Название: Teorías del Imperialismo y la Dependencia desde el Sur Global
Автор: John Smith
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
isbn: 9789874066046
isbn:
Por ejemplo, Luciano Gruppi, en su aguda y riquísima investigación El pensamiento de Lenin, limita los afluentes e insumos previos de esta teoría a sus estudios económicos, políticos y filosóficos del período inmediatamente anterior, correspondientes a los años 1912-1916 (Gruppi 1981: 152). Aunque no lo explicita, este especialista italiano seguramente acota el período de gestación a esos años, tomando como fecha de inicio los debates económicos de Lenin con Rosa Luxemburg. En cambio, nos parece mucho más realista y exhaustiva la reconstrucción que realiza Alonso Aguilar Monteverde, quien en su libro Teoría leninista del imperialismo extiende los antecedentes, insumos y bases fundamentales de la teoría a las obras y polémicas del período 1896-1913 (Aguilar Monteverde 1983: 38-56). En el mismo sentido, Jacques Valier llega aún más lejos e incluye las polémicas de la década 1890-1900, en adelante, hasta 1916, como elementos claves para comprender la conformación madura de la teoría del imperialismo (Valier [1971] 1975: 65, 133).
Aunque rebasa el objetivo específico del presente estudio, no debemos olvidar que, entre los trabajos y libros de discusión económica de mediados de la década de 1890 y la obra ya sistematizada que corona la teoría madura en 1916, median tres grandes problemáticas, insoslayables y definitorias: (a) su teoría de la organización revolucionaria, (b) su teoría de la hegemonía y (c) su teoría de la situación revolucionaria. Estas tres problemáticas, aunque giren en torno a la política y no se circunscriban a la discusión estrictamente económica sobre el carácter, la crisis y las tendencias del sistema mundial capitalista, de ningún modo resultan ajenas al núcleo central del pensamiento leninista.
En 1893, apenas seis años después de que el zarismo ahorcara a su hermano Alexander y cinco años más tarde de haber comenzado a estudiar sistemáticamente El Capital, Lenin publica su primer ensayo. Tenía 23 años de edad. Durante toda esa década adopta por objeto prioritario de polémica a dos corrientes estrictamente rusas: el populismo y el denominado marxismo legal. La primera de mucha mayor penetración en las clases populares, principalmente en el mundo campesino y de más extensa supervivencia política. La segunda, más acotada en el tiempo, se inscribía en algunos segmentos de la intelectualidad liberal desde cuyas coordenadas sus representantes se acercaban a una lectura armonicista del marxismo, próxima a lo que en la Segunda Internacional se conoció posteriormente como revisionismo. Los populistas provenían en gran medida de una antigua tradición de eslavofilia; los marxistas legales, en cambio, propendían al occidentalismo eurocéntrico.
La primera corriente, populista, nunca fue homogénea. Su desarrollo tuvo varias fases y etapas, notablemente diferenciadas entre sí. Lenin distingue el primer populismo, revolucionario, del último populismo, liberal, al que cuestiona sin piedad. Al antiguo populismo revolucionario hace referencia, reconociendo “las mejores tradiciones del viejo populismo ruso”, por oposición al populismo liberal de la década de 1890 en adelante que él impugna (Lenin [1894-1895] 1958, T. 1: 382; Alavi 1983: 594).
El primer populismo era heredero de los fundadores Aleksandr Herzen y Nikolái Gavrilovich Chernishevski. Este último había publicado en 1863 la novela ¿Qué hacer?, escrita en las prisiones del zarismo. Libro de cabecera de Alexander Ulianov, el hermano mayor de Lenin, ejecutado por la autocracia rusa. No resulta descabellado suponer que cuando Lenin elige ese mismo título para su famoso libro ¿Qué hacer? (Problemas candentes de nuestro movimiento), publicado en 1902, haya rendido un silencioso homenaje a su hermano, gran admirador de Chernishevski.
Aquel antiguo populismo, aunque en algunos de sus principales exponentes estaba impregnado de paneslavismo y concentrado en el socialismo campesino, era profundamente anticapitalista e incluso en varias de sus organizaciones empleaba métodos clandestinos y revolucionarios de lucha armada. No es casual que Dimitri Karakosov haya atentado en 1866 contra la vida del zar (Venturi [1952] 1981, Tomo II: 554), mientras que el 24 de enero de 1878 Vera Zasulich dispara contra el general Trépov, gobernador de San Petersburgo (Venturi [1952] 1981, Tomo II: 893); hasta que finalmente el 1 de marzo de 1881 estos revolucionarios ajustician al zar Alejandro II mediante dos explosiones (Venturi [1952] 1981, Tomo II: 1043-1047).
El hermano mayor de Lenin, Alexander Ulianov (familiarmente conocido como “Sasha”), pertenecía a estos grupos, particularmente a Narodnaia Volia [“La voluntad del pueblo”]. Cuando tenía 21 años, el 8 de mayo de 1887, fue ejecutado (mediante la horca) por su participación en la conspiración de 15 jóvenes revolucionarios que planificaron, sin éxito, el ajusticiamiento del zar Alejandro III, sucesor de Alejandro II, quien seis años antes había sido ejecutado por los populistas radicales. Como militante populista, Alexander Ulianov se sintió profundamente conmovido por las tesis de El Capital de Marx (traducido al ruso por los militantes populistas Germán Lopatin y Nikolái Frántsevich Danielsón), obra que leyó y estudió con pasión en el verano de 1886 en el mismo cuarto que compartía con su hermano menor, el joven Lenin (familiarmente conocido como “Volodia”), quien en esa época adolescente todavía estaba alejado de la política y se sentía más atraído por las novelas del escritor ruso Turguéniev. Uno de los biógrafos más informados acerca de Lenin anota sobre su hermano Alexander: “No cabe duda de que El Capital tuvo un impacto abrumador en él” (Deutscher [1970] 1975: 82, 86-90).
El más activo —y último— de los numerosos grupos populistas revolucionarios fue la ya mencionada organización Narodnaia Volia. Karl Marx había leído sus programas políticos (Marx y Engels 1980: 14; Wada [1975], en Shanin 1990: 85-86); se carteaba con ellos e incluso sintió gran simpatía por ciertos planteos que destacaban la posibilidad de un camino no capitalista para la revolución rusa. Su carta a la redacción del periódico ruso Otiéchestviennie Zapiski [“Anales de la patria”] de fines de 1877 y su correspondencia del 8 de marzo de 1881 con Vera Zasulich —incluyendo sus varios borradores manuscritos de la misma— constituyen una contundente evidencia al respecto (Marx y Engels 1980: 31-65). Marx incluso vio con buenos ojos el atentado que estos populistas revolucionarios realizaron el 1 de marzo de 1881 contra el zar Alejandro II, según le confiesa a su hija mayor Jenny Marx Longuet, a quien le escribe el 11 de abril de 1881: “¿Has seguido el juicio de San Petersburgo contra los autores del atentado? Son gente que vale mucho, sin actitudes melodramáticas, sencillas, serias y heroicas [subrayado N. K.]. Gritar y hacer son contrarios inconciliables. El Comité Ejecutivo de San Petersburgo, que actúa tan enérgicamente, lanza manifiestos de «moderación» refinada. Esto está muy lejos de la forma pueril en que Most y otros llorones infantiles predican el tiranicidio como «teoría» y como «panacea»” (Carta de Karl Marx a Jenny Marx Longuet, 11/4/1881, Marx y Engels 1980: 14; Marx y Engels 1973a: 316-319).
Pero aquel antiguo populismo más tarde se cristalizó, entró en crisis (tras la represión que siguió al ajusticiamiento en 1881 del zar Alejandro II) y se empecinó, contra toda evidencia empírica, en negar: (a) que el “empobrecimiento del pueblo” (en especial del campesinado) no invalidaba la transformación de la economía natural en economía mercantil y esta en economía capitalista, que necesita, precisamente, dicho empobrecimiento para transformar a los productores directos —empobrecidos y expropiados— en fuerza de trabajo, es decir, en mercancía disponible en el mercado; y (b) que la formación social rusa, a pesar de su evidente desarrollo desigual interno, había comenzado a ser incorporada al sistema capitalista mundial en plena expansión. Por eso el populismo de la década de 1890 en adelante adopta un carácter notoriamente diferente al populismo revolucionario de décadas anteriores (Tvardovskaia [1969] 1978: 82-87). Contra este otro populismo, en el cual se van diluyendo los círculos vinculados a la lucha armada y adquieren mayor peso los escritores “legales” ya desvinculados de las organizaciones clandestinas de antaño, discute y polemiza el joven Lenin en sus escritos, desde 1893 en adelante. Recordemos que Lenin, después de leer con pasión a Chernishevski (muy admirado, reiteramos, СКАЧАТЬ