó fue la exclusión misma. Mírame en eso, y tal vez veas que estoy en lo correcto.
Piensa qué significa todo esto en relación a todo lo que sentimos y pensamos acerca de Dios. Después de la encarnación de Jesús podríamos imaginar más fácilmente un Dios que-da-y-recibe, un Dios relacional, un Dios perdonador. Revelaciones de luz estroboscópica de Cristo, que Bruno Barnhart llama “Cristo Quanta”6, ya fueron vistas y honradas en las deidades de las religiones nativas, el Atman del hinduismo, las enseñanzas del budismo y los profetas judíos. Los cristianos tenían un muy buen modelo y mensajero en Jesús, pero en realidad muchos elementos atípicos acudieron fácilmente al “banquete”, como Jesús suele decir en sus parábolas del banquete resentido y resistido (Mateo 22:1-10, Lucas 14:7-24) donde “el salón de bodas estaba lleno de invitados, tanto buenos como malos por igual” (Mateo 22:10). ¿Qué debemos hacer con tal irresponsabilidad divina, tal generosidad interminable, tal falta de voluntad por parte de Dios para construir muros, defender lo propio o crear límites innecesarios?
Debemos ser honestos y humildes con esto: muchas personas con otras creencias, como los maestros sufíes, los profetas judíos, muchos filósofos y los místicos hindúes, han vivido a la luz del encuentro Divino mejor que muchos cristianos. ¿Y por qué un Dios digno del nombre Dios no se preocuparía por todos los niños? (Lee Sabiduría 11:23-12:2 para una maravilla de la Escritura al respecto) ¿Dios realmente tiene favoritos entre sus hijos? ¿Qué familia tan infeliz crearía —y de hecho, ha creado? Nuestra inclusión completa y feliz de las escrituras judías hacia adentro del canon cristiano debería haber servido como una declaración estructural y definitiva acerca del movimiento cristiano hacia la inclusividad radical. ¿Cómo nos perdimos eso? Ninguna otra religión hace eso.
Recuerden lo que dijo Dios a Moisés: “Yo SOY quien SOY” (Éxodo 3:14). Claramente Dios no está atado a un nombre, ni parece querer que nosotros atemos la Divinidad a ningún nombre. Este es el porqué, en el judaísmo, la declaración de Dios a Moisés se volvió en el Dios indescriptible e innombrable. Algunos dirían que el nombre de Dios literalmente no puede “nombrarse”7. ¡Ahora, eso fue muy sabio, y más necesario de lo que nos dimos cuenta! Esta tradición por sí sola nos debería dejar en claro la práctica de la humildad con respecto a Dios, que no nos dio un nombre sino solamente pura presencia —ningún control que pueda permitirnos pensar que “sabemos” quién es Dios, o tenerlo o tenerla como nuestra posesión privada.
El Cristo siempre es demasiado para nosotros, más grande que cualquier época, cultura, imperio o religión. Su inclusión radical es una amenaza para cualquier estructura de poder y cualquier forma de pensamiento arrogante. Por sí solo Jesús ha estado limitado por la evolución de la conciencia humana en estos primeros dos mil años, y mantenido cautivo por la cultura, el nacionalismo y el propio cautiverio cultural del cristianismo en una cosmovisión del mundo blanca, burguesa y eurocéntrica. Hasta ahora no hemos estado llevando la historia demasiado bien, porque “había uno entre nosotros que no reconocimos”, “uno que vino después de mí, porque él existía antes que yo” (Juan 1:26,30). Él vino con un tono de piel medio, de la clase baja, con un cuerpo masculino y un alma femenina, de una religión odiada a menudo, y viviendo en la misma cúspide entre el Oriente y el Occidente. Nadie lo posee, y nunca nadie lo hará.
Amando a Jesús, Amando a Cristo
Ser amado por Jesús aumenta la capacidad de nuestro corazón. Ser amado por Cristo aumenta nuestra capacidad mental. Necesitamos a ambos, a un Jesús y a un Cristo, en mi opinión, para obtener una imagen completa. Un Dios verdaderamente transformador —tanto para el individuo y la historia— necesita ser experimentado tanto en lo personal y en lo universal. Nada que sea menos que esto funcionará completamente. Si el Jesús demasiado personal (incluso sentimental) ha mostrado tener limitaciones y problemas severos, es porque este Jesús no era tampoco universal. Se volvió acogedor y perdimos lo cósmico. La historia muestra claramente que adorar a Jesús sin adorar a Cristo se convierte invariablemente en una religión ligada al tiempo y a la cultura, a menudo étnica, o incluso implícitamente racista, que excluye mucho de la humanidad del abrazo de Dios.
A pesar de esto, creo completamente en que nunca hubo ni una sola alma que no haya sido poseída por el Cristo, incluso en las épocas donde Jesús no estaba. ¿Por qué querrías que tu religión, o tu Dios, sean más pequeños que eso?
Para ti que te has sentido enojado, lastimado o excluido por el mensaje de Jesús o de Cristo tal como lo escuchaste, espero que sientas una apertura aquí —una afirmación, una bienvenida por la que tal vez has estado desesperado por escuchar alguna vez.
Para ti que has anhelado creer en Dios o en un mundo divinizado, pero nunca pudiste “creer” en la forma en que la creencia es practicada típicamente —¿ayuda esta visión de Jesús el Cristo? Si te ayuda a amar y esperar, entonces es la verdadera religión de Cristo. ¡Ningún grupo circunscrito puede reclamar ese título!
Para vos que has amado a Jesús —tal vez con gran pasión y protección— ¿reconoces СКАЧАТЬ